Capitulo 3

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El omega pelirojo salió de la oficina y caminó a donde se encontraban unas escaleras que daban con el piso intermedio de donde se encontraba la oficina de su jefe. La secretaria lo saludó pero el omega simplemente siguió su camino, ignorándola por completo, abrió la puerta de la oficina y entró, cerrándola de nuevo.

—Arthur, Victor —saludó a ambos alfas ahí presentes.

—Alexander —saludó también Arthur al omega— felicidades por lo de Oprah, gran noticia.

—Gracias, gracias, gracias. No hablaremos de mi aumento ¿o sí?

Ambos ríen sólo un poco.

—Alexander, cómo recordarás, acordamos que no irías a la feria del libro de Franckford porque no podías salir del país mientras se procesaba tu solicitud de visa.

—Si claro.

—Y... Fuiste a Franckford, ¿No?

—Si fuí, perderíamos el contrato con los coordinadores, así que no tuve opción.

—Pues al gobierno no le importa perder un contrato con los coordinadores.

—Ya hablamos con tu abogado de migración —comenzó el otro alfa.

—Bien, y... ¿Todo en orden?

—Alexander... La visa solicitada fue denegada, así que serás deportado.

—¡¿Deportado?! —se exaltó, sin poder creer lo que le decían.

—Y al parecer... —dijo, revisando unas hojas— varios papeles que te fueron solicitados nunca los entregaste.

—¿Cómo? —exaltado— ni que fuera un inmigrante, vengo de Irlanda —dijo nervioso— debe haber algo que pueda hacer.

—Reintentarlo, pero por desgracia debes dejar el país por lo menos un año  —respondió Víctor.

—¿Un año...? —abre sus ojos como platos— e-entiendo, bueno... Lo puedo manejar todo por videoconferencias, por Internet y...

—Por desgracia, Joseph... —lo interrumpe— si eres deportado no puedes trabajar para una empresa americana.

—Hasta que se resuelva, mientras tanto Harvey será el encargado de tu lugar —culminó el rubio, mirándolo.

—¿Harvey? ¿Harvey Dent? ¿El tipo al que despedí? —estaba en negacionante tanta ridiculez dicha.

—Necesito un editor en jefe si tu no vas a estár, además es la única persona con experiencia en esta empresa.

—No puede ser, por favor, déjeme dirigir desde Irlanda —comenzó a desesperarse.

—Alexander, estamos desesperados porque te quedes, pero es la única forma —suspiró.

—Pero debe haber algo, se lo suplico —rogó, pero intentaba mantener la calma.

En eso, la puerta de la oficina se abrió y de ella entró su asistente alfa.

—Disculpen, ahm... Ésto es importante.

—¿Qué? ¡¿Qué?! —se voltea con disgusto.

—No quería interrumpir... Pero Lex es requerido para hablar con Oprah —dijo avergonzado por interrumpir así.

—LLo sé, lo sé! —talla su cara con sus manos.

—Le dije que estabas en un compromiso, pero aún así quiere hablar contigo, y... y.... —se queda callado al ver como el pelirojo lo quedó viendo fijamente, como si estuviera armando algo en su cabeza

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