Final

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Capítulo 21

Le dieron de alta en el hospital después de las dos de la mañana. Antes debieron
examinarme. Tomaron fotografías y catalogaron las heridas, que eran mínimas. El mismo oficial de policía que permaneció conmigo durante la noche y tomó mi declaración inicial nos acompañó hasta su auto, en el estacionamiento del hospital.

Me deslicé en el asiento trasero del patrullero. Chanyeol se sentó a mi lado y me rodeó con sus fuertes brazos. Solté la respiración, sin saber que la había reteniendo. No bien salimos del estacionamiento, apoyé mi cabeza en su hombro. Chanyeol se quedó conmigo en el hospital, sosteniendo mi mano como si nunca fuera a soltarme, y solo me dejó durante la examinación médica porque lo obligaron a salir. 

Llamó a Luhan y Kyungsoo, y me apoyó cuando insistí en que no hacía falta que vinieran. Hablé brevemente con cada uno y les aseguré que estaba bien. A Kyungsoo se le quebró la voz, y supe que estaba al borde de las lágrimas por lo que había ocurrido. Afortunadamente, no podía verme en ese momento, porque hubiéramos terminado los dos llorando como bebés.

–Gracias, Chanyeol –murmuré en el auto–. Por todo.

–Ni lo menciones. Yo…

–¿Qué? –insté en tono bajo, consciente del policía sentado en el asiento delantero.

–Debí estar ahí antes. Estaba trabajando en el cobertizo y dejé mi teléfono en la casa. Vine en cuanto vi tu mensaje.

Con una sonrisa cansada, jugueteé con sus dedos apoyados en mi pierna. Típico de él, echarse la culpa por no rescatarme.

–Estuviste cuando te necesité –bostecé y me acurruqué contar él.

–Hoy no –murmuró en un tono profundo y serio–. Te salvaste tú mismo.

–Es cierto, lo hice, ¿verdad? –sonreí, al tiempo que se me cerraban los ojos.

×××××

El olor a café y a huevos fritos me sacó del sueño. Mi estómago gruñó. Parpadeé y me froté los ojos. Los nachos de ayer eran una memoria lejana. Tenía puesta una de las camisetas de Chanyeol, ni siquiera recordaba haberme cambiado. Era evidente que la noche anterior me había agotado.

Sentado en la cama, observé la casa de Chanyeol. Él se movía en su cocina con solo
los pantalones de su pijama peligrosamente bajos alrededor de sus caderas angostas. Seguí las esbeltas líneas de sus músculos que se flexionaban y estiraban mientras se ocupaba del desayuno. Su cabello oscuro era una maraña alborotada. Todo en él era fuerza y vitalidad. Y mío, era todo mío. Una sonrisa lenta curvó mis labios.

Se movía con agilidad de un lado a otro, volcando el tocino y los huevos en los platos. Giró unos botones, apagando la cocina. Cuando el pan saltó de la tostadora, atajó las rebanadas calientes y las agregó a los platos. Con uno en cada mano, vino hacia la cama.

Sus ojos se iluminaron al verme sentado.

–Estás despierto.

–¿Cómo podía dormir con esos aromas en el aire?

–Una gran verdad –asintió con una sonrisa gigante. Hizo equilibrio con la comida y se sentó en la cama. Me pasó un plato.

–Esto parece un déjà vu –comenté, mientras mordía un trozo de tocino y estiraba la camiseta a modo de ilustración–. Supongo que fuiste tú quien me cambió la ropa –esta vez, al menos, no me sentí tan avergonzado.

–Te quedaste dormido en el auto.

–Ignoraba que vendríamos a tu casa.

–Quería tenerte conmigo –afirmó, sus ojos me observaban con cautela, como si esperara que saliera disparada ante sus palabras–. ¿Y puedes culparme? ¿Después de anoche?

2. Baekhyun I.UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora