•Capítulo 42.
- No, Chandler.- Logré pronunciar entre besos.- Chandler.- Repetí, ya que por su parte, al parecer, no se quería separar.- Chandler, ¡BASTA!- Lo empujé con todas mis fuerzas, dejándolo sentado en mi cama.
- ______, lo siento.- Dijo notablemente apenado, con la mirada gacha.
- Discúlpame tú, Chandler. Pero entiende... no puedo, no sé que... simplemente no puedo, Chandler. En serio, perdón.
- No me debes disculpa alguna, querida. Fui yo el estúpido que te besó.
- No eres estúpido.- Dije riendo levemente.
- Si lo soy.- Dijo bajándose su autoestima.- Soy muy estúpido por no saber cómo hacer para enamorar a la persona que amo.
- Eso sonó tierno.- Dije realmente enternecida y mirándolo a los ojos.- Sé que tal vez... no lo sé. Sea difícil para ti, y supongo que para mí también lo sería, pero... comenzando como comenzaste la primera vez, debe de ser un buen paso.
- Es que empecé con un mal objetivo, pero te enamoré de todas formas.- Pronunció contento, orgulloso y muy sonriente lo último.
- Lo lograste sin darme razón alguna, ¿no? Sólo, eras tierno, sabías hacerme sentir bien, y tu... mirada, y... risas y sonrisas... Chandler, si no me enamoro de nuevo, o por lo menos no siento algo por ti, seré la persona más tonta en el universo.
- ¿Por qué lo dices?
- Porque realmente eres lindo, tierno, cuidadoso, todo lo que se requiere para ser un hombre perfecto.
- Lo sé, lo sé.- Contestó egocéntrico.
- Aunque te falta la parte de hombre.- Dije sonriendo, y a él, se le borró la sonrisa automáticamente.- El que ríe último, ríe mejor, ¿no, señor Riggs?
- Sí, señorita ____.
- Debo de admitir que me gustó el beso.- Solté, sin pensarlo siquiera una vez.
- ¿Te gustó? ¿En serio?- Dijo sorprendido.
- ¿Eh? No sé que dije, ¿qué dije?- Simulé estar totalmente desentendida.
- Oh, vamos pequeña. Te gustó.
- No sé de qué me hablas, Chandler.- La simulación, en muchas ocasiones, no era lo mío, pero esta vez, estaba de mi lado la buena suerte.
- Olvídalo, ¿qué se te antoja hacer?- Cambió de tema, gracias a Dios, pensé.
- No lo sé, tengo sueño.- Dije bostezando y estirándome. Chandler dobló su cabecita de la forma más tierna y sonrió.- ¿Qué?
- Eres linda, muy, muy linda.- Me sonrojé al instante, lo podía sentir en mis pómulos.
- ¿Nos acostamos?- Dije indicando la cabecera de la cama.
-¿Qué clase de propuesta es esa, señorita?
- Ya, no seas mal pensado. Quiero dormir, y no sé... necesito de un abrazo.
- Estás necesitada.- Dijo riendo.
- De un abrazo, tonto.- Me defendí y me recosté dándole la espalda.
- Entonces, ¿dormiremos?
-Sí, y abrázame. Me da frío.- Ordené.
- Sí, mandona.- Dijo divertido.
- Oye, ¿has visto a Larry?
- Debe de estar abajo con Leah.
- No debe andar abajo, Leah odia los perros.