¿Un trato diferente?

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Si bien, no tenía la menor idea de las ventajas de ser pequeño, aún no entendía porque a José le gustaba eso.

Diego: Muy bien, lo entiendo, las chicas enormes se ven bonitas, y son más fáciles de apreciar todas sus características, pero ¿Por qué le gusta tanto? Solo son enormes y ya.

Eso lo decía mientras me paseaba por la pequeña casa de juguetes. A mí, siempre me había gustado el olor de los pies de las chicas, pero nunca había tenido una experiencia que me dejara comprobar ese placer. A veces quería intentarlo con las hermanas de José, pero no quería verme como alguien extraño. De hecho, una vez estuve a punto de decirle mi fantasía a una de mis únicas amigas, Sarai. Ella siempre pedía ayuda, y la apoyaba con todo. De hecho, vamos en el mismo salón, ella se siente delante de mí, por lo que siempre hablamos. A ella yo le caía mejor que a mí amigo José, porque él se enojaba cuando la ayudaba con las actividades. De hecho, a veces creía que ella sabía de mis gustos, porque siempre me ponía cerca sus piernas y a veces me ponía sus pies en la cara, como si de un juego se tratase. La verdad sentía que me gustaba...

Diego: Cielos, me ví envuelto en una situación terrible, todo por culpa de José. Ahorita estaría jugando videojuegos, o tal vez leyendo un manga.

Por otro lado, estaba José, el cual estaba viviendo su fantasía. A veces me preguntaba si estaba disfrutando lo que le pasaba.

En un momento, escuché alguien entraba en la habitación. No podía reconocer la voz de la otra chica.

???: ¿Es en serio? ¿No se fue de viaje con Diego?

Nadia: No, mira.

No podía ver nada, estaba como borroso el exterior.

???: ¡No lo puedo creer! Es el, en verdad está allí. ¿Cómo te sientes pequeño?

No pude escuchar más, porque estaban riendo y hablando en voz baja.

Nadia: Cierra la puerta, antes de que venga Ximena.

???: Voy... Listo.

Nadia: Pero no sólo eso, también encogí a...

En eso, el techo se volvió a abrir, y otra vez la mano de tomo para sacarme de la casa.

Nadia: ¡Ta da...! Es Dieguito.

???: ¡Es verdad! Pero... ¿Por qué lo encogiste también?

Mire, y pude ver a la otra chica. Era Sasha, la otra hermana de José.

Sasha: ¿También a él le gustan las chicas enormes?

Nadia: Parece ser que no. A él solo le gustan los pies de las chicas.

Sasha: Vaya, que divertido. A ver, déjame sostenerlo un momento.

Nadia me dió a Sasha y en verdad era enorme. Podía ver su pelo largo y sus lentes enormes. Sin mencionar que me acerco a su cara para poder verme mejor. Sentía su respiración y podía ver su labial rojo en sus labios.

Yo, trate de buscar a José, pero ví que Nadia aún tenía puesto el tenis donde lo había colocado.

Solo me distraje durante ese segundo que Sasha me acerco a su boca y me dió una pequeña lamida.

Nadia: ¡Oye! ¿¡Qué haces!?

Sasha: Solo es curiosidad. No todos los días tienes a un ser humano pequeño. Además, ¡se ve adorable.!

En eso, Sasha me volvió a acercar, pero está vez para darme un beso.
Fue la experiencia más extraña que me había pasado. Nunca imaginé en besar a una gigantesca chica.

Sasha: Pero a todo esto... ¿Cómo los encogiste?

Nadia: Verás, José me dijo que le gustaban estas cosas. Yo lo tome con calma, ya que eran gustos de cada quien, pero luego me contó que quería que llamaramos a nuestras amigas para hacer ese tipo de cosas, ya sabes, videos y eso. Eso me enfureció, pero lo oculte, diciéndole que lo pensaría. Luego, busque la manera de poder encoger a las personas, y me encontré con algo interesante en internet. Eran unos dulces que los encogen a un tamaño de 1 a 2 cm. No tenía planeado comprarlos, pero José me menciono que a Diego también le gustaba esto. En resumen, lo hice por Diego más que por nuestro hermano.

Diego: ¿Pero qué? Ese tipo las engaño.

Nadia: Eso puedo ver. (Con cara de tristeza)

Sasha: ¿Y enserio no te gusta ser pequeño? Conozco a gente que se moriría por ser pequeño y estar en tu lugar.

Diego: Este...

No sabía que decirles. Esto no me gustaba, pero tenía la oportunidad de estar cerca de sus pies, como pasó con Nadia.

Sasha: Un momento, ya se.

Sasha se sentó en la cama y me coloco en el suelo. La verdad se veía más imponente así. Luego de eso, empezó a quitarse sus flats y me puso sus pies enfrente mío. Tenía puestas unas calcetas muy pequeñas y livianas.

Yo no sabía que era lo que quería que hiciera, al igual que Nadia que me estaba viendo.

Sasha: Mira, de tu tamaño, vas a poder darnos masaje en nuestros pies. Vamos, dale una prueba a ver si te gusta.

No quería acercarme por pena, pero Sasha movió uno de sus pies para acercarme al otro pie.

Sasha: Vamos, disfruta esto.

Yo estaba paralizado, no sabía qué hacer, trate de resistir hasta que ya no pude aguantar y empecé a olfatear un poco.

Sasha: ¡Tenías razón! Si le gusta esto jeje.

Estaba tan distraído que no noté que Sasha me estaba encerrando con sus dos pies. Era genial, estaba rodeado con ambos pies, que desprendían un olor que nunca pensé que iba a llegar a conocer.

Sasha: lo ves, esto tiene muchas ventajas, aparte no correrás peligro... ¿O si? (Mira a Nadia)

Nadia: Descuida, es resistente, pero no hay que abusar de ello.

Estuve embobado así un rato hasta que recordé a José.

Diego: Esperen... ¿Y qué pasa con José?

Nadia: De eso yo me ocupo.

Sasha: Oye, yo también lo quiero tener a él.

Nadia: De eso hablamos luego Sasha.

Sasha me levanto y parecía que me iba a observar más minuciosamente, hasta que parecía que alguien quería entrar.

Sasha: Oh no, debo...

En eso, entro Ximena, y Sasha me escondió en el único lugar que se le vino a la mente.

Las Hermanas Gigantes De Mi AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora