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El consejero que era un hombre delgado, con un rostro blanco adornado de unos ojos azules que su hermano no tuvo la fortuna de heredar, más alto que el conde, y a pesar de lo imponente que luce, el enrojeció ante mi comentario y dirijo su mirada conmovida por mi sutil comentario hacía ella, quien tenía el bochorno y la confusión escondidas de tras de un rubor más prominente de lo esperado.

Taliana - dijo ella intentando recuperarse - ¿por que dice cosas como esa?

Discúlpame Amaranta -dije- tocando su antebrazo - creí que querrías que tus ideas fueran escuchadas por alguien que les diera valor.

Si - dijo ella captando lo que yo quería transmitirle - pero no era necesario que lo dijeras delante de él ¡Que vergüenza!

No se sienta así mi lady- dijo el galante mente - que le parece si me concede el primer baile y me comenta de que ideas habla lady Taliana, que ha picado ya mi curiosidad.

Ambos fueron al centro del salón y gracias al lujoso candelabro se veía como una imagen digna de pintar. Me gire hacia el conde al cabo de unos minutos y le pregunté.

- no debería su alteza continuar su búsqueda de la pareja idónea para el tan crucial primer baile.

El conde se veía descolocado. Cada palabra finamente estudiada surtía un efecto que para el era desconocido, más sin embargo para mí eran la base predilecta de la socialización con intereses comunes. Al último momento mientras el conde estudiaba con cuidado las palabras con las que disculparía por hacerme sentir ofendida hace unos momentos le dije:

Creo que tengo una idea de cómo resarcir la incomoda situación en la que lo he colocado - exprese - pero quizás sea incluso beneficioso para ambos.

Una sonrisa un tanto lobuna se asomo en sus labios, desconozco si es porque ha entendido mi juego o si es porque advierte mi sugerencia atrevida, pero con ambas ganó bastante.

La única oportunidad de resarcir ese daño sería que usted - expreso el tendiendo galantemente su mano en mi dirección- la lady más enigmática que he conocido diera apertura al baile con mi persona.

Creo que sería un placer que puedo concederle conde - dije extendiendo mi mano hacia la suya - después de todo, al igual que la mayoría de las damas del salón era algo que deseaba.

Tras una pequeña sonrisa, ambos nos dirigimos al centro del lugar, y con el inicio de la música nadie esperaba una interrupción tan súbita, pero antes de empezar la danza algo sucedió.

El Velo De Lady Taliana VermilionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora