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Axlin se despertó en mitad de la noche.

Salió del refugio en silencio con precaución de no despertar a los demás que aun dormían.

Distinguió en el exterior la silueta de Xein que con la lanza en la mano oteaba el horizonte velando por la seguridad del grupo.

Axlin se envolvió aún más en su capa y salió a fuera situándose a su lado.

El Guardian se giró hacia ella y le sonrió con cariño.

-Deberías de dormir un poco- le aconsejó Axlin en un susurro.

Xein negó con la cabeza.

-Ya lo he intentado, pero no puedo- sonrió con gesto cansado.

-Yo tampoco puedo- le devolvió la sonrisa Axlin- ¿Me dejarás quedarme a tu lado hasta que amanezca entonces, ¿verdad?

El Guardian acarició su rostro con cariño y después la besó suavemente como toda respuesta.

Axlin cerró los ojos y se abandonó a los besos y las caricias de Xein.

Después se recostó contra él dejando escapar un suspiro y él la estrechó con suavidad rodeando su cintura con el brazo.

Estuvieron así un rato disfrutando el uno de la presencia del otro hasta que Xein rompió el silencio.

Al poco tiempo comenzó a refrescar y los dos decidieron refugiarse en el carro de Loxan que se encontraba algo alejada del refugio a la lin del bosque.

Xein extendió un par de mandas en su interior y después los dos entraron para acomodarse en su interior cerrando la puerta a sus espaldas.

Aunque costase creerlo el aparatoso carro acorazado del buhonero resultó ser bastante más cómodo y acogedor que el pequeño refugio en el que estaban durmiendo siete personas y además el lugar aún desprendía cierto olor a velludo.

El reencuentro con Draxan había sido muy emotivo y esperanzador. Incluso Axlin había recuperado la esperanza de poder volver a ver a sus primeros buhoneros, como a Bexari, a Xiala...

Draxan, el buhonero les había contado que, en el Frente Oriental, se estaban comenzando a fabricar armas con garras, colmillos, espinas y corazas de monstruos pues al parecer desde que Xein había acabado con el milespinas el solo usando una de sus mortíferas espinas como arma, su idea había inspirado a muchos que estaban fabricando más armas como esas.

Xein le había preguntado por la Jaula, ya que Draxan solía comerciar allí pero el buhonero le explicó que desde que los Guardianes lo reclutaron a él al Bastión, abandonó la Jaula por que le traía malos recuerdos y por otro lado sentía que allí ya no había nada que pudiera hacer.

Así que se dedicó a comerciar entre el Frente Oriental y la Ciudadela.

Les había contado también que la historia de Xein se había extendido como la mala hierba por todo el mapa y ahora todos lo recordaban como El Guardian Salvador y relataban su hazaña continuamente como si de una leyenda se tratase pues todos le daban por muerto.

Xein se había mostrado muy sorprendido, pero también había experimentado una especie de satisfacción al pensar que su hazaña había servido de ejemplo a seguir a otros y que su nuevo modo de lucha se había propagado con rapidez.

Axlin le había preguntado por Godrix, el anciano que vivía en la Jaula y con el cual Axlin había roto su amistad cuando tras un malentendido delató el lugar donde Xein se encontraba y causó que los Guardianes se lo llevaran.

Draxan no pudo más que confirmarle su fallecimiento hace más de un año por una enfermedad.

La noticia había sobrecogido profundamente a Axlin que se sintió desdichada por haberlo juzgado mal.

«Descanse en paz, sabio» había pensado la Axlin.

-Ojalá no tuviéramos que separarnos- dijo de pronto Xein interrumpiendo sus pensamientos.

Axlin suspiró y se acomodó entre sus brazos. En aquellos momentos, la idea de despedirse de nuevo de Xein le resultaba insoportable.

- ¿Por qué no vienes tú conmigo a la Ciudadela? - le preguntó ella.

Él sacudió la cabeza.

-No puedo abandonar a mi madre a su suerte- contesto él- Y de todas formas no podría acompañarte a la Ciudadela. Recuerda que soy un desertor, puede que me den por muerto allí, pero cualquiera podría reconocerme y pese a la muerte de Grixin no podemos saber si la Ciudadela es un lugar seguro para nosotros.

Axlin suspiró con cierta tristeza.

-Estamos ya muy cerca de la Ciudadela- hizo notar- Llegaremos mañana antes de la puesta de sol.

Xein asintió.

Los dos sabían que posiblemente aquel fuese el último momento que podrían compartir a solas antes de que el resto despertara.

-Esto es una despedida- dijo Axlin expresando en voz alta los pensamientos que ambos compartían.

-No perdamos el tiempo entonces- sugirió el Guardian tras unos instantes.

Xein se inclinó sobre ella y la besó de nuevo lentamente. Axlin enredó sus dedos en sus cabellos atrayéndole más hacia ella.

Quería resistirse, pero la certeza de que esta era su última noche juntos, de que quizá tardarían mucho en volver a encontrarse, derribó sus últimas reservas y se decidió a él con toda su pasión y cariño.

ɢᴜᴀʀᴅɪᴀɴᴇꜱ ᴅᴇ ʟᴀ ᴄɪᴜᴅᴀᴅᴇʟᴀ -ɪᴠ- ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ᴅᴇ ʏᴀʀʟᴀxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora