Acto 4: Del amanecer, del anochecer (Michizou Tachihara)

1.3K 172 59
                                    

"Entonces, tu debes ser Edgar Allan Poe." Afirmó una bella mujer pelirroja ¿Por qué toda la gente de la mafia tenía que ser bella?

"Diría que si, pero no fue una pregunta." Dijo y la dama que suponía era Ozaki Kouyou sonrió.

"Aprendes rápido, señor Poe. Ven conmigo, te llevaré a tu residencia temporal. Es a prueba de habilidades así que deberías estar seguro de ataques externos." Y de no enamorar a cada persona en medio kilómetro no se dijo, pero alivio a Edgar.

Caminaron por un largo corredor oscuro apenas iluminado por los vitrales de colores rosados y violetas. Era irónicamente gracioso como un lugar tan lleno de maldades e impureza tuviera aquellas imágenes que eran originalmente utilizadas en los sagrados edificios religiosos.

Dieron varios rodeos por salas vacías que Poe supuso no eran importantes, dudaba que la mafia le dejara ver sus sitios más vulnerables, hasta llegar a una gran puerta de metal.

"Esta es nueva habitación Poe-san. Esperamos que se sienta cómodo y por favor, avíseme si necesita algo con este teléfono." Le dio un quemador y, por un segundo, Edgar creyó que al fin todo estaría bien.

"¡Kouyou-san!"

Y la expresión preocupada y enojada de la mujer fue la respuesta a los peores temores de Poe. Parece que tenía un nuevo pretendiente. Genial.

"Tachihara Michizou." La mujer dijo decepcionada y furiosa haciendo temblar al otro hombre pelirrojo (¿Todos en la mafia eran pelirrojos y homosexuales?) y al propio Edgar. De verdad no quería hacer enojar a aquella dama.

"Si, ese soy yo, ja ja ja..." Rió nerviosamente el joven sólo para posar su mirada en Poe cambiando su expresión aterrada a una de cachorro enamorado. "Ah, no sabia que tenía compañía. Soy Tachizou Michihara ¡No! Digo, ejem, soy Tachihara Michizou. Si eso es, ¿lo dije bien...?" Oh no, ¿Acaso Edgar era su primer amor o algo? Lo sentía mucho por el joven, pero era francamente adorable.

"Un placer, Tachihara-san. Soy Edgar Allan Poe, un gusto." Respondió porque Poe era todo menos maleducado.

"Ah, un gusto Poe-san." Dijo con una sonrisa boba que era francamente graciosa. Aunque a la mujer pelirroja no le estaba divirtiendo aquella escena para nada.

"Tachihara, responde mi pregunta ¿Qué fue lo que les ordenamos hacer a todos los miembros de la mafia excluidos yo y Mori-san?"

"Uhh, no venir al ala este del edificio, señora."

"Y, dime, Michizou ¿Qué hiciste?"

"¿Fui al ala este...?" Ozaki lo miro con decepción. Poe no sabia si intervenir u observar aquella bizarra interacción para sus novelas.

Antes de que pudiera evitar una masacre, se escuchó una tos desde el otro lado del pasillo. Edgar no sabia porque una tos sonaba tan aterradora.

"Tachihara." Gruño una voz enojada y el mencionado palidecio mortalmente.

"Akutagawa-kun, ¿Qué estas haciendo aquí?" Pregunto una mortificada Kouyou.

Lenta y mortiferamente apareció el dueño de aquellas toses. Y, de repente, Poe recordó quien era ese tal Akutagawa. El ¿enamorado? de Nakajima.

'No otra vez.' Pensó, ahora si que era una gata rompe hogares.

Pero, contrario a sus temores, el azabache sólo lo miro con desagrado y, a no ser que esa fue a su manera de mostrar amor, no parecía haberse enamorado de Poe y ¿acaso no le gustaban los hombres también? ¿podría haber una excepción a la causa?

"Vine a buscar a una estúpida cucaracha." Miro con asco a un avergonzado Tachihara y Edgar no podía comprender como alguien tan amable como Nakajima estuviera enamorado de aquel hombre. Los opuestos de atraen dicen.

"Muchas gracias, Akutagawa-kun, asegúrate de que no se escape de nuevo." Golpeó al pelirrojo con su parasol elegantemente y se dirigió a Poe. "Si ya no hay más interrupciones, sigame, lo guiare a su habitación."

Y antes de que Tachihara pudiera decir un "Pero...-" el azabache lo agarró del cuello y lo llevo a rastras hacia algún lugar de la mafia.

"Uh, Kouyou-san, sobre Akutagawa-san...¿Acaso no le interesan los hombres?" Aún así, le causaba curiosidad la reacción del pelinegro ¿Era así cuando estaba enamorado?

"Jinko..." Murmuró una palabra que no pudo comprender muy bien. Parecía que el tema le avergonzaba y la curiosidad de Poe aumentó.

"Disculpe, no la pude oir bien ¿podría repetir lo que dijo...?"

"Jinkosexual. Su único deseo es... el Jinko."

Ah.

Si, claro, tiene sentido.

"Los japoneses son gente muy rara."

Kouyou asintió.

"Estas son las llaves y la contraseña. Puede cambiarla siempre que nos avise con 24 horas de antelación. Ahora si, si no hay más dudas o interrupciones, lo dejo a su gusto."

Poe no tenía dudas esta vez, a si que se despidió de la mujer y entró en su habitación.

Por supuesto que el cuarto era asquerosamente extravagante, como todo el edificio que pudo ver.

Cortinas de terciopelo rojo, pisos encerados en los que podía ver su reflejo, paredes blancas impolutas y muebles de maderas finas limpios de cualquier mota de polvo. Se sentía como en su mansión.

En otro momento se habría detenido a leer los libros dejados en las estanterías o a disfrutar de la enorme bañera con jacuzzi donde tomaría un burbujeante trago de champagne.

Pero no ahora. La cama king size lo llamaba tentadoramente pero Poe tenía un misión. Descubrir este misterio, recuperar a Karl y eliminar la maldición. No en ese orden, probablemente.

Pensado, Poe escribió.

Y escribió.

Y siguió escribiendo hasta que salió el sol.

En algún momento se había dormido porque el reloj ahora daba las 9 y le habían dejado el desayuno.

Pero no fue la agradable comida americana lo que llamó la atención. Fue la carta sin remitente que había debajo del plato.

Parece que Edgar tenía un ferviente admirador.

Agradecido por su corazonada de llevar consigo aquellas cartas misteriosas, las comparo una por una. Eran ocho en total, una por cada día desde que su maldición empezó, y no podía evitar sentirse encantado por las palabras que allí se hallaban.

La parte pragmática y racional de su cerebro le decía que esas cartas eran peligrosas, que debía entregarlas como una pista a los detectives, pero su corazón se negaba.

Era tonto pero sentía que aquellas cartas eran sinceras, sólo una manera cliché de confesarse a su enamorado.

Y hablando de enamorados...

"Hola, Poe-san." Tachihara entró con, lo que supuso, era el almuerzo. El reloj decía que eran las 14 y ¿tan rápido había pasado el día?

"Tachihara-san ¿Que hace aquí?" Pregunto resignado, al fin y al cabo, nada podría detener a un joven enamorado, y mucho menos a un idiota enamorado.

"Se que no puede salir de su encierro pero ¡Tienes que ver esto!" Dijo emocionado el pelirrojo y Poe se preparó para cualquier cosa.

No estaba preparado para esto.

"Poe-san, lo necesitamos. Ranpo ha desparecido."

Y el mundo empezó a desmoronarse.

El espectáculo estaba llegando a su punto culminante...

¡Por el amor de Poe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora