La oscuridad formó gran parte de sus vidas.
La luz escaseó en ambas almas.
Sus padres no fueron Héroes como los niños deberían creer que son sus padres.
Dos sangres puras, obsesionados con la pureza de sangre, despiadados y sin remordimiento, con clara preferencia hacia sus hijos.
Un padre violento y alcohólico, con fobia a la magia. Una madre sumisa y sin deseo de defenderse a ella misma o a su hijo, sin voluntad propia.
El dolor caló profundo en sus corazones.
Dos máscaras totalmente diferentes, pero máscaras al fin y al cabo.
Pero cuando no tenían nada, o eso pensaban, un castigo fue una luz al final de un oscuro y tétrico túnel donde sus padres los obligaron a estar.
Un castigo que recordarán por el resto de sus vidas, uno que cambió su modo de pensar del otro.
Este consistía en encerrarse por una hora en una habitación, solos, y la sala les proporcionaba preguntas, debían ser respondidas con la verdad, si no, no podrían salir hasta que respondan correctamente la pregunta.
Se fueron conociendo poco a poco, descubriendo cicatrices y heridas sin cerrar, esa sala se convirtió en su lugar seguro, junto con la persona de enfrente.
Nunca pensaron que estar juntos iba a ser tan tranquilizante, pacífico y tan dulce, estar juntos como pareja, compartir besos, abrazos, tomarse de las manos y poseerse el uno al otro durante horas.
Ahora, frente al altar, delante de sus amigos, considerados familia, estaban ellos dos, casándose sin ningún remordimiento, ninguna duda en su mente o alma.
Sus votos fueron dichos y los anillos puestos en sus dedos.
El beso los unió, mientras una estela de magia ataba su núcleo mágico al otro, reconociéndose como esposos, compañeros y confidentes.
El brindis, las lágrimas, los gritos, las felicitaciones y los abrazos.
Juntos en la pista de baile danzaban una canción solo para ellos, nunca apartando su mirada del otro, concentrándose en sus ojos, negro y gris, ónix y plata líquida, las estrellas y el oscuro manto de la noche fundiéndose.
Los lugares donde tocaban el cuerpo del otro quemaba, un fuego caliente y excitante, haciéndoles esperar con ansias la noche de bodas.
Gracias a todos los astros lograron escapar de sus invitados hacia su hogar, el primer lugar al que ellos pudieron llamarlo así. El deseo de tocarse y unirse era muy fuerte, casi doloroso, deseaban sentirse.
Las caricias y los besos, las manos pícaras despojando la ropa, sin importar que esta se desgarre o terminase en el suelo.
Deseo.
Amor.
Lujuria.
Sirius puso tres dedos en la boca de su ahora esposo, y este, encantado, los llenó de saliva, esperando a que se dirigiese a su fruncido ano, esperando con ansias la preparación, deseando ese placer combinado con un poco de dolor y ardor que lo llevaba al paraíso mismo. El de ojos grises no tardó en meter uno, el dedo medio, observando como Severus se comía su dígito mientras su boca soltaba pequeños jadeos. El segundo entró, simulando tijeras, el de pelo negro empezó a removerse en la mullida cama, lentamente. El último dedo entró en su cavidad anal, estirándolo para la deseada penetración.
Los suspiros siguieron por varios minutos, los gemidos tomaron fuerza, Severus no podía esperar más, así que le dio permiso de ir más allá.
Como de costumbre, Sirius entró lento, pero no tanto como para desesperarlo, conocía a su Sev, no muy paciente.
Las embestidas comenzaron a un ritmo moderado, pero fueron tomando fuerza, golpeando su parar las paredes de su esposo. En unos segundos más, su unto fue tocado, Severus arqueó la espalda, un gritito salió de su boca, el places recorrió todo su cuerpo, los escalofríos lo golpearon duro, dándole más deleite.
Se miraron a los ojos, apreciando el amor y deseo en sus pupilas, aquellos ojos se fundieron una vez más, mientras Sirius seguía moliendo ese punto especial volvieron a memorizar sus ojos, el color exacto, su forma, sus pestañas, el brillo tan especial, que era únicamente para el otro.
Siguieron por horas, en diferentes posiciones, Sirius no dejó por mucho tiempo su magullada entrada, Severus no se quejó en ningún momento.
Eran aproximadamente las ocho de la mañana, horas de sexo intenso los dejaron agotados, abrazados y sudorosos, llenos de la esencia del otro, Severus se sentía lleno, su entrada goteaba semen y Sirius tenía en torso sucio de la semilla de su Sevi.
Abrazados, y limpios gracias a un hechizo, se durmieron abrazados, su primera noche (día) durmiendo como esposos.
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un poquito más de 700 palabras :v, no es mucho, pero no se que escribir...
Así que no me ignoren como siempre y denme ideas (#`-_ゝ-)
Ideas plis 👉
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Extras ºLibertad al finº
FanficAquí escribiré pequeñas o grandes historias que sucedieron antes o después del one-shot ºLibertad al finº que está en mi cuenta. ✨🌜 Versatilidad 🌛✨ (mayormente Sirius top) Adelfa-