T/n llega al Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokyo recomendada por su profesor Satoru. En él, conocerá como estudiante de primer año, a compañeros como Fushiguro, Kugisaki e Itadori. No obstante, nunca imaginó que, además de perfeccionar s...
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-No puedo creer que literal me separo de ustedes no sé... ¿una hora y algo? ¿Y sucede esto? – Suspiro cansada, tuve que poner el móvil en altavoz para que el peliblanco frente a mí no se perdiera la conversación - ¿Ósea que Itadori tiene un hermano perdido? Apareció el chico de segundo de año y de primera quería matar a Yuuji, pero después ¿No?...
Joder.
-Sí...bueno, nos separamos...Maki-senpai fue a buscar armas malditas, Choso se quedó con Tengen-sama y no es el hermano perdido...joder... y bueno – Suspira cansado - Yuta fue a ver el tema del juego que se está ejecutando...Ah...y Gojo destruyó todo para poder sacarlo del sellado – Dice en voz monótona el azabache a través de la línea.
-Joder... - Toge sólo observa en silenció el móvil atento – Es mucha información para procesar... - Me masajeo la cien con mi índice – Yo aún sigo en la escuela con Toge...estábamos buscando provisiones, pero por lo que me dices, creo que tendré que ir a buscar más dagas.
-Oh... pues...bien – Escucho como resopla algo cansado Fushiguro – Te enviaré la ubicación al móvil, estamos donde las peleas clandestinas intentando de convencer al chico de tercero que nos coopere.
-Bien – Tomo la mano de Toge – Iremos lo antes posible, me avisas cualquier cosa.
-En caso de...ni se les ocurra decir que son de la escuela de hechicería – Advierte.
-Entiendo, te llamo cualquier cosa Megumi, suerte – Colgamos a la vez.
-Algas... - Suspira el peligris.
Levanto mi vista haciendo que nuestras miradas choquen, sólo me limito a hacer un mohín con mis labios, frustrada de toda la situación en que estamos viviendo.
Si tan sólo Gojo-sensei estuviera aquí, probablemente las cosas serían distintas.
-Tengo que ir al almacén a buscar mi cinturón con dagas...Gojo-sensei me solicitó uno, pero me dijo que lo usara en caso de extrema urgencia, porque sólo había entrenado usando una daga.
-Salmón.
Siento como el apretón de nuestras manos se intensifica.
-Estoy cansada – Le doy una sonrisa leve – Ya quiero que todo termine, pero bien...
-Salmón – Asiente con su rostro.
-Bien...andando.
Comenzamos a devolvernos a la zona donde se guardan los utensilios y armas de entrenamiento de la escuela, y los de cada estudiante que se le soliciten según su profesor.
