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Ixa preparó una buena cena aquella noche. Los cuatro cenaron juntos en el enorme salón de la Fortaleza y cuando terminaron de cenar, la chica los condujo hasta sus dormitorios sosteniendo un candil por encima de sus hombros.

Les dejó instalarse en una habitación amplia con dos camas y una alcoba algo más apartada para una sola persona. Rox le agradeció el gesto a Ixa con la mirada, a pesar de ser Guardiana seguía necesitando un poco de privacidad.

Antes de despedirse, y desde el umbral de la puerta Ixa los miró fijamente.

-Se que tenéis muchas preguntas- dijo con cierta suavidad - Mi hermano y yo queremos llevar a cabo un proyecto que llevamos planeando muchos años.

Necesitamos este lugar para ponerlo todo en marcha, y bueno... Quizá vosotros podríais sernos de ayuda. Yo estaría dispuesta a hablaros de nuestro proyecto, pero no creo que a mi hermano le parezca buena idea. Sin embargo, creo que si estos días, me ayudáis a reconstruir este lugar, puede que Rauxan os mire con otros ojos.

Los Guardianes cruzaron una mirada.

-Te ayudaremos en lo posible- dijo finalmente Rox.

Ixa esbozó una leve sonrisa.

-Eso está bien- dijo- Sin embargo, ya sabéis que cada enclave tiene sus normas, y aunque este lugar no sea precisamente un enclave, también debéis seguir unas directrices: El desayuno es a las ocho de la mañana, si no llegáis a tiempo, no hay desayuno y os aseguro que sería una lástima que os quedarais sin desayunar porque yo preparo unas tortitas riquísimas- añadió con orgullo- Despues del desayuno, comienza el trabajo. Yo os indicaré que debéis hacer, pero no quiero veros rondar cerca de Angux ¿queda claro?

Los tres asintieron.

- ¡Ah! Una última cosa- dijo antes de marcharse- Está permanentemente prohibido acercarse a las cuadras de los monstruos durante la noche. Ni se os ocurra hacerlo o lo lamentaréis muy seriamente...

Rox frunció levemente el ceño.

-Bueno, que durmáis bien- dijo Ixa alejándose ya por el pasillo- y hasta mañana. ¡Recordad que el desayuno se sirve a las ocho, quiero que seáis puntuales!

Habían pasado ya varios días desde que Trix, Rox y Yarlax habían llegado a la Fortaleza, y despues de todo, Ixa había resultado ser una excelente anfitriona, aunque seguía manteniéndose reacia a hablarles sobre aquellos extraños monstruos que guardaba en aquellas cuadras.

-Cuando regrese mi hermano- decía siempre- Podréis preguntarle a él todo lo que queráis, aunque, sinceramente, no creo que os responda.

Lo único que Ixa había querido compartir con ellos era que ella y su hermano Rauxan habían llegado a la Fortaleza hacía varios meses. Les solía hablar de un magnífico proyecto que por el momento no podía compartir con ellos. Aquel proyecto se llevaría a cabo en la Fortaleza. Ixa les contó que a ambos les había parecido un lugar ideal y llevaban muchos meses reconstruyéndola, sin embargo, aún quedaba mucho trabajo por hacer.

Así pues, cada mañana, Ixa le ordenaba a cada uno diferentes tareas para llevar a cabo y los Guardianes obedecían sin rechistar las órdenes de la chica.

Yarlax y Rox comenzaban a sentirse cómodos en la Fortaleza, en cambio Trix se había mantenido serio desde que habían llegado al lugar. Miraba con desconfianza las cuadras cada vez que pasaba a su lado.

Una noche, tras la cena los tres se fueron a su dormitorio. Yarlax se dejó caer en su cama y Rox se dirigía a su alcoba cuando ambos se percataron de que Trix se había quedado de pie y los miraba fijamente.

- ¿Qué pasa? - dijo Yarlax incorporándose un poco.

Trix frunció el ceño.

- ¿Es que no os dais cuenta? - dijo- Hay monstruos en esas cuadras y en vez de matarlos estamos siguiendo las órdenes de su loca dueña.

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ɢᴜᴀʀᴅɪᴀɴᴇꜱ ᴅᴇ ʟᴀ ᴄɪᴜᴅᴀᴅᴇʟᴀ -ɪᴠ- ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ᴅᴇ ʏᴀʀʟᴀxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora