Parte 18: Déjalo ir...

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Tras una hermosa velada, salieron a caminar tomadas de la mano. Ambas no podían evitar detallarse de pies a cabeza, se detuvieron junto a un árbol, mirándose fijamente.
Los ojos de la pelirroja se posaron en los labios de Julia y no dudo en dar el primer paso para eliminar la distancia entre ellas, la pelinegra cerro los ojos y correspondió con gusto aquel beso que no tardo en tornarse apasionado, generando ansiedad y deseo por más de parte de ambas.
Manos ansiosas recorriendo ávidamente el cuerpo de la contraria y piernas que parecían no poder sostenerlas. Sin dejar de besarse se apegaron a un árbol para recostarse. La pelinegra tomo de los rizos a Lena, atrayéndola más hacia ella, mientras la pelirroja poso su mano en el seno de Julia y siguió bajando por sus muslos, hasta su intimidad provocando un jadeo.

L: Quiero hacerte el amor - susurro en su oído.

J: ¿Y qué te detiene?

L: Aquí no, vámonos - mirándola con los ojos centellantes por el deseo.

Ni bien llegaron a la habitación, Lena no tardo en recostar a la pelinegra, sus manos empezaron a abrirse paso bajo la ropa, se deshizo de su brasier, acariciando y besando sus pechos, logrando estremecerla. Sentía que necesitaba más, por lo que no tardó en sacarle el vestido y las bragas, dejándola desnuda.
La pelirroja se deleitó observando el cuerpo de su chica, al cual la madurez y el ejercicio habían vuelto mejor de lo que recordaba, acaricio su piel, deslizo sus dedos por su intimidad y el interior de sus muslos; cuando la pelinegra se sentía a punto de explotar, Lena entro en ella de manera suave luego aumento el ritmo, Julia movía sus caderas al compás que ella marcaba, haciéndola llegar al rozar su punto de placer. La pelinegra exhalaba luego de tan grato momento, mirando a Lena mientras ella sacaba los dedos de su interior y se los llevaba a la boca de una manera sexy.
Ese pequeño y sensual gesto prendió a Julia, quien no tardo en prácticamente arrancar la ropa de Lena de manera ansiosa, beso sus labios, devoro sus senos; al sentir Lena a su chica dentro de ella le generó un placer que se hizo notar a través de sus sonoros gemidos. En medio de la pasión, invirtió la situación, dejando a la pelinegra bajo suyo. Se acoplo para sentirla mejor y comenzó a fundirse con ella frenéticamente, llevándolas al espacio por un momento. Esa noche, se amaron, olvidándose del mundo por unas horas.

J: ¡Oww! ¿Siempre será así?

L: Por supuesto que no, siempre podemos mejorar - dándole un corto beso, para después acurrucarse para dormir.

Los días posteriores fueron como una miniluna de miel para ambas, Lena dejo su trabajo de lado y tomada de la mano de su novia, como ahora la presentaba ante todos, recorrían la ciudad y sus atractivos turísticos. Se perdieron en las calles de LA, se tomaron muchas fotos, cenaron en restaurantes con hermosas vistas a la ciudad, fueron a bailar y hacían el amor de manera desenfrenada como si fueran 2 adolescentes.
Después de convivir por 1 mes, ambas estaban seguras de lo que sentían, querían estar juntas, sin ocultarse de nadie. Por eso, la pelinegra volvió a Moscú, con el propósito de dejar todo en regla y traer a sus hijos a LA a vivir definitivamente.
El día del retorno de la pelinegra, Lena hacía las compras en el supermercado, meditando acerca de cómo todo había cambiado desde que Julia retorno a su vida, quería mantener el equilibrio entre las 2 cosas, su relación y su carrera de solista. Se sentía ilusionada, optimista y con muchas expectativas de que todo se diera de la mejor forma para el futuro juntas.
Cuando de pronto un anaquel lleno de tampones y toallas higiénicas le puso los pies sobre la tierra, aquella simple visión hizo que abriera los ojos asustada y que por poco entre en pánico. Ella era irregular en su periodo, había meses que la regla no le venía por estrés, sobre todo cuando tenía una agenda apretada en t.A.T.u. y con tantos acontecimientos nuevos en su vida, "tal vez" se trate de eso.
Se dirigió a caja, pago por sus compras más 3 test de embarazo de diferentes marcas, prendió su auto y condujo en dirección a su casa. Con la bolsa de compras se dirigió a la cocina, bebió 3 vasos grandes de agua seguidos, reviso su calendario femenino y por poco se desploma al comprobar que el periodo no lo venia hace cerca de 3 meses, que coincidía precisamente con la única vez que se acostó con Sash, sin protección.
Se encerró en el baño, las manos le temblaban al momento de leer las instrucciones y los minutos parecían pasar más lento de lo normal mientras aguardaba los resultados.
Arrecostada en la pared, tomándose las mejillas, poco a poco fue cayendo al piso con los codos apoyados en las rodillas, nerviosa. El tiempo justo pasó y tuvo que aceptar la realidad, un bebé crecía dentro de ella.

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