Ahora si comprendía el dolor físico, y no piensen mal, lo digo por el cansancio. Mis pies dolían de tanto que habíamos caminado, además de que me dolía la espalda, tenía mucho calor pues decidí ponerme una chaqueta porque pensé que haría frio y mis ojos se cerraban debido al sueño que sentía, ya que mi querida hermanita (Nótese el sarcasmo) nos despertó demasiado temprano para comenzar a investigar las posibles ubicaciones de Magnum Costis.
Creo que está de más decir que toda esta búsqueda no ha servido de nada, pues en ninguna de las ubicaciones se hallaba Costis, lo que hacía que los ánimos en el grupo fueran a peor. Solo nos quedaba la esperanza de encontrar algo en la última ubicación.
Mi hermana encabezaba la marcha seguida de Oliver y Tewkesbury y yo quedábamos detrás. Yo ya arrastraba los pies del cansancio y noté que mis compañeros también, aunque Enola trataba de ocultarlo.
--¿Sabes? Mi padre era muy rico-- comenzó a hablar Oliver y vi como Enola rodaba los ojos --¡Jamás caminé tanto en mi vida! Si él me viera seguramente se moriría de nuevo-- lo miré con algo de pena pues me venía enterando de que su padre se había muerto
--¡Pues perdóneme su alteza!-- bromeó Enola en un tono sarcástico --¡Olvidé traer el carruaje para que descanse su estúpido trasero!-- Tewkesbury y yo reímos y ahora era Oliver el que rodaba los ojos
--¡Solo decía!--
--¿Cómo estás?-- me preguntó Tewkesbury en un susurro después de un rato
Yo tardé un poco en responderle, ya que me había tratado de mantener lo más alejada de él posible. Sentía que Enola nos observaba a cada momento que estábamos solos y no quería que nos consiguiera en un momento inadecuado. Había sido una tortura para mí ocultar lo que siento por el marqués, pero hacía mi mayor esfuerzo, no quería discutir más con mi hermana.
--Bien-- respondí por fin con sequedad y sin mirarlo, aunque de reojo pude ver su decepción
--Ya estamos cerca de la última ubicación-- comentó Enola mirando las casas a nuestro alrededor
El pequeño vecindario al que habíamos entrado, era muy hogareño y calmado, seguramente era un lugar muy tranquilo para vivir y para esconderse. Ese vecindario era la perfecta ubicación para Costis, pues podía pasar desapercibido, aunque primero debía tener un contacto dentro del vecindario para que todo se le hiciera más fácil.
--¡Allá!-- Enola me sacó de mis pensamientos cuando se detuvo frente a una de las casas
Era de dos plantas, con un pequeño jardín delantero perfectamente cuidado (Con flores y arbustos verdes), el porche también se veía muy bien con algunos muebles que se veían muy cómodos. Pasamos la reja principal de color blanco y subimos los escalones principales. Enola como era la primera fue la que tocó la puerta y después de hacerlo se apartó con expectación.
Cuando pasó un minuto creí que nadie respondería, hasta que la puerta se abrió un poco y por el pequeño espacio se asomó una señora. De mediana edad, con rostro amable y vestida formalmente (Una falda naranja apagado, con una camisa color piel y una chaqueta marrón), creí que a lo mejor estaba a punto de salir.
--¿Sí?-- preguntó algo temerosa, lo que me hizo sospechar
--Disculpe la molestia-- le respondió mi hermana más cordial que de costumbre --¿Aquí vive Magnum Costis?-- el ceño de la mujer se frunció y pareció pensarlo
Se veía muy sincera, así que me relajé un poco.
--No, disculpen, pero no-- los ánimos de nosotros volvieron a bajar
--Perdón por haberla molestado, muchas gracias-- terminó Enola y la mujer le sonrió para después cerrar la puerta
Enola nos miró, por fin demostrando su decepción.