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Taliana vermilion - gritó el - sal de ese carruaje y enfrentame.

Abrí la puerta del carruaje, pero no salí, no pude hacerlo, seguramente habían personas al rededor viendo el encandalo que el conde estaba armando en este instante.

¿Te ibas a marchar sin despedirte de mi Taliana? - preguntó el desde la puerta.

Entra al carruaje - pedí entre sollozos - no hablaré con usted a gritos como si fuéramos parte de la plebe, respete su posición y respete la mía.

Tardo unos segundos, tal vez minutos entrar al carruaje, pero al final accedió como accedería a casi cualquier cosa que le pudiese, por más caprichosa que fuera.

El lucía tan imponente y poderoso como siempre, con ese aire de superioridad pedante que lo caracteriza en todo sentido de la palabra, el es lo que yo esperaba del príncipe Luis y el príncipe Luis es menos de lo que yo esperaba de el.

¿Por qué? - pregunto simplemente

Me fue ordenado en nombre de la corona francesa rechazar su cortejo y volver a Francia. - dije, lo cual no era una mentira, el rey me mandó una carta hace dos días - no tenía el valor de decirle eso en persona.

No, Taliana, dime la verdad - pidió el, como tratando de evadir la realidad, como deseando que no fuera cierto, pero no podía cambiar los hecho mis propios deseos estaban comprimiendo mi corazón. La carta la llevaba a la mano por si este caso se daba aunque deseaba intensamente que no se diera.

Cuando se la entregué, cuando la leyó, su expresión me demostró que el mundo se le estaba desmoronando por dentro.

Taliana... - el no podía encontrar una oración para articular en este momento

Le envié una carta de despedida - articule casi en un susurro entrecortado - explicándole el por qué marchaba de esta manera, pero creo que no llego a tiempo.

Con solo estirar su mano basto para levantar el velo dejando expuesto mi rostro triste y ruborizado por el dolor, llevo su mano a mi mejilla para limpiar el recorrido de una lágrima.

Quizás fue por un impulso, acusaré de locura el acto que cometí al sentir la seguridad de su toque sobre mi mejilla. Y en un arranque de un valor desconocido para mí, lo bese. Bese al conde.

Fue un beso corto, con sabor a sal, a dolor y arrepentimiento, Un beso correspondido de la manera más dulce y caballerosa que ha existido, un beso digno de un poema, de una novela, de el arte mismo en un pequeño momento real.

 Taliana - susurro el, al alejarse ligeramente del contacto de nuestros labios para emitir algunas palabras - te prometo que te amare como nadie te ha de amar si te quedas conmigo.

No puedo, ni quiero traicionar a mi país o a mi causa por amor - afirme con voz segura - ni siquiera por su amor

Si te vas hoy, quemaré Francia hasta los cimientos por traerte de vuelta - amenazó el logrando que viera entre la desesperación un vínculo entre mis emociones y mis objetivos, una luz al final del oscuro caminos de las emociones.

Y en ese momento dije las únicas palabras que podrían motivar una guerra - fui criada para casarme con el príncipe Luis jousep millionth y el rey no permitirá que esto se incumpla

¿Pero tú corazón lo desea acaso? -inquirió - porque yo estoy muy seguro de que no es así.

Creo haberlo dejado claro con acciones y no con palabras dónde están mis emociones en este momento conde - dije devolviendo el velo a su lugar y agregue con pesar- me marcharé a Francia hoy, mi amado Mariangelo no podrá impedirlo, usted volverá a su palacio y  meditara si es correcto iniciar una guerra por amor.

he ahí, el radicar de la diferencia entre usted y yo Taliana - dijo el - es que yo no temo la guerra, aunque desee la paz, y por usted, por ti quemaré el mundo entero si me lo pides.

El conde bajo del carruaje, con la cabeza en alto, y con el peso de una promesa que me llevará a la corona francesa tome la decisión que tome.

El Velo De Lady Taliana VermilionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora