Los rayos de la luna se asomaban por la ventana del auto.
Apenas salió del trabajo eh iba en camino ah si hogar con su amada esposa de aproximadamente cinco años de relación—contando con los del casamiento—era agotador cada vez le dejaban más papeleos y no le daba tiempo de mensajear con ella o simplemente mandarle los buenos días.
La empezaba ah entrañar, llegaba muy tarde y al entrar ah su habitación compartida la encontraba dormida—tranquilamente—era muy pocas las veces que le daban un respiro y unos días sin trabajar, el jefe era bueno y amable pero el trabajos los papeleos y las firmas no lo eran.
La noche era fría apenas empezaban el inviernos faltaba que empezara ah nevar los autos paseaban de un lago al otro, suponía que iban de regreso ah su hogar quien los esperaba, el cuerpo le pesaba no tenía los mejores ánimos de manejar pero tenía que hacer si lo que quería era llegar y estar con su amada.
Tuvo la suerte de hoy salir temprano, el jefe—Kagaya Ubuyashiki—les dejó ah el y sus amigos salir temprano, agradecía mucho ah aquel hombre.
Entro al auto y busco las llaves en su saco, al encontrarlas encendió el auto y empezó ah manejarlo, estaba silenciosa la carretera—además de los autos—el camino era medio corto en auto, en caminata si era muy largo.
Al llegar estacionó el auto y quito las llaves, al salir dijo que las luces aún seguían prendidas no lo admitiría pero le alegraba saber que aún su amada seguía despierta, se llevaría una gran sorpresa al verle temprano en casa.
Con paso tranquilo pero inquieto se adelantó ah la entrada de su hogar mirando la puerta recordando los momentos más hermosos sucedían al entrar allí, tantos años de amor y risas—de parte de los amigos de el y de su compañera—que se encontraban adentro de ese acogedor lugar y permanecerán ahí asta que la vida o el destino se lo permita.
Al abrirle una brisa de calidez y olor ah comida invadieron sus fosas nasales, definitivamente le encantaba tanto regresar ah su hogar y ser invadido así.
Escuchó ruidos provenir de la cocina, suponía que aún no terminaba de hacer la cena y aún no se daba cuenta de su presencia.
Ah pasos tranquilos detrás de el cerro la puerta silenciosamente y fue en dirección ah la cocina, ahí se encontró con la figura de su esposa, de espaldas moviéndose de un al otro, se veía muy hermosa con esos ajustados pantalones negros acompañados con una playera de cuello blanca y su cabello recogido en una coleta alta.
Su cuerpo era precioso, su cintura se marcaba las piernas delgadas sus brazos con poco músculo de igual hacer ejercicio cad a vez que ellos iban, su figura la hacía ver frágil pero ella un poco fuerte al defenderse y más la parte de su frente.