‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎008. dos pueden jugar este juego

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LA ÚNICA FORMA DE DESCRIBIR ESA SITUACIÓN era imaginarse un baño público de gasolinera barata. Hay mierda en las paredes, en el piso, y, maldita sea, incluso mierda en el techo. Hay mierda hasta en las suelas de tus zapatos. Tanta mierda acumulada en todas partes que uno no sabe por dónde empezar a limpiar.

Así se sentía James.

—Te voy a matar, Martin —dijo, ignorando los gritos y silbidos de la multitud del comedor.

—Eres tan dulce. ¿No es dulce? —preguntó Martin, dirigiéndose a Diggory.

¿Efpera, eftan faliendo? —preguntó Diggory con la boca llena de salchichas. ¿Por qué servían salchicha en el desayuno? ¿Quién regulaba las leyes de desayuno en Hogwarts? Eso no era saludable.

—Nah —Ashton hizo un gesto con la mano—. Solo lo estoy molestando.

James apretó los puños, tratando de no verse muy desesperado. Verse desesperado era lo último que quería. Esa chica era lo equivalente a comerse una cucharada de polvo pica-pica, y déjenme decirles que cualquiera que haya sido el blanco de las bromas de James en alguno de los seis años que llevaba en el colegio sabría que esa no era una experiencia sumamente agradable.

—Bájalos, ahora.

—¿O qué?

—Bá-ja-los —repitió, usando su tono más amenazante.

—¿Qué? ¿Tan pronto? —Ashton hizo un puchero—. ¿Por qué no dejamos que Lily los vea primer--

No oyó nada de lo que Ashton Martin dijo después de eso. En parte porque se prometió a sí mismo no volver a escuchar al diablo, pero también en parte porque salió corriendo para buscar a Lily. (No sin antes llevarse un plato lleno de salchichas) (Podía llegar a tener hambre en el camino). Llegó a la sala común jadeando y un poco sudado (por suerte no era Sirius, o ya empezaría a oler a perro), y abrió la puerta de un golpazo como si su vida dependiese de ello. Las pocas personas que estaban todavía en la sala le lanzaron una mirada de desaprobación, pero no le importó en lo más mínimo. La única persona que le importaba estaba bajando las escaleras con el cabello recién planchado y posiblemente oliendo a fresas frescas.

—No estoy me gusta Ashton Martin —le dijo (¿gritó?) a Lily.

Había más regocijo en la expresión de un cadaver recién embalsamado que en la que puso Lily.

—No me importa.

—No estoy saliendo con ella y nunca lo haré —enfatizó James.

—Te lo juro, James, que no tienes ni idea de lo poco que me importa. ¿Puedes hacerte a un lado? Quiero ir a desayunar.

—Esa sería una pésima idea. ¿Te apetece un picnic en el patio? Yo pongo las salchichas —dijo, mostrándole el plato que llevaba en una de las manos.

—James, no me obligues a hechizarte.

—¡Lily, por favor! —pidió, asiéndole la muñeca. Ella dio media vuelta con cara de querer darle un puñetazo en las partes bajas.

—¿¡Qué!?

Algo en su expresión furiosa hizo que su corazón diese un salto. Estaba recibiendo atención de ella, solo que no del tipo que esperaba. Ver sus ojos verdes brillando de rabia le hacía sentir un dolor intenso en el pecho. 

—¿Podrías decirle a Sirius que estaré empacando? —pidió en voz baja, soltándola—. Creo que iré a casa temprano.

Ashton Martin: 1

James: 0

Era una terrible forma de empezar sus vacaciones de verano.


redecorate || james potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora