Epílogo

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Pequeña diosa sin remedio

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Pequeña diosa sin remedio

Creo que me he enamorado de ti...

La reina de líones. Soltaba pequeñas lágrimas mientras leía esas cartas que había encontrado casi hechas polvo después de tantos años de antigüedad, pero que aún podía divisar pequeñas letras de tinta demoníaca que reconocía

Tal vez era por los síntomas de su embarazo pero no podía dejar de llorar sonriendo ante recuerdos felices como amargos.

TOC TOC

—¿Elizabeth? — entró el rubio en la habitación con su típica mirada de confusión y ropas reales que se había acostumbrado a usar. Al verla llorar su confusión aumentó mientras se acercaba lentamente—¿Eli? —

—Yo también te amo. Pequeño demonio descarado—al ver las hojas amarillentas meliodas supo bien a lo que se refería

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