capitulo 11

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Yo lloraba, y mechones de pelo se me pegaban al cuello cuando desperté. Un par de ojos me observaban. Eran hermosos, color miel verdosos. Tenían una mirada preocupada, y estaba dirigida a mi.
Por un momento no entendía nada, tal como siempre ocurría después de mis recuerdos mientras dormía. Es detestable. Entonces como una lluvia, lento al principio y de golpe después, entendí todo. Había dormido con Nicolás, en mi cama, y me había despertado con mi aspecto exactamente desaliñado.
Seguía llorando, me cuesta parar las lágrimas, y los sollozos después de estos sueños mi corazón da un vuelco, destapando el hueco que día a día intento rellenar. Pero eso es pasado, otra historia.
Aun recuerdo que después de esa escena una chica a la que burlabamos se me acercó y me dijo
—Elizabeth, no? Soy Camila, tene cuidado con Micaela, yo la conozco, fui su amiga.—esa vez me quede sorprendida, nunca nadie me había aconsejado sin pedirlo anteriormente o solicitando algo a cambio.
Estaba sumida en ese pensamiento y Nicolas me abrazó, fue algo muy tierno, algo que no esperaba. Nos quedamos un buen rato asi, mirándonos, entonces el se acercó a mi, y pego nuestras frentes. Y me besó. Mi mejor amigo, me besó! Sus labios eran ásperos, y sus caricias y la manera en que alborotaba, por que asi era, mi cabello, eran todo lo contrario. Duro poco, nose que es lo que pensaba. Tengo que admitir, fue el mejor primer beso. Bueno, nunca tuve otros asi que si, el mejor.
El habló primero entrecortado
—perdón yo...
—no, no,
—Eliza, yo te amo, te amo más que a nada en el mundo, sos todo para mi, no me calles. Hace tiempo que quería decírtelo, y verte feliz e ilusionada alrededor del nuevo cara bonita me destruye. No fue todo lo que te conté, lo único que me puso mal hoy. Te vi, en el recreo. Cuando te llamó linda, y te fuiste con el. Simplemente no puedo con eso. Quiero que seas mía, quiero ser tuyo, y no es mi decisión. Eliza por favor, di algo, no te quedes asi, mirándome como si fuera un perfecto desconocido. Eliza.
—Yo, no, no... nose que decir, no me lo esperaba... Nicolás... yo te amo, pero no creo que de la misma forma de la que vos a mi. Es... raro...
Asi como había llegado, busco lo que faltaba de su uniforme, y se fue. Se fue dejando  un beso en mi frente dedicándome un hasta mañana.
Y así me quede, ahí, sentada en mi cama, sin saber que hacer. Dentro mío todo era como un remolino, no sabía que sentir,  ni que hacer o decir. Escuche sus pasos bajar las escaleras, saludar a Ricky y como doy por hecho, irse.
Me duche, e intente aclarar mi mente. Tome agua, pero eso no calmó el movimiento en mi estómago, ni desató el nudo en la garganta que tenía. Simplemente fue inútil.
Hice los deberes de mala gana. Esperando que suene mi celular, asi hablaba con Nicolás, tal como siempre, pero este nunca sonó.
Esa noche no cené, me fui directo a dormir. Como era temprano, no duró mucho.

Al momento de despertarme lo primero que pensé fue que me había quedado dormida. Había mucha luz en la habitación, lo que no ocurre a las 6 de la mañana. Tome mi celular, y comprobé la hora. 2am. Las dos de la mañana.
Obviamente la luz no era del sol, ni menos de la luna, ya que era una noche oscura, y cerrada. Eran del nuevo reflector. Este se encendía ante el movimiento, lo que ocurría cada vez que un vehículo salía del garage. Esta vez fue un auto, deportivo, negro, negro como la noche. Ya lo había visto una vez, era de un compañero de trabajo de mi padre. No me extrañaba, a veces, habia cenas de" trabajo" en las que pasaban horas en el segundo piso, donde había una mesa de pool y entretenimiento de ese tipo. Pero hoy no escuche ningún ruido, ni siquiera de botellas de cerveza. Dos opciones, o no había habido reunión o me dormí muy profundamente. Nunca lo supe, simplemente me desvele esa noche, mirando el techo blanco, tan blanco, como la camisa que hoy se había llevado Nicolás.

Falling in love with my missionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora