Capítulo Eleven

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POV's Yeri

Aquí, sentada en el borde del catre dentro de una celda, escuchando lamentos, parloteos y cantos desafinados provenientes de las otras celdas, de mujeres ebrias y/o drogadas.

"#genial"

Como me habían confiscado el celular, dinero, reloj inteligente, ademas de una cadena de Jungkook y el rubí de Leeteuk que eran muy probables que no recuperara.
No tuve forma de saber cuanto tiempo había pasado, solo podía estimar que ya había transcurrido más de media hora.

Vaya forma de pasar la noche.

Mi verdadera preocupación no era eso, sino lo que mi padrastro haría cuando se enterarse de ésto. El auto realmente no debía importar, solo es un trozo de fierro con ruedas, pronto conseguiría otro.

Me recosté sobre la incomoda camilla hedionda del lugar para intentar dormir aunque sea un poco. No tuve nada más que hacer, solo esperar que alguien me viniera a recoger, si es que eso ocurría.

El ruidero de aquella mujeres se intensificó a un punto ya insoportable para mí, señal de que habían agarrado a otra pobre desdichada.

— Agh... Cállense, sarta de imbéciles —. Musité molesta —. Intento dormir, con un carajo.

Escuché como una celda cercana a la mía, o quizás mi propia celda estaba siendo abierta, tenía que implorar que la nueva no fuera una loca sedienta de sexo y/o sangre joven y pura como la mía.

— Kim, eres libre.

Tan pronto escuche eso, me levanté de la camilla y en efecto, era solo Irene, había abierto mi celda.

— Tu fianza está pagada —. Finalizó.

Sin dudarlo, salí del calabozo, guiada por la ahora agente, caminé siguiendola por el pasillo obscuro.

— Que guapa se ve hoy, agente.

No faltaron los golpes y jaloneos de las rejas.

— Yo también soy una bebe... — Haciendo un puchero.

Era lo que las mujeres estaban vacilando a la autoridad.

— ¿Donde vas, princesa?

— Tu mami vino a recogerte... Ternurita...

Tampoco faltaron dedicatorias hacia mí. Yo simplemente, al llegar al final del pasillo giré hacia las celdas y les saqué la lengua burlonamente.

Cuando salga de aquí, te buscaré y te voy a descuartizar —. Gritó una de ellas.

Mientras otra gestiluló con su mano el clásico dedo simulando cuchillo sobre su cuello, su cara era simplemente una enfermedad.

No era la primera vez que pasaba por esto.

— Si si, yo igual las voy a extrañar... Pendejas —. Mormuré lo último.

Salí sonriente y victoriosa de aquel pasillo, bajo la mirada insípida de Irene.

— Deberías agradecerle a tu hermana por venir a sacarte de este drenaje. No todas tienen esa amabilidad.

Tal vez lo haría.

Se acercó una uniformada con mis pertenencias sobre una charola, los cuales tomé y guardé, incluso el rubí que gané en la apuesta.

Al llegar a la recepción, ya ni me di con la sorpresa no tan grata que digamos.

— Pero sin duda, ya estas condenada a muerte.

Estaba Seulgi esperándome con los brazos cruzados, y una expresión neutral en su mirada.

Corredor desadaptado (Yeri y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora