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—Pssss, Harry.— Una voz aguda se introducía por los oídos del rizado, haciéndolo gruñir en respuesta.

—¡Despierta!

Harry se sobresaltó, abriendo los ojos fugazmente y sentándose de una sola estocada en la cama.

Buscó con la vista nublosa a quien fuera que le estuviera quitando horas de su preciado sueño. Al principio solo eran manchas de colores, hasta que logró enfocar la vista y visualizó finalmente a Louis en frente de él. ¿Acaso era un ángel?

— Ah Louis...eres tú.— Harry se frotó los ojitos con los nudillos de su mano derecha. Y a Louis le pareció algo tierno.

—Por supuesto que soy yo, ayer no te despertaste para cenar.— Bufó molesto Louis, o al menos fingiendo estarlo mientras se encogía de hombros.

—Perdón...

—Agh deja de pedir perdón, me estas empezando a cansar y acabas de llegar.— Louis rodó los ojos, era hora de que Harry supiera quien mandaba en esa casa.

Harry se quedó en silencio sin saber que decir, siempre había sido sensible y nunca había sabido responder a ese tipo de comentarios ofensivos hacia él. La verdad es que cuando alguien lo trataba mal le daban ganas de llorar sin parar, pero obviamente no se lo iba a mostrar al ojiazul.

—Yo... no se... da igual.— Harry se rindió finalmente, la inquietante mirada de Louis, quien lo miraba con indiferencia desde los pies de su cama.

—Mira Harry, no te conozco y pareces un buen chico... Pero en esta casa se me hace raro ver a alguien así. Mi madre te trajo aquí a traición y para castigarme, aún que lo veo algo absurdo—Se encogió de hombros y rio ligera y burlonamente.

-¿Soy un castigo? - Pensó Harry, a quién ya le estaban entrando ganas de llorar.

—En fin, espero que no me causes más molestia de la que me causas actualmente por que no me gustaría decirte mierda peor de la que te estoy diciendo.— Louis soltó el aire lentamente, respirando tras decirle a Harry lo que necesitaba decir.— Vístete, salimos en 20 minutos para ir a clase.— Se dio la vuelta y salió del cuarto, cerrando la puerta tras de si.

Harry no entendía lo que acababa de pasar, ayer ese chico de ojos azules fue amable con él, no le dijo nada irrespetuoso y hoy nada mas despertarse le estaba tratando como escoria. Retenía las lagrimas, absorto en sus pensamientos. A él si que le agradaba el ojiazul, no entendía el porque de sus palabras, pero se habían clavado como cuchillas en lo más profundo de si mismo.

Lo cierto es que Harry de pequeño sufrió bullying, aún que nadie entendía y nadie lograría entender como alguien podría tratar de hacer daño a alguien como Harry. Tal vez les gustaba la idea de martillar a alguien tan sensible e indefenso, o a lo mejor era culpa de Harry por ser tan débil, él siempre lo había visto así.

Había llorado mucho a lo largo de su vida, por su padre, por el bullying, por su ex-novio acosador y realmente él pensaba que cada lagrima derramada contenía un pequeño pedazo de cristal, cual acabado el trayecto de dolor por la mejilla de Harry se incrustaría en su piel, sin darle opción alguna a elegir si quería acabar roto o no.

Soltó el aire acumulado por su pequeño estado de trance y se dispuso a vestirse, cogió una sudadera simple gris con una rosa en el centro y unos pantalones negros. Se acomodó el pelo y se puso sus converse.

Se puso enfrente de la puerta de su cuarto, dispuesto a salir por ella y suspiró. Suspiró por que no podía soportar la idea de volver a ser tratado de esa manera por alguien más y se encontraba a punto de ir a un centro nuevo lleno de gente de todo tipo. Las primeras impresiones lo serian todo y eso lo ponía de los nervios, solo esperaba no ser una presa fácil para la gente de ese centro escolar.

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