redecorate || james potter

‎‎‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‎‎‏‏‎003. mala influencia

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎EL ÚNICO QUE ESTABA DISFRUTANDO LA ESCENA era Sirius. Había estado aplaudiendo y silbando desde que lo vio asomarse entre la multitud, doblándose de la risa y soltando lagrimitas. Peter estaba bastante cerca de hacer lo mismo, pero reservado como era, apenas dejaba entrever una sonrisa de cuando en cuando asomando por encima de su vaso.

—¡Cor-naaa-menta! —exclamó Sirius finalmente— ¿Quién diría que por fin dejarías tu obsesión con Evans para probar suerte con Martin? Eres un galán, mi galán.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎¡Claro que era un galán, eso era información de público conocimiento! ¡Pero no de esa forma! ¡No con la marginal de Ashton!

—Merlín, solo- sólo cállate. ¿Quieres? —gruñó, silenciándolo con la mano. Sirius todavía estaba secándose las lágrimas.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Estaba furioso. Y ahora no solamente porque había pillado a Martin con las manos en la masa, sino porque también Lily (y probablemente cualquier otra chica con dos dedos de frente) pensarían de él como un jodido loco sexópata. James nunca había llegado a odiar a nadie pero Ashton Martin se encontraba peligrosamente cerca de ser la primera.

—¡Sí, ya cállate Sirius! —añadió Jules—. Pobre Ashton. No es gracioso.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Já. Pobre Ashton.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Esperen, ¿pobre Ashton?

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Oh, no, no, no. Lo habían entendido todo mal. ¡Pobre James era la frase correcta!

—¿Quéeeee? —chilló James con voz nasal—. ¿No me digas que le crees a esa loca?

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Jules no respondió, y con eso lo dijo todo.

—¡Bien! —volvió a gruñir— ¡Créanle a la narcotraficante antes que a mí!

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎El pequeño grupo se sumió en silencio después de eso.

—¿No lo sabían? —inquirió James, acomodándose el cabello con las manos—. Ashton Martin vende drogas.

—No tenía ni idea —murmuró Jules.

—La verdad yo tampoco —añadió Remus, frotándose un brazo con el otro.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎Sirius y Peter intercambiaron miradas alarmadas bajo sus tragos.

—No lo sabían —repitió James, la voz tornándose mucho más severa—. ¿Cierto?

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ Ninguno de los dos respondió, asi que ‏‏‎decidió que iría por Sirius. Sabía que Sirius no iba a mentirle. No podía. Eran prácticamente las dos mitades de un mismo idiota. ¿Cómo iba a mentirle su otra mitad? Era ilógico.

‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎James se inclinó hacia él, mirándolo fijamente a los ojos sin parpadear ni una sola vez. Era espeluznante, pero efectivo. Luego de casi un minuto entero Sirius apartó el rostro, completamente desconcertado.

—¡Bien, bien! —chilló— ¡Colagusano y yo lo sabíamos!

James dejó escapar un suspiro, agarrándose la cabeza entre las manos.

—Y le compraron.

—Sólo una vez —respondió Sirius al instante, haciendo que Peter le diese un golpetazo en el estómago—. ¡Auch! ¡Bien, un par de veces!