【 𝐶𝑜𝑚𝑒𝑡𝑒 ¡𝑒𝑠𝑡𝑎! 】↠ 𝑴𝒆𝒘𝒈𝒖𝒍𝒇 !¡♡

Juntos.

Al día siguiente me desperté más feliz de costumbre, me sentía bien con Gulf, aunque creo que ninguno sabía bien como era una relación de novios.

—¿Crees que deberíamos dormir juntos?

Pregunté mientras tomaba asiento en el sofá y lo veía salir de su habitación.

—¿Qué?—me miró extrañado, aún bostezando.

—Pues eso es lo que las parejas hacen ¿No?

—¿Somos pareja?—frenó en seco.

Me quedé algo pensativo.

—Si... ¿O no?—contesté dudoso.

—Pensé que habías dicho que querías ir lento...

—Lo dije, pero me refería a ir lento en la relación...-le mire.—Espera...¿Entonces según tú que somos?

—Pues mejores amigos...—murmura sirviendo cereal.

—¿Eres idiota o qué? Los amigos no se besan...

—A veces si.

—Los amigos no se gustan.—objete.

—Claro que sí

—¡Ahg!—reclamé frustrado.—seamos novios entonces.

—¿Qué? ¿Estás seguro?—me dedicó una mirada llena de incredulidad.

—Si, no me gusta eso de mejores amigos...

—Pero por ser novios no debemos dejar de ser mejores amigos—comenta llevándose una cuchara a la boca.

Rodé mis ojos.

—Bien, si no quieres salir conmigo esta bien—me cruce de brazos cansado de las excusas de este.

Escuché como reía.

—¿Quién dijo que no quería salir contigo?

—Sólo pones y pones excusas...

—No son excusas, sólo, realmente quiero asegurarme de que tomes todo con calma.

Se acercó a mí, y se sentó a mí lado.

—Lo hago, pero...

—Shh, aún es muy pronto.—coloco un dedo en mis labios, incitando a callarme.

—Ayer dijiste que yo te gustaba mucho...—retire su dedo levemente.

—No tiene nada que ver.

Me levanté, y estire mi cuello, para seguir con mis brazos.

—¿Qué haces?—le oí.

—Me alisto.

—¿Para qué?

—¡Para hacerte mío!—velozmente, lo tomé de las caderas y me lo llevé como un bulto de papas, hacia su habitación.

—¡¿Mew?! ¡¿Qué demonios?! ¡Bajame!—pataleaba, pero era débil.

Corrí de puntitas a pasos grandes hasta llegar, ahí lo tiré hacia las colchas.

—¿¡Qué carajos eso de hacerte mío?!—en su voz había enojo.

—Lo que escuchaste.—terminé para abalanzarme encima.

—¿¡Qué crees que haces?!—peleó intentando zafarse.

—¿Qué prefieres, qué te haga mío ahora mismo...—susurre en su oído.—O aceptar ser mi novio?

Lo escuché estremecerse ante el cálido aliento que chocaba con su cuello.