006. En tus manos (parte dos)

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Pero entonces Jimin se encuentra tan caliente y perdido en las corrientes que recorren su anatomía que sólo llega a atinar a aceptar su preposición sin siquiera pensar en las consecuencias que ese hecho conllevaría en el futuro.

Jeongguk quita con lentitud su pantalón mordiendo levemente cada parte de carne que va encontrando y eso es todo lo que necesita para desconectarlo de lleno de la realidad.

Porque ahora no le importa, claro que no.

No mientras el sexy cuerpo de Jeongguk lo cubre por completo y se mueve descaradamente sobre el suyo comenzando con una suave y matadora fricción provocando que ambos giman en sintonía. Sus pequeñas manos vuelven a dirigirse rápidamente al oscuro cabello en busca de atraer los belfos contrarios para unirlos a los propios sin vergüenza.

Y aunque el beso es lento para su punto de vista, de todas formas no lo apresura porque quiere saborearlo perfectamente para así plasmarlos en su memoria por si otro encuentro de esa índole no volvía a ocurrir.

—A la mierda mi padre. —Musita decidido comenzando con su falta de cordura mientras sus piernas se enrollan cual serpiente en la cintura de Jeon y sus manos separan sus rostros a una corta distancia para afianzar sus palabras clavando su lagrimosa mirada en el contrario—, quiero que me folles, Jeongguk.

O mejor, quiero que me destruyas, Jeongguk.

Las grandes manos del mayor sujetan con firmeza la fina cintura del rubio procediendo a fingir una embestida que saca un jadeo a ambos para después aproximarse a su oído sin vacilar un segundo.

—Te joderé tanto que olvidarás tu nombre y sólo podrás recordar el mío. —Susurra lascivamente entre dientes—. Te haré mío, Park Jimin —concluye jocoso mordiendo su lóbulo y ocasionando un gemido en el susodicho.

Y el hecho de que Park sea tan sensible a cualquier toque estando comúnmente vestido, ahora eso simplemente se multiplicaba al encontrarse sólo en boxers, sintiendo los constantes toques del otro en todo su torso. Sin prisa y sin detenerse en algún momento. Sintiendo un incontrolable deseo de tocar cada centímetro de su curvilínea anatomía.

Jimin se deja hacer porque le encantaba sentirse tan deseado y recibir atención del hombre más caliente de la fiesta de su padre lo llenaba de orgullo y subía su ego al cielo.

El hombre desaparece su ropa quedando de igual manera que él, sólo en ropa interior, y aun así, ocasiona que su víctima quede sorprendido y maravillado al ver su escultural cuerpo manchado la mayor parte de tinta oscura por los miles de tatuajes variados esparcidos estratégicamente en un propio patrón por toda su extensión. Tan jodidamente caliente. 

Jimin podría infartarse con únicamente observarlo.

Diablos, y ni qué hablar de sus grandes y ásperas manos, ojalá lo castigue dándole nalgadas. O en dado caso, que lo ahorque mientras lo reclama.

Jimin estaría conforme con cualquiera de las dos.

Ajeno a las cosas obscenas que pasaban por la cabeza del rubio, los besos y mordidas del mayor descienden con parsimonia dejando un rastro de saliva y notorias marcas en su torso logrando sacar pequeñas quejas del chico. Mas pausa sus acciones al borde del boxer y vuelve a subir en un juguetón movimiento. Llevándolo a la demencia con su tortuoso acto.

—Deberías tener esto muy en claro, bonito —comienza a masturbarlo por sobre la fina tela mientras habla con seriedad sin despegar sus feroces ojos de las muecas y suspiros de placer del menor—, una vez que te folle, nunca nadie podrá volver a hacerlo más que yo, ¿entendido?

𝐘𝐀𝐊𝐔𝐙𝐀 ( 帮 ) KOOKMIN (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora