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El fin de semana transcurrió con total normalidad, Louis se fue a la casa de Liam durante los dos días y Harry pidió permiso a Jay para invitar a Niall a su casa, cosa que la castaña aceptó encantada.

El dulce e inocente ojiverde pasó un buen fin de semana junto a su rubio amigo, sin imaginarse de que cada minuto que pasaba el descanso se desvanecía, trayendo consigo la entrada al infierno. Toda la gente que había en la escuela había recibido el audio de Harry abriéndose a Louis, a parte de gay la gente lo vió débil, indefenso. Y sus crueles almas lo iban a aprovechar.

El rizado era la inocencia pura, su alma estaba llena de bondad, compasión y una gran empatía hacía los demás. Pero se odiaba a si mismo, se odiaba por tener la orientación sexual que tenía y por las consecuencias que eso llevó, se odiaba por ser tan débil, por sus muslos, estrías y barriga. Y aunque su amigo Tony, con el que llevaba desde la primaria le repetía diariamente que él era perfecto y que la gente le menospreciaba sin razón alguna por que era como un ángel caído del cielo él seguía pensando que era basura. La misma basura que hizo que su padre se fuera de casa.

Se miraba al espejo por horas, deseando desaparecer. Pensando que no era suficiente y nunca lo sería para nada ni nadie, hacía un año que no se autolesionaba y su fuerza de voluntad era lo suficientemente grande para no recaer en ese pozo sin fondo del que costaba tanto salir. Trataba de no pellizcar su piel cada vez que le daba un ataque de ansiedad y de no encogerse sobre si mismo gritando hasta que cesara, pero realmente era algo duro.

Tony le había ayudado mucho en eso, parecía que tuviese un sexto sentido ya que cuando a Harry le daba un ataque Tony siempre lo sabía y iba a hacerle compañía para calmarlo, a parte de que cuando la madre del ojiverde le echó de casa tras la marcha de su padre Tony le acogió en la suya durante años. El joven, cual hoy en día tiene 19 años, por esa época tenía 15 y estaba estudiando en su propio apartamento, aun que sus padres se lo pagaran. Así que no supuso un problema acogerle.

Y el ojiazul y sus afiladas palabras dañinas no ayudaban a no autodestruirse, aunque pareciera que ya se comportaba mejor con él y eso le agradaba.

Pobre iluso.

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Louis se encontraba cenando pizza con Liam, charlando amablemente sobre peleas, discusiones y críticas hacia otra gente mientras carcajeaban sobre ello.

Y salió el tema.

—Lo más increíble que hiciste esta semana fue engañar a Harry. ¿No me dijiste a mi que no le tratara mal?— Liam arqueó una ceja, tomando con la boca un pedazo de la pizza .

-Ajam, pero tú no eres yo. Yo hago lo que quiera, es mi huésped.-Se encogió de hombros mirando amenazante a Liam.

— No se, me dió pena que confiara en ti y tu hicieras... eso.— Dijo sin escrúpulos Liam, mirando a Louis decepcionado y aún que el ojiazul no lo reconocería, eso le dolía.

—No seas marica como él, no es para tanto.— Tomó su vaso de agua y dió un sorbo, en el fondo sabía que estaba mal. Y tanto que lo sabía.

-Te confió cosas muy personales y tu lo publicaste para que lo viera todo el instituto, si es para tanto... Pero no me voy a meter, a fin de cuentas yo soy igual de mierda que tú. El rizado me cae bien.

—¿Ese gay?, bueno ya de paso ve y dale por el culo, maricón.—Rió bajo, tratando de no soltar su risa mas ruidosa, algo difícil de hecho.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora