𝕿𝖊𝖆𝖗𝖘

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Podrás responder a mis preguntas cuando te atrape, Kira.

Aquellas palabras finalizaron aquella transmisión en la que el misterioso detective detective L le había hablado directamente a Kira, la pelinegra estuvo atenta a la transmisión, lo odiaba como persona pero lo respetaba como detective.

—Algún día harás que te maten —susurró dándole una calada a su cigarro mientras veía a su gata dormir a su lado, aún teniendo las palabras del detective en su mente.

No podía negar que le interesaba resolver el caso, pero también simpatizaba con algunos ideales de Kira, no podía decir que hacía lo correcto asesinar criminales, hay varias cosas que tener en cuenta y estaría cayendo en una doble moral, tal vez en lo que en realidad le preocupaba era que el asesino terminara con su vida, a fin de cuentas, ella también era una criminal y al igual que todos los humanos, buscaba su supervivencia. No conocía personalmente al asesino como para saber qué es lo que quiere lograr. Al pensar en los crímenes y criminales algo en ella se removió, en lo profundo de sí sabía muy bien que solo era una criminal por el infantil deseo de llevarle la contraria a L y por la adrenalina que eso le provocaba, si embargo, había sido criada en la Wammy's House, llevaba el ser una detective en su alma; después de meditar un poco, se levantó asustando a su gata y mientras escuchaba sus maullidos tomó su laptop, iba a resolver algún crimen bajo uno de sus muchos seudónimos.

 Al pensar en los crímenes y criminales algo en ella se removió, en lo profundo de sí sabía muy bien que solo era una criminal por el infantil deseo de llevarle la contraria a L y por la adrenalina que eso le provocaba, si embargo, había sido cria...

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Ya había acabado de resolver dos homicidios y un secuestro, habían pasado seis horas exactamente, ya estaba algo oxidada pero aún le sorprendía la ineptitud de la policía; se estiró al estar incómoda en la posición encorvada que había adoptado sin darse cuenta, desvió su mirada al televisor que iluminaba la oscura habitación, se sorprendió al ver una foto de sus amigos, rápidamente se paró y fue a buscar el control de la televisión para volverle a encender el sonido.

Los cómplices identificados en el robo a la joya de la emperatriz Catalina la Grande fueron hallados muertos en su celda esta misma tarde, el alemán Seth Käufer y la señorita Jessica Leblanc, víctimas de un ataque al corazón ¿Será este un ataque del misterioso asesino Kira?

Al escuchar eso la pelinegra dejó caer el aparato y las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, conoció al pelirrojo desde hace un año, solo era un niño, se había encariñado mucho con él. Se sentía culpable, ella lo había llevado por el camino de la delincuencia aprovechándose de su talento con la informática y la necesidad de criar a su hermana menor. Suspiró y miró hacia la ventana más cercana, ya era diciembre y la nieve caía, se levantó tomando su teléfono con ella, debía organizar funerales adecuados y ver qué hacía con la familia de sus amigos.

Pasadas las horas, la pelinegra comenzó a dudar, una parte de ella quería llamar a L y decirle que aceptaba su oferta de trabajar juntos, sentía que se lo debía a sus fallecidos amigos, pero su parte egoísta y egocéntrica quería resolver el caso s...

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Pasadas las horas, la pelinegra comenzó a dudar, una parte de ella quería llamar a L y decirle que aceptaba su oferta de trabajar juntos, sentía que se lo debía a sus fallecidos amigos, pero su parte egoísta y egocéntrica quería resolver el caso sola, era hasta cierto punto arrogante, no tenía todos los recursos para llevar a cabo una investigación de tal magnitud, un asesino que mata sin estar presente era algo... «Sobrenatural», ¡Ni siquiera había comenzado una investigación por su cuenta! Después de meditar por un tiempo se decidió, llamaría a L, pero había un detalle, su ego se lo impedía.

—Tsk, no seas tonta —se dijo a si misma, dándose un empujón para hacerlo.

Hazlo por ellos.

Encendió su teléfono y buscó el contacto de aquel detective, bueno, de Watari, tal cual el pelinegro no tenía uno, le molestaban. Marcó a aquel número y esperó a que contestara; un tono... Dos tonos... Tres tonos... Cuatro tonos.

—¿Hola?

—Hola, Watari.

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Tarde, muy tarde, y corto, pero seguro.

Una disculpa por no publicar, tampoco estoy muy segura de cuándo publicaré el capítulo, pienso escribir unos cuantos más para tener lo suficiente para una actualización semanal sin estresarme tanto.

Voten y comenten, me ayudarían a motivarme para escribir.

27/12/21

Publicado 3/01/22
Próximo: indefinido.

𝕬 𝖑 𝖜 𝖆 𝖞 𝖘   𝖞 𝖔 𝖚 ~𝔩   𝔩 𝔞 𝔴 𝔩 𝔦 𝔢 𝔱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora