Acto 3: En construcción (Ougai Mori)

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Entonces, esto es lo que paso.

Apenas tuvo tiempo de masticar el triste trozo de carne que no alimentaria ni a Karl cuando apareció aquel hombre al que Guild había catalogado como "Peligro, huir de su presencia" Mori Ougai.

Perfecto.

Ahora se hallaba rodeado de distintos postres que una aterradora niña rubia comía alegremente (Poe no quería saber que era esa chica, la ignorancia es felicidad) en una cita junto al más aterrador jefe de la mafia y su antigua cita observando todo sumamente celoso pero fiel a su jefe.

Aunque, para el caso, todos en la sala se hallaban celosos y enamorados de Edgar también, algunos ya de antes, otros probablemente se enamorarian de el de todas formas ¡Poe no podía vivir encerrado para siempre!

"Entonces, uh Mori-san ¿Le gusta leer?" Esta era la cita más incomoda de la vida de Edgar y era solamente su segunda cita.

"Suelo leer bastante sobre teoría y estrategia ¿Has leído a Schellinger? ¿O tal vez Kissinger?" La pregunto al escritor de novelas de misterio que jamás había tocado un libro militar en su vida.

"Uh..." Locuaz. ¿Acaso esta cita podía ser peor?

Respuesta corta: si.

Y mucho peor.

"Mori-sensei." Hablo el presidente de la Agencia de todas las personas. Esto ya no podía empeorar ¿verdad?

"Poe-san, venga con nosotros por favor." Ah, también estaban Nakajima y Dazai que lo miraba como si quisiera matarlo ahí mismo.

¿Quién faltaba en esta fiesta? ¿Fitzgerald? ¿Lovecraft? ¿Algún otro miembro de la Port Mafia?

La puerta se abrió y Edgar temió por su vida.

"Señor, aquí tiene su postre." Ah, era sólo el mesero, gracias a Díos.

"¿Puedo terminar mi plato primero y, uh, luego acompañar a los agentes?" Prácticamente susurró las palabras, detestaba ser el centro de atención y mucho más detestaba serlo de un mafioso que era el líder de la Mafia también.

"Adelante, Poe-kun. Seguiremos con nuestra agradable charla en otro momento. Ahora, Fukuzawa-dono ¿Qué se le ofrece?" Y Edgar salió de ahí lo más rápido que pudo porque, diablos, esos dos hombres tenían una tensión sexual tan grande que incomodaria hasta a su pobre mapache.

"Vamos Karl, no quieres ver esto." Siguió a los agentes que lo miraban amorosa y asesinamente respectivamente.

"Ah, umm, Poe-san..." Murmuró el tímido albino y ¿siempre había tenido unos ojos tan hermosos? No, concentrate Edgar, no todos los hombres son hermosos. "Se que ya acaba de comer y eso, pero... ¿Le gustaría tomar algo en el café de la Agencia? Tienen unas tostadas deliciosas." Y Poe no iba rechazar aquella amable oferta, aquel platillo que comió en el restaurante era tan grande como la palma de su mano y tan insípido como un trozo de roca.

"Nuh-uh, Atsushi-kun, no vinimos aquí por eso." El castaño eliminó las esperanzas del más joven que bajo la cabeza como si fuera un cachorro regañado y a Poe le dieron ganas de agarrlo de las mejillas para que quitará esa expresión desconsolada de su rostro ¡Le estaba rompiendo el corazón!

"De acuerdo, Dazai-san..." Y ahora estaba haciendo un puchero tan tierno que tenía a Edgar chillando mentalmente.

"En cuanto a ti, Poe-san." Oh no. Ya no más Eddy-kun. Mierda. "Vendrás conmigo." Sonrió de manera aterradora y, de repente, su cita con el jefe de la mafia parecía sumamente agradable.

"¡Pero, Dazai-san, usted nunca hace bien su trabajo! Déjeme que me encargué de esta misión, por favor." E hizo unos ojos de cachorrito a los que ni el mismísimo Diablo se negaría a obedecer. Por un segundo, Poe se sintió salvado.

¡Por el amor de Poe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora