‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎006. james potter, bastardo inteligente

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‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ASHTON ANDABA EN UN GLORIOSO subidón de adrenalina

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‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ASHTON ANDABA EN UN GLORIOSO subidón de adrenalina.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Y no se debía solamente a que las ventas se habían disparado hasta el cielo (había algo en ese secretismo que atraía demasiado a sus compradores), sino también a esa extraña sensación que le embargaba el hecho de caminar por los pasillos de la escuela con la certeza de que le había visto la cara a James Potter (aunque tampoco era particularmente difícil engañar a Potter— especialmente teniendo en cuenta que era un tonto de primera)

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Okay, okay, de seguro están pensando: «¡Ashton, maldita bestia sexy sin palabra! ¡Se lo juró a James con una promesa de dedito!» pero hey, lo que ustedes no saben es que ella cruzó los dedos. Era una laguna legal en las promesas.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎El último par de semanas habían sido maravillosamente liberadoras. Aunque al principio James seguía rondando con toda su James-sidad alrededor de Ashton, pronto, al darse cuenta de que ahí no volaban ni las moscas, retomó su rutina (que consistía en acosar a Evans y agregados varios). Charlie, como la genial mejor amiga hija de afrodita dueña del sol que era, aceptó hacer de chivo expiatorio, reteniendo a James todo lo que pudiese mientras Ashton hacía las entregas cada miércoles y jueves por la tarde, y como esa fue la pieza que terminó por completar el rompecabezas, estaban seguras de que no había forma de joder eso, así que todo parecía ir relativamente bien.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Hasta que esa noche llegó y todo empezó a ir relativamente (totalmente) mal (otra vez!)

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Puntualmente a las 5:59 de la tarde, Charlie fue a detención. Esa era la señal de Ashton para empezar con las entregas, y como ya estaba por ahí, empezó por la sala común de Hufflepuff, dejando un poco de pasto aquí y allá. Los Hufflepuff no solían alocarse demasiado a menos que fuesen ocasiones especiales, preferían relajarse un poquito e ir con cosas más naturales que ellos mismos cultivaban en secreto tras los invernaderos. Bastante genial, si se lo preguntaban a Ash, pero bastante malo para el negocio.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Con las cuentas ajustadas en Hufflepuff, Ashton partió hacia la sala de Ravenclaw. Adrien Belby le esperaba frente a la puerta, listo para contestar el acertijo por ella (y quizá a agarrar una bala con la boca, si Ash se lo pedía.)

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎La sala común de Ravenclaw era la favorita de Ashton, de entre todas. El techo abovedado estaba pintado de azul oscuro con brillantes estrellas, y los sillones ubicados en forma circular alrededor de una gran alfombra del mismo color de la techumbre estaban forrados de un terciopelo suave y delicado. En las paredes, al lado de las grandes ventanas que daban la visión de casi todos los terrenos del colegio, se encontraban colgados un montón de galardones, títulos, reconocimientos importantes y fotos pertenecientes a los estudiantes que llegaron a pasar por la casa. Ashton solía mirarlos detenidamente mientras esperaba el pago por sus entregas, y para entonces ya se sabía la mitad de los nombres de los que ocupaban esas paredes: Rotherhide, Flitwick, Bamford, Cadbury, Williamson...

redecorate || james potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora