Capítulo 5: El Traslador Scamander

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A la mañana siguiente bajo una madrugada que amenazaba con llover. Dumbledore, Firenze y Hagrid salieron a buscar a Luna. Tenían las esperanza de que el hombre acampara cerca del lugar por la noche.

Mientras tanto La Profesora Mcgonagall se quedó a cargo de la escuela, puso un hechizo alrededor del castillo con todos los profesores, para evitar otro ataque.

Los chicos se levantaron temprano, eran guiados por sus prefectos a todas las actividades del día, incluso para almorzar en el Gran salón. Las ventanas fueron selladas con magia y sólo había luz calida de las velas que adornaban el lugar. Todos estaban callados, no habían murmullos, solo cubiertos chocar contra platos, los fantasmas estaban igual de preocupados.

Hermione era la única que no podía comer en silencio, sólo jugaba con la comida, su mente estaba en blanco tratando de suprimir la culpa, pero los sentimientos estaban ahí y no la dejaban ser.

Después del almuerzo la chica se separó del grupo y fue a la biblioteca, algo que siempre hacía cuando se sentía desanimada, estar cerca de los libros la mantenía en su zona de confort, sólo trataba de tener un tiempo a solas.
Se colocó en uno de los asientos más alejados de todos los que estaban ahí y fingió leer, ni siquiera estaba prestando atención a lo que leía, quería tratar de engañar a su mente de alguna manera.

De pronto de la estantería de arriba, cayó la primera edición del Quisquilloso que el padre de Luna diseñó hace años. El libro no dejaba de mencionar a los fantasmas de los carruajes como animales realmente hermosos, si las fechas no hubieran estado impresas, podía pasar prácticamente como algo que Luna escribiría. Cuando terminó de leerlo miró la portada trasera, había un nombre entre los agradecimientos, bastante parecido al que leyó en una de las tantas cartas que recibió, "A.D GOLDSTEIN".

Los pensamientos volvieron tan rápido, los necesitaba, trató de unir las piezas con lo poco que tenía, estaba segura que ambos nombres tenía alguna relación parental, ya que en los libros de Newt, mencionaba a la familia de su esposa, "Los Goldstein".

Guardó el quisquilloso entre su túnica.


(En la guarida bajo tierra de los Mortifagos).

Deidre Gagnon. La líder y hermana mayor de los tres poderosos mortifagos, convocó a una junta para todos sus seguidores. No era una junta amistosa. La mujer gritó muchas veces con mucho enfado, habían fallado en la única misión que se les pidió, su furia hacía que la notable maldición saliera a relucir entre gritos y sollozos. Toda la rabia que sentía la transformó en un demonio con aspecto tétrico. La peor de todas las maldiciones que puede sufrir un mago o bruja.

Su hermano menor Gareth Gagnon, el más tonto, trataba de apasiguar la ira de su transformada hermana. Le pidió disculpas por su gente incompetente.

La segunda hermana cansada de los berrinches de Deidre y los lloriqueos de Gareth, se paró en medio de la sala, frente a todos, con la mirada desafiante, e informó algo muy importante.

-El mago de la profecía está aquí -
-exclamó con voz imponente-.

>> El ha impedido el ataque y eliminó a nuestros aliados, todos cayeron al mar petrificados <<<

-Creo que por fin ha llegado el momento de la venganza. Aunque no tenga rostro, ni nombre, lo vamos a encontrar -dijo Deidre con fascinación-. miró la bola de cristal que sostenía en sus garras.

-Temo que no hermana, mis fuentes me dicen que el mago ha huido con la chica en brazos -terminó de informar-.

El demonio explotó otra vez, hizo un feroz rugido y encendiendo sus ojos rojos carmesí, que no anhelaban otra cosa más que matar a todos en ese lugar.

Hermione Granger: y el cáliz de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora