Capitulo 7

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Era de mañana, el teléfono no paraba de sonar y eso hizo al omega levantarse de un movimiento, aún con algo de sueño se desesperó por el ruido

Lex: Clark, teléfono.. —vió cómo el otro no le respondía— ¡Clark, teléfono! ¡Clark!

Clark: ¿Si, qué? —responde con los ojos cerrados

Lex: ¡Clark! ¡¿Dónde está?!

Clark: bolso, a un lado —se acomodó para volver a dormir

El pelirojo tiró todas las cosas y sacó el teléfono de una buena vez

Lex: —contesta la llamada— hola ¡Hola! ¿Hola? —el hombre contesta— ¡Bruce! ¡Bruce, tesoro! —se levanta de la cama— ¿Estás ahí? ¿Hola? ¿Hola? —camina por toda la habitación— ¡La señal es horrible, Bruce! ¡Solo dame un minuto! —grita

Clark: ¡Lex! —dice enojado— ¡Deja dormir!

Lex: sólo dame un segundo —gruñe y mira mal al alfa, toma su bata y sale apresurado hacia el patio— ¡No cuelgues! —grito al teléfono, mientras bajaba las escaleras con rapidez y cerraba su bata con la otra mano— Bruce, lamento que sientas que te presione para ir con Oprah, pero... —cruzó la sala hasta llegar a la puerta que daba al patio trasero— claro que quiero que seas feliz —salió al pórtico de atrás y se colocó unas botas de caucho que había dejado junto a los demás zapatos— Bruce, todo estará bien. Puedo llamarlos y cancelar—en eso el pequeño labrador salió corriendo, persiguiendo a Lex, Krypto— tienes razón, Bruce. Claro que te escucho, si, me encanta escucharte, Bruce —el ladrido de Krypto hizo voltear al pelirojo— shh, sentado —ordenó en voz baja— no, no, tu no, Bruce —el cachorro aún sentado seguía ladrándole— Bruce, si puedo ser franco seria un enorme error cancelar, porque, Bruce, por muchos años me has... —el perrito se puso delante de el y comenzó a ladrar con fuerza, llamando la atención de unq enorme ave que lo observaba desde un árbol, el ave chilló y Lex volteó a verla, luego a Krypto— me has inspirado con tus hermosas palabras —el cachorro ladraba más fuerte— shh, ¡Estoy hablando!  —intentaba espantar al perrito, y el ave comenzó a dirigirse hacia ellos— y creo que es hora que el mundo también las disfrute —vió al ave volar sobre ellos— de palabras tan llenas de pasión, creo que todos deberían poder leerlas —el perrito siguió ladrando, el ave detuvo su vuelo y comenzó a bajar en picada hacia el pequeño labrador— Bruce, sólo quiero que seas feliz —el ave tomó al cachorro entre sus garras— ¡Dame a ese perro! — corre hacia el perro el cuál era elevado por el aire— ¡Ahora necesito que esperes un segundo! ¿Me das un segundo? —pidió al hombre al otro lado de la linea— ¡No te lo lleves! —le gritó al ave y le lanzó su teléfono pero no pudo darle— ¡Dámelo, dámelo, dámelo! —grito y el ave soltó al perro desde las alturas

El pelirojo corrió rápido y logró atrapar a Krypto

Lex: eso es, te tengo —corrió a recoger su teléfono— Bruce, Bruce, lo siento, lo siento, es que solté el teléfono. Bien, escucha Bruce —volteó a ver si el ave regresaba y así fué, por lo cuál comenzó a correr— no quiero convencerte de nada, pero es tu legado, este libro y creo que depende de tu legado a este mundo y... Y —siguió corriendo, volteó a ver de nuevo y el ave estaba a unos centímetros de su cabeza— ¡Dame mañana tu desición! ¡Mi teléfono estará encendido todo el día, adiós! —grito y el ave le arrebató el teléfono— ¡No, espera! No, no, no, no, no, no, no —alzó a Krypto para tratar de llamar la atención del ave— ¡Si lo quieres! ¡Aquí está! Dame el teléfono, ¡Llévatelo! —siguió al ave la cuál se alejaba cada vez más— ¡Toma al perro, dame el teléfono! ¡Cómetelo, dame el teléfono! —siguió corriendo alzando en sus brazos a Krypto con desesperación

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