Capitulo VII

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CAPÍTULO 7

En el instante en que me relajé contra él, todo cambió, sus labios pasaron de suaves y tiernos a rudos y demandantes, de amables y tentativos a exigentes y desesperados, y yo estaba en las mismas, rodeé su cuello con mis brazos y me paré de puntillas, adhiriéndome a su torso. 

Percibí el retumbar de su pecho, se inclinó y con sus brazos a mi alrededor, me alzó, jadeé y él aprovechó, su lengua entró y me saboreó en detalle; acarició la mía, delineó mis dientes, con cada lamida, me empujaba más cerca del abismo, mi mundo vibró en un movimiento y supe que él caminaba hacia algún lado, cargándome como si no pasara nada, no miré, no me importaba, hundí mis dedos en su pelo y le devoré la boca, los labios, la lengua, me aparté y besé su cuello. 

Atrapé el lóbulo de su oreja entre mis dientes y su aliento entrecortado fue mi recompensa, tropezó e impactó contra un vehículo, el repentino clamor de la alarma nos separó, sobresaltados, me deslicé hacia abajo por su largo y sólido cuerpo, y solté una risa vacilante, me pasé una mano temblorosa por la cara y me detuve por un instante en mis labios, su mano se unió a la mía y sus ojos centellaron en la oscuridad, su pecho subía y bajaba, agitado, estaba tan afectado como yo, y eso me derritió por dentro aún más. ¿Qué me pasa? Había besado a infinidad de chicos, pero jamás sentí esto.

–Adoro el sonido de tu risa –su voz enronquecida abanicó mis labios.

–¿Te gusta?

–Sí, deberías reír más –tomó mi mano y me llevó tras él.

Lo seguí en silencio, a pasos apresurados, esta vez no protesté cuando me acompañó hasta el asiento del acompañante, tuve unos momentos de soledad, mientras él rodeaba la camioneta, sacudí las manos frente a mí con la esperanza de liberar parte de la energía acumulada y serenar el loco batir de mi corazón, pero no funcionó, abrió su puerta y escondí mis manos debajo de mi trasero, sentado, con las manos en el volante, miró hacia mí, no hizo falta más, toda apariencia de calma se esfumó.

Su mano se cerró detrás de mi cuello y me atrajo hacia él por encima del asiento, nuestras bocas chocaron, mis dedos se aferraron a su camisa, haciendo un bollo con la tela de algodón, y sentí su pecho firme y sólido, hasta eso me excitaba, claro que sus labios abrazadores ya lo habían logrado, mantuvo una mano en mi nuca, atrayéndome aún más, al tiempo que su otra mano bajaba hasta mi trasero y me transportaba encima de él, obediente, me senté a horcajadas de él, desesperado por estar más cerca, exclamando más al sentir la dureza de su erección entre mis muslos.

Voces y risas se filtraron débilmente, pero no me importó, estábamos en nuestro pequeño mundo abrigado dentro del vehículo, con los labios fundidos y los cuerpos enredados, no importaba nada más, di un respingo cuando un puño golpeó la ventanilla.

–¡Vayan a un hotel! –rio con estruendo un grupo que, presumiblemente, iba camino a su automóvil.

Me separé con la respiración entrecortada y miré su rostro, debajo del mío, todo en él me dejaba aturdido y encandilado, sus ojos refulgieron en la oscuridad de la cabina, su mano se deslizó por mi cuello acariciando mi cabello y apartándolo de mi rostro, era extremadamente hot, pero era más que eso, estaba en sus ojos, en la intensidad con la que me miraba, nada de eso me resultaba conocido, nada en cómo éramos el uno con el otro era similar a algo que hubiera experimentado antes, yo no tenía el control, ni de él ni de mí.

–Es una locura –susurré.

Me observó por un rato largo, sus dedos aún sostenían mi cabello apartado de mi rostro, el pulso en su palma latía contra mi mejilla al ritmo de mi corazón desenfrenado, y fue como si yo sintiera su vida entretejida con la mía, un pensamiento fantasioso, disparatado, pero allí estaba. Su mano en mi glúteo se cerró y me presionó hacia él, hasta que sentí su bulto firmé entre mis piernas, solté el aliento, pero no me aparté, de hecho, cerré los ojos y me dejé hundir en la deliciosa dureza que rozaba la mía.

2. Baekhyun I.UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora