"Demonio Rubio"

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-¿Con que el "Demonio rubio", eh?

-¿Cómo sabés? -pregunto confundida. Ella levanta el diario que lleva entre las manos para que pueda verlo y me señala una foto mía.

-"Demonio rubio": la joven aristócrata que masacró a sus padres para quedarse con sus millones. ¿Pensaste que iba a funcionar? -me encojo de hombros. -Vamos, masacraste a tus padre y no sabías si iba a funcionar, no podemos tomar ese riesgo. Contame qué hiciste.

-¿Y si no quiero?

-Mira, nena. La cosa es muy simple. Acá te conviene tener amigos, no enemigos, así que si no querés que yo sea tu primer némesis, soltá la lengua.

Respiro hondo. Ella es alta y corpulenta, parece entrenada. Yo soy lo opuesto, así que prefiero tener una amiga que pueda defenderme. Levanto la cabeza y la miro a los ojos. Me arrepiento al instante. Fijo la vista en la puerta de la celda y empiezo a hablar:

-Todo empezó un año atrás. No me estaba yendo muy bien en el colegio, faltaba casi siempre porque me iba a tomar o fumar con mis "amigos". Yo iba en picada, pero mucho no me quería dar cuenta. Mis padres me repitieron una y otra vez que tenía que poner esfuerzo en el colegio o iba a tener consecuencias, a mí realmente no me importó. Pero las prometidas consecuencias llegaron: no iba a recibir mi herencia -ella me miró con los ojos muy abiertos, como si fuera algo raro. -Bueno, estaba en juego si la iba a recibir o no. El problema es que a mí me molestó mucho, me estaban quitando lo que era mío por derecho. Me enojé, salí de mi casa con un portazo y me di "la buena vida" como nunca antes.

»Extrañamente, en mi estado deplorable, se me metió un pensamiento en la cabeza: si mis padres no estaban, todo su dinero iba a ser mío y yo podría hacer todo lo que quisiera. Ahí es donde empieza el asunto... Desde ese momento, empecé a planear cómo asesinar a mis padres por dinero.

»Contraté a una chica para que me hiciera los trabajos del colegio, con tal de que mi situación escolar no estuviera tan mal y mis padres no tocaran el testamento. Al gastar mi dinero en eso, no tenía suficiente, así que dejé de fumar, lo que me ayudó a concentrarme mejor. Aunque parezca estúpido, empecé a ver películas relacionadas con el tema: policiales, asesinatos, crimen, misterio... de todo. Tomé nota de cada detalle que me podría llegar a servir.

»Tres meses más tarde empecé a crear el verdadero plan. Lo más útil era fingir un accidente de auto o un robo fallido. Por ese entonces no lograba decidirme, así que realicé una investigación intensiva, que implicó meterme en la dark web varias veces. Después de recopilar una buena cantidad de información me decidí por el robo fallido. Era más práctico, pero probablemente acabaría con mi salud mental (y voy a aclarar que creo que sí lo hizo).

»Esperé un par de meses más. Me entrené físicamente, haciendo simulaciones de cada situación que pudiera ocurrir. También intenté prepararme mentalmente, pero fue imposible. Sabía que cuando llegara el momento iba a hacerlo casi sin dudarlo y, pese a eso, no lograba mentalizarme.

»Finalmente llegó el día que había agendado. Eran mis padres, sabía sus rutinas perfectamente, así que tenía todo preparado. Para empezar, dije que iba a ir a dormir a lo de una amiga del colegio, así podía ausentarme. Cenaron a la misma hora de siempre, terminaron a la misma hora de siempre y se fueron a dormir a la misma hora de siempre.

»Ahí es donde entré yo. Todas las luces estaban apagadas, entré con una máscara negra, tomé algunas cosas e hice un ruido para que se alarmaran. Papá salió de la habitación a ver, fui por atrás y le corté la garganta justo después de que soltara un pequeño grito. Mamá salió corriendo a los pocos segundos y le di dos puñaladas en el estómago. Había matado a mis padres.

»El resto es historia. Traté de fingir que yo no sabía nada. Eso duró por dos meses, porque después se enteraron de que fui yo. Todavía no logro descifrar cómo. Pero bueno, básicamente esa es la historia -terminé encogiéndome de hombros.

-Wow, nena. No tenés pinta de ser tan despiadada. Me gusta.

-¿Y vos? ¿Por qué estás acá? -pregunté algo emocionada, pero ella soltó una carcajada y dijo:

-Ay, nena... esa es otra historia.


Relatos de Invierno y un Poema de Sueños RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora