Capitulo 8 | Todo bien

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Todo está bien.

Estaba en la cocina esperando a que los panes que había metido en el tostador salieran, les pondría un poco de crema de avellanas y fruta que me había ayudado a cortar una de las chicas del aseo. Tenía el celular en mano, estaba viendo si no me aparecía una imagen graciosa o interesante pero no salió nada.

Los panes estaban listos. Papá se había ido desde temprano tuve la suerte de verlo antes de que se fuera. Vinnie por su parte aún seguía en su habitación.

Prepare los panes y comencé a comerlos. Ya se me hacía tarde para irme de echo, dejé la mitad de un pan y agarré mi mochila, aún no había rastro de Vinnie, así que subí las escaleras lo más rápido que pude; hasta llegar a su habitación. Toque una, dos, tres veces y no abrió ni contestó.

—Vinnie, ¿estás ahí?— silencio—. Voy a entrar.

No había nadie, la cama estaba desordenada. Su cuarto era de un color oscuro combinado con gris, estaba ordenada a excepción de la cama. Tenía varios pósters en su pared, bandas de rock supongo, solo reconocí una banda que no es precisamente de ese género, Oasis.

Tenía un escritorio donde su portátil estaba abierta pero apagada, unas hojas que por respeto a su privacidad no revise, había una puerta blanca, la abrí y me encantaría no haberlo hecho. Vinnie estaba en la ducha, completamente desnudo. Por suerte, el vidrio estaba un poco empañado, pero podía ver su rostro con perfección.

—Ay dios lo siento— cerré la puerta.

—Olivia— escuché gritar mi nombre.

No me detuve y salí de la habitación, comencé a bajar rápido las escaleras. Salí de casa también, comencé a caminar rápido, y no es que no me haya gustado lo que vi, es decir; no estuvo bien entrar pero no me arrepiento, no, o sea es que no estuvo bien si, eso, no estuvo bien entrar así sin tocar.

El auto de Vinnie avanzaba al lado de mi, en ese momento me hubiera gustado no existir. Cerré los ojos con fuerza cuando oí su voz.

—Olivia sube— detuvo el auto. Pero no hice caso y seguí caminando, así que volvió a llamarme—. Olivia por favor, sube.

Volteé a verlo con toda la pena del mundo, nuestros ojos se encontraron, él esbozó una sonrisa ladina y yo sonreí nerviosa. Caminé hacia él, abrí la puerta del copiloto y entré. Después el hizo lo mismo, no sentía ese aire incómodo de hace unos días, ahora se sentía mejor.

—Escucha, no era necesario hacerme sentir más avergonzada haciendo que me subiera a tu auto después de lo qué pasó en casa— empecé.

—Todo está bien hermanita— sonrió y comenzó a acelerar.

—Oye perdón en serio, no quería entrar sin tocar pero estaba buscándote— me encogí de hombros.

—Está bien, no te disculpes.

—Bien— sonreí.

Todo el tramo que faltaba para llegar al colegio no fue incómodo pero si silencioso. Ninguno de los dos dijimos algo, hasta llegar a la escuela.

—Te veo en la hora de comida.

—Si Vinnie, adiós— me despedí.

¿Segura que sólo hermanastros? (Vinnie Hacker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora