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Después de ese encuentro con mi madre, mis ganas de salir eran casi invisibles. Yo ya esperaba esa discusión, pero una parte de mí quería que hubiese sido diferente. Simplemente una conversación de madre. Preguntándome sobre qué he hecho durante este año que no nos hemos visto, eso se lo pasó por alto.

Las pinturas han sido mi escapatoria durante esta semana. La puerta principal no había sido tocada por mi parte. Noah a veces venía a visitarme y le ayudaba a organizar su fiesta de cumpleaños. Los preparativos se basaron en tarta, bebidas, ropa, invitados y las invitaciones. Había invitado a diez personas incluyendo a nuestro grupito oficial.

Noah deseaba que fueran todos. Se había esforzado en enviar invitaciones por correo. A su estilo.

Un domingo por la tarde, mis pensamientos estaban saturados y sin espacio. Quería liberar ese espacio. Podía salir a pasear al parque o ir a la discoteca.

Ese día los jóvenes no salían. Ellos se quedaban en casa preparándose para el siguiente día, el cual algunos irían al trabajo o a la universidad. No habría mucha gente, me gusta.

Hay momentos donde me encanta estar acompañado, riendo y hablando sobre tonterías. Aunque hay algunos donde el silencio es la mejor compañía. Aquel silencio puede ser ocupado por actividades sencillas que transmiten tranquilidad a uno mismo.

Había pasado un tiempo a solas, centrado en mis gustos. Deseaba ir a mover el cuerpo y reír con gente desconocida.

Unos vaqueros negros con una camisa de manga corta fueron la mejor idea que se venía a la cabeza. Dando un último vistazo en el espejo de la entrada, tomé mi camino hacía mi destino.

Una música de jazz se oía por el local. Personas de edad invadían el área de mesas. Se me había pasado que hoy era el día de bingo. Ellos gritaban de felicidad cada vez que un número de su papel se nombraba. Con una sonrisa en la cara me senté en la mesa donde mi grupito se reunían. Esa mesa la reservamos por un año. Cada enero pagamos en conjunto un dinero para que nadie más ocupe nuestro lugar.

Apoyé mi espalda en el respaldo del sofá.

Un movimiento fue captado por el rabillo del ojo.

Una chica se sentó en la mesa de al lado. Su cabeza estaba enfocada en la pantalla del móvil.

Una sonrisa tiró de mis labios haciendo que mi cuerpo se levantara.

-Bonne nuit, sexy étranger.

El móvil casi acabó en el suelo pero gracias a mi sexto sentido, fue rescatado.

-Et vous l'êtes?

-Ahora es la etapa donde mentimos sobre que nos conocemos ¿no?- ocupé un sitio junto a ella

Su respuesta fue deslizarse al final del sofá y entrecerrar los ojos hacia mi dirección.

-Me he duchado, tranquila- bromeé apoyando los antebrazos en la mesa

-Je ne t'ai pas demandé si tu prenais une douche

-Yo no te di una razón para ser borde conmigo- sonreí

-Y yo no te di razón para que te sientes conmigo- suspiró

-Por fin dejas de hablar francés.

-La mayoría de la gente que me oye hablar francés dicen que les pongo calientes- apoya los pies en la mesa con la espalda en el respaldo

-Eres caliente sin necesidad de hablar otro idioma.

-Aw- hizo un puchero-, ya te has enamorado de mí.

-Sí, nadie se resiste a esos movimientos de cadera- ironicé

-Cuesta mucho tiempo para obtener esos movimientos.

Mi voz se atragantó en la garganta cuando unas señoras se acercaron a nuestra mesa.

-Muchachos, dejen de pelear y vengan a bailar.

La mujer que dio la oferta de baile tenía el pelo por debajo de las orejas y el color grisáceo brillaba en él. Su vestimenta se trataba de unos pantalones azules oscuros con una camiseta básica blanca. Lo que más destacaba era su chaqueta con estampado de flores azules. Nos ofreció una sonrisa de oreja a oreja, al igual que la mujer de al lado.

Dirigí mi mirada hacia la mujer francesa que tenía unos buenos pasos de baile. Ella no quiso mirar hacia mi dirección, estaba ocupada sonriendo tímidamente a las señoras. Cogí su mano por debajo de la mesa, colocándolo en la superficie de la mesa.

-Aceptamos la invitación.

Ellas se alejaron hacia la pista de baile,donde las demás personas de edad bailaban una canción no conocida para mis oídos. Mi sonrisa no duró mucho dado a la hermosa respuesta de la chica pelinegra:

-¿Quién crees que eres para tomar una decisión por mí?

-No podemos decepcionarlas, se han gastado el tiempo para preguntarnos.

-No sé bailar este tipo de bailes- dirigió la mirada hacia los cuerpos moviendo

Los hombres bailaban con una mujer de una forma rápida. Empezaban bailando en una posición de vals para después alejarse y hacer pasos que había visto en series de los cuarenta. Los pies iban a una velocidad muy veloz, yendo desde el centro hasta alejarse y repetitiva mente lo mismo.

Los dos parecíamos idiotas inclinando la cabeza a un lado mientras visualizábamos una representación de la discoteca de años atrás.

-Me voy a marear dando tantas vueltas.

-Estaría guay verte vomitar en una maceta- sonreí de lado

-Prefiero vomitar encima de tus zapatos caros, no quiero que una planta huela mal.

Que considerada.

-Ahora tengo ganas de ir, vamos a mover el cuerpo- movió los hombros al ritmo de la música

Sin decir nada, se dirigió hacia la pista. Casi le solté un insulto por no haberme avisado. Ninguno de los dos sabía qué hacer. Improvisaremos.

-¿Preparado?- se burló en mi cara

-Preparado -miré al frente-. ¿Preparada?

-Nací preparada.

Nos acercamos al otro y empezamos a imitar a una pareja que había al lado nuestro. Parecíamos unas gallinas pérdidas. Nos reíamos a cada segundo que movíamos los pies. Mirar hacia abajo era de las últimas opciones de hacer, porque me mearía de la risa.

Nuestras risas cesaron cuando la mujer pasó por encima del hombre juntando sus espaldas. No queremos matarnos. Sería una muerte muy ridícula.

Yo quería morir de un modo espectacular.

Nuestros pies se quedaron pegados en el suelo. Nuestras miradas se conectaron otra vez. La suya me transmitía un <<Debemos hacerlo>> pero el mio enviaba el mensaje contrario. Nuestro lazo se rompió gracias a una mano entrometiéndose entre nosotros:

-¿Señorita?

La chica asintió y accedió cogiendo la mano del señor.

Te has quedado solo.

Ella prefirió irse con un señor que tenía más experiencia. Experiencia en este baile. Retrocedí un paso chocando con la mujer de antes.

-¿Sin pareja?

Con el asentimiento para responder la pregunta, me pasé la noche bailando con mujeres mayores y a veces con un señor con el pelo multicolor; Era divertido. Hace mucho que no lo hago de esta manera. De las pocas que salgo a bailar, esta ha sido una memorable. Lo recordaré de por vida.

Enredé mi mano con la de la francesa.

-Vous avez l'air heureux, mademoiselle.

No hicieron falta las palabras, esa sonrisa en sus labios me lo confirmaron.

El Despertar De La NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora