Era ya de noche en la Ciudadela y un hombre se deslizaba por sus calles silencioso como una sombra.
No podía permitir que alguien advirtiera su presencia, y eso no era una tarea sencilla dado que él era un hombre bastante fornido y corpulento que por lo general no solía pasar desapercibido a ojos de nadie y menos aún a la metálica mirada de los Guardianes que vigilaban que todo estuviese en orden desde lo alto de las murallas.
Pronto llegó hasta la entrada que lo llevaría al primer ensanche.
Como él ya había imaginado, una pareja de Guardianes se apostaba frente a las puertas con los brazos cruzados ante el pecho.
Sin embargo, tan solo tuvo que aguardar oculto unos minutos y entonces, tal y como había previsto uno de los Guardianes le susurro algo al otro que asintió en seguida. Los dos recogieron sus armas para acto seguido desaparecer por las calles del segundo ensanche.
En cuanto los dos estuvieron lo suficientemente lejos como para advertir su presencia, el hombre salió de entre las sombras, sacó unas enormes llaves de su zurrón y las introdujo en la cerradura de los dos portones.
Cuando las puertas se abrieron entornándose con un ligero chirriar, se coló en su interior cerrando la puerta tras de sí precipitadamente.
Por suerte, no había nadie en las calles del primer ensanche en aquellos momentos y nadie pudo verlo entrar.
Permaneció unos instantes, quieto frente a la puerta y pronto pudo escuchar los acompasados pasos de dos nuevos Guardianes a través del portón.
-Por qué poco...- murmuró dejando escapar un suspiro de alivio.
Se separó del portón y se introdujo por las calles del primer ensanche sigilosamente.
No había luz procedente de ninguna de las viviendas ni en las calles por lo que tuvo que encender un candil para poder iluminar el camino y continuar su ruta.
Pronto distinguió la biblioteca de la Ciudadela a lo lejos y sonrió aliviado.
Ya casi habia llegado.
Pero de pronto, cuando se disponía a girar por una de las calles se dio de bruces con otra persona que caminaba frente a él tirándolo al suelo.
-Discúlpame, no te había visto...- dejó escapar una maldición mientras se cubría el rostro echándose la capucha de la capa que vestía sobre la cabeza tratando de ocultar su rostro a los ojos del desconocido.
Le tendió una mano para ayudarlo a levantarse y entonces el candil iluminó sus semblantes en la oscuridad.
- ¿Kenxi? - susurró el desconocido al reconocerlo.
El panadero abrió mucho los ojos al reconocer su voz.
- ¡Dex! - exclamo en el mismo tono.
Y los dos se fundieron en un fuerte abrazo.
-Oh, por el amor del Jerarca, menos mal que estás bien Kenxi...- murmuró Dex pesaroso- Pensé que los Guardianes te habían visto, Prixia y yo llevábamos ya un rato esperándote en la biblioteca y como no aparecías comencé a preocuparme y decidí salir a buscarte.
El panadero le dedicó una cálida sonrisa.
-Tuve un contratiempo en la panadería y tuve que salir más tarde. - respondió Kenxi.
- Pero ¿cómo lograste burlar la vigilancia de la entrada al primer ensanche? - le preguntó Dex angustiado mientras imaginaba a los Guardianes deteniéndole.
Kenxi sonrió.
-Esperé al cambio de guardia y entonces entré- explicó el panadero- Yarlax, el Guardian, me proporcionó las llaves tiempo atrás, no recuerdo exactamente cual fue el motivo- añadió encogiéndose de hombros.
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ɢᴜᴀʀᴅɪᴀɴᴇꜱ ᴅᴇ ʟᴀ ᴄɪᴜᴅᴀᴅᴇʟᴀ -ɪᴠ- ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ᴅᴇ ʏᴀʀʟᴀx
FanfictionLa continuación de la apasionante saga de Laura Gallego "Guardianes de la Ciudadela" Los monstruos han dejado de salir del Manantial pero todavía quedan muchos en el mundo de Axlin y es hora de acabar con todos ellos. Ahora ya no están tan indefenso...