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Tras lo pasado en el baño, la casa se quedó fría por el resto del día. Harry no dió largas respuestas y simplemente asentía mientras que Louis le daba vueltas a todo mentalmente. Realmente el pensaba y seguía pensando que si le había pasado algo, pero ya era tarde.

La casa de los Tomlinson se impregnó de una frialdad extrema, sus paredes crujían a cada paso que daban, como si se hubieran contagiado con la mala vibra que cubría la casa.

Louis no quería darle importancia alguna a lo sucedido ya que el menor no le importaba, pero le daba impotencia no saber con exactitud que había pasado. Sus azules orbes intentaban descifrar la emoción correspondiente con la mirada de Harry, nunca fue bueno en eso. No lo logró.

Y mientras cenaban finalmente, el rizado pronunció algunas palabras cortas. A lo mejor era una buena señal , ¿no?

Pero, todo iba bien hasta que Louis vio las cicatrices del rizado en sus muñecas.

Esas jodidas cicatrices.

Decidió no preguntar, no lo haría. Definitivamente.

Estaban muy cicatrizadas, como heridas muy lejanas y curadas que con suerte nunca abrirían. Y a la gente que se autolesionó en un pasado no le suele gustar que le pregunten por ello, o eso le habían dicho.

Finalmente lo dejó pasar, despejando su mente de cualquier pensamiento relacionado con el rizado, estaba deseando que pasara todo el año para dejar de ver su jodido y perfecto hoyuelo. Agh.

<3

Louis se encontraba plácidamente durmiendo en su habitación, arropado hasta el cuello y acurrucado. Sus facciones se veían completamente relajadas, alejando todo rastro de maldad o egoísmo de su rostro, definitivamente dormido parecía menos enfadado.

Por los pequeños huecos en las comisuras de las ventanas sonaba el aire de las calles de Doncaster, las hojas de los árboles rozaban entre ellas produciendo un sonido característicos de los días como ese. La hierba se movía ligera y suavemente, y la luz de las farolas iluminaba la tenebrosa calle solitaria.

Y a las 6:30 el móvil de Louis sonó, sacándole completamente de su comodidad.

Entreabrió un ojo para mirar quien interrumpía sus ocho horas de sueño diarias y lo vió 

En la pantalla de su móvil se veía reflejado el nombre de probablemente la persona más pesada que conocía.

Elisa<3

Louis suspiró pesadamente y respondió la llamada adormilado.

—¿Qué es tan importante como para interrumpir mis horas diarias de sueño?

—¡No me contestabas los mensajes!— Louis entrecerró un ojo en respuesta a su grito, se acababa de despertar y ya le estaban gritando.

—¿Ah que tenía que hacerlo?— Habló con indiferencia, y algo de asco.

—Si, ¿no recuerdas que soy tu pareja? 

—Agh, si. Desgraciadamente si lo recuerdo. Mira Elisa, yo te quiero...—Rodó los ojos,  era mentira.— Pero no tengo por que responderte cuando a ti te plazca, te lo he repetido mil veces, joder.—

—Al final te voy a acabar dejando si sigues así.— Louis creía que eso era lo más cerca que había estado de chernobil.

—Hazlo, me da igual. Déjame dormir.— Y colgó la llamada.

Pero al intentar dormir, todo rastro de sueño que podía tener al despertarse se había esfumado junto con Elisa, así que optó por ir a la planta baja, hacerse un cola-cao y ver la televisión hasta que le entrara el sueño.

Y cuando bajó procurando no hacer ruido se encontró con que alguien más había tenido la misma idea que él, concretamente alguien con rizos y ojos verdes.

No podía ser posible, tenía al rizado hasta en la sopa.

Se quedó ahí pasmado en las escaleras, el rizado se encontraba durmiendo plácidamente. Su labio inferior sobresalía por encima del superior haciendo una mueca en forma de puchero. Sus ojos reposaban cálidamente y sus pestañas se veían frondosas.

Pero al fijarse un poco más desde la distancia, vió al rizado temblar.

Sus orbes azules procedieron a buscar por todo el cuarto una sábana y, tras dar con ella se acercó a donde se encontraba de puntillas, sin intención alguna de despertar al rizado.

Tras eso le arropó cuidadosamente, evitando cualquier movimiento brusco que le pudiera molestar.

Y después de eso, su mente se vió bombardeada por mil preguntas.

¿Por qué le afectaba tratar mal a Harry? Nunca le había pasado con nadie que no fuera su madre.

¿Por qué se preocupaba por él?

Y lo más importante.

¿Por qué mierda se estaba bombardeando a él mismo con preguntas?

Suspiró mirando a Harry, realmente se veía bonito durmiendo. Agitó su cabeza bruscamente para salir de su mente, en reacción a lo pensado anteriormente. ¿Por qué había pensado eso?

Exasperado decidió irse a dormir, empezaba a delirar y eso no le gustaba nada. A parte también decidió ser más brusco con el rizado, ya que su corazón se estaba ablandando con él haciendo que si realizaba cualquier acción en contra de Harry se sintiera mal.

Le asustaba la idea ya que no quería ser amigo del ojiverde, no quería cualquier posible comunicación con él. Era realmente agotador tenerlo en SU casa a TODAS horas, cada dos pasos que daba se cruzaba con él.

Y Louis juraría que Harry es gay. Nada más verlo por primera vez le salió un hoyuelo, ¡un jodido hoyuelo!. Luego Harry se ponía nervioso cada vez que lo miraba, cosa que Louis obviamente notó. Cada vez que le hablaba mal sus ojos se llenaban de agua y había cazado más de una vez al ojiverde mirándole, quién apartaba la mirada cada vez que eso pasaba.

Finalmente lo decidió, tratará peor al rizado. A ver, siendo sinceros, ¿Quién no se enamoraría de él mismo? Él ya estaba enamorado de si mismo, no culpaba a Harry por eso. Pero intentaría borrar cualquier sentimiento que el menor tuviera hacia él.

Él no era gay.

<3

Harry se despertó diez minutos después de que Louis se fuera, llevándose consigo sus batallas mentales.

Se despertó arropado, él no recordaba haberse arropado. Se bajó al sofá sobre la una de la mañana ya que no podía dormir, ya que había algo que lo inquietaba mucho.

Louis.

Él era realmente hermoso, sus facciones y cuerpo estaban esculpidos por los mismísimos ángeles. Sus pómulos eran muy bonitos, y su mandíbula y labios igual. Tenía muchas curvas en el cuerpo como si hubiera sido tallado por un gran escultor. 

Y realmente le estaba empezando a gustar, fue más bien un flechazo a primera vista para el rizado. Podía jurar que la primera vez que vió al ojiazul ya había memorizado sus lunares, era realmente bello. Su sentido del humor era muy bueno, pero fallaba una cosa.

Él le odiaba, mucho de hecho. Se había colado en su casa sin preguntar y eso había jodido a Louis, y por lo que llegó a ver en clase, el ojiazul era un bastardo con las personas. No quería salir dañado, no quería que sus cicatrices abrieran, no quería caer por Louis.

Pero ya era tarde.

Y no era algo que pudiera parar, cada vez que Louis le insultaba, cada vez que Louis le trataba mal una gran astilla se clavaba en su corazón, abriéndolo cada vez más. El problema es qué cuanto más abierto tuviera el corazón, mas hueco habría para que el ojiazul entrara en él.

Y si por alguna casualidad el mayor le empezaba a tratar bien, el resultado final sería el mismo. Se debía olvidar de él, lo primero porque no era gay y lo segundo, por que disfrutaba hacerle sufrir.

No quería caer por Louis, enamorarse de él. Pero le dijeron una vez "De perdidos al río..." y al parecer, se tiró de cabeza.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora