Capítulo 8

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Aviso: Esta primera parte es la continuación de la primera parte del capítulo anterior, para que no se me confundan:)

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Volvió a despertar a mitad de la tarde, con pequeños rayos de sol atravesando la gran puerta corrediza transparente. El sol se estaba ocultando para darle paso a la noche.

Se irguió en el sofá con un ligero dolor de cabeza, dándole punzadas que le provocaban un ligero mareo. El libro que estaba leyendo antes de caer dormido estaba recargado cobre su pecho, abierto en la página donde se había quedado. Lo tomó entre sus manos, y asegurandose de dejar el separador, lo dejó sobre la pequeña mesa de centro.

La casa se sentía algo fría, y es que el fuego se había consumido hasta terminar en cenizas que revoloteaban por la chimenea, dando un atisbo a olor a quemado.

Con sus pies descalzos se acercó hasta la chimenea para encender un nuevo fuego y entrar en calor nuevamente; su estómago gruñendo al dar los primeros pasos.

Y fue cuando se percato que pasó casi todo el día durmiendo, siguiendo los instintos de su inquieto omega, quien con el paso de los días que no lograba conciliar el sueño y lo mantenía cansado por el día. Y aún así de que su mente y sus ojos hayan descansado un par de horas, su omega seguía inquieto, tirando de su pecho, sin saber exactamente qué era lo que quería, desde hace dos años que se obligó a ocultarlo para no meterse en problemas, pero ahora que no había nadie quien le dijera que hacer, no sabía que hacer ante los impulsos de su omega.

En cuanto el fuego estuvo encendido, dio un rápido vistazo por toda la estancia, desde los pequeños copos de nieve que caían desde el cielo, hasta las grises paredes de la pequeña cabaña, el como daban un toque rústico y moderno.

Sintió un nuevo tirón en su pecho a la vez que su estómago volvía a gruñir. Sin muchas ganar de comer algo, se decidió por una manzana, calmaria su hambre por unas horas, al menos hasta que tuviera el ánimo suficiente de probar algo de comida.

Dio un mordisco a la manzana y como si su omega estuviera harto por su falta de atención, sintió un tirón un poco más fuerte. Frunció el ceño algo molesto por su insistentencia, e ignorandolo como lo había estado haciendo estos últimos tres años.

Recargo su codo sobre la mesada de mármol, dejando caer su mentó sobre su mano y continuar masticando.

Mientras que Harry terminaba su manzana, el sonido de el reloj que se encontraba por un lado de la puerta principal comenzó a tocar una corta melodía, dando a entender que ya eran las nueve de la noche. Haciendo que su ceño se frunza, ya que era muy tarde y Louis todavía no aparecía.

Aunque de inmediato recordó la llamada que tuvo con el a la hora del almuerzo, avisándole que llegaría tarde ya que pasaría a casa de sus hermanas.

Así que de inmediato relajo su ceño fruncido, regresando a la cocina para tirar el centro de la manzana a la basura.

Iba a dirigirse a la habitación donde dormía pata tomar un par de ropa y tomar un baño, y, si era posible, volver a domir.

Quitó su ropa y la dejo en el cesto.

Y cuando estuvo debajo el agua artificial, con el agua tibia pegándole en la espalda con sus ojos cerrados, tuvo solo una pequeña imagen de cuatro lobos corriendo por el bosque, con uno de pelaje negro liderando la marcha, llegando hasta el risco de un acantilado y aullar hacia la luna. Sus padres y su hermana en su forma de lobo acompañarlo para pararse entre las estrellas y aullar a la más grande y brillante, con la nieve cubriendo sus pelajes.

Lost Omega |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora