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Después de la muerte de mamá todo se me vino abajo, desde mis notas en el colegio, hasta mis ganas de vivir. Ella era la única persona que podía hacerme feliz, además de mi mejor amiga Addison. Con quien estaba viviendo desde hace unos meses, comencé a sentir que les estaba estorbando a su familia y a ella.

Tenía que irme pero no tenía a dónde, no tenía familia por parte de mi mamá, fue hija única, mis abuelos nunca los conocí porque murieron y mi papá tenía una nueva familia y era un idiota así que no le hablaría, además de que no tenía su número telefónico.

—Creo que alguien se fue muy lejos con sus pensamientos— dijo Addison mientras se sentaba en una silla frente a la isla de la cocina en donde mis brazos estaban apoyados.

—No, solo me quedé embobada viendo algo— sonreí a medias.

—Liv, sabes que puedes contarme lo que sea— dijo con esa voz cálida que tanto la caracteriza.

—Lo se Addison.

—Bien, ahora tenemos que ir a la escuela— puso su mano en mi brazo acariciándolo.

—Creo que hoy no iré— hice una mueca de desagrado.

—Olivia, llevas faltando 2 días, recuerda que vienen los exámenes y faltar no es la mejor solución para salvar tus materias.

—En este momento es lo que menos me importa, solo quiero unos días para relajarme. Solo me pasas más tarde los apuntes.

—Pero no vamos juntas a la clase de literatura y menos a la de química— dijo intentando que fuera.

—Addison, Bill me pasa los apuntes porque le gusto, así que lo tengo todo resuelto— dije sonando sin preocupaciones.

—Bill— repitió como si estaba recordando de quién hablaba—. Ah si, ¿el chico que tartamudea al hablar?

—Si, aunque ya no lo hace muy seguido.

—No tienes que aprovecharte de él.

—No lo hago, él se ofrece a pasármelos y yo acepto.

—Vendrás hoy conmigo, mi madre se dará cuenta que no estás asistiendo.

—Está bien— puse los ojos en blanco—. Solo para no meterte en problemas.

—Gracias— se le formó una sonrisa muy grande.

Addison era de esas chicas que seguían las reglas tal y como se las ponían, no ponía peros, no peleaba con sus padres nunca, era prácticamente una hija perfecta.

Ella era demasiado bonita, como de esas niñas que sacan de las películas, era alta y delgada, nariz respingada y fina, cabello lacio y rubio, ojos con un tono verde pero también un toque de color miel.

Y yo... yo era un poco diferente.

Recuerdo que las amigas de mamá decían que me parecía a ella o que parecía una muñequita. Esos comentarios me hacían muy feliz.

Después de que Addison casi sacara un cuchillo para tratar de convencerme de venir (saben que no es cierto), ya estábamos dentro del colegio.

¿Segura que sólo hermanastros? (Vinnie Hacker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora