Capitulo 7

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-Ya no puedes quedarte aquí Harry

-Yo no tengo un hijo omega

-...un omega inútil, una vergüenza y una anormalidad.

Despertó de golpe sobre el sofá. Su respiración era errática y pequeñas gotas de sudor resbalaban de su frente, provocando que mechones de rizos húmedos se pegaran en su piel. Algunas lagrimas resbalan de sus mejillas sin darse cuenta.

Giró su cabeza mirando a todos lados, sintiendo su corazón latiendo cada vez más lento cuando pudo reconocer que estaba en la sala de la casa de aquel muchacho de ojos azules. Pudo reconocer la chimenea encendida y el sonido del repiqueteo del fuego, aquel olor a madera quemada y el aroma que estaba comenzando a acostumbrarse de tierra mojada y pino.

Alzó ambas piernas al sofá bajo aquella cobija color rojo, abrazandolas con fuerza, comenzando a llorar de la nada.

No había notado cuando había quedado completamente dormido sobre el sofá. Los últimos días que no pudo dormir le estaban pagando factura, y aquellas pesadillas las cuales estaba tratando de evitar, esperaban el momento oportuno para atormentarlo.

Podría correr para siempre de aquellos demonios que lo perseguían, pero estaba seguro que jamás escaparía de ellos y siempre los sentiría asecharlo, llenándolo de pesadillas y falta de sueño.

Jamás podrá escapar, apesar de estar lejos del lugar donde todo comenzó.

Sollozó ocultando su cabeza entre sus piernas, tratando de aplacar el dolor que comenzaba a expandirse desde su pecho, y tratando de respirar la esencia de aquel muchacho, que a pesar de no ser un alfa y tener sus propias feromonas, el calor en cada cosa de aquella casa le hacía sentir que era un escudo.

Talló su mejilla sobre la cobija y volvió a quedarse dormido, con lágrimas comenzando a secarse en sus mejillas, y aquel calor que le cubría como una manta, el calor de aquel muchacho Tomlinson.

-🐺🐺🐺-

Las tardes de Londres, algo ajetreadas y frescas, mucho movimiento de carros y el bullicio de las personas hablando por teléfono y saliendo de sus trabajos para ir a casa. Louis odiaba las tardes en Londres, odiaba el tráfico y el aglomeramiento de gente por las calles, los empujones y los gritos al golpear a una persona por el hombro al no darte cuenta por donde caminabas.

Esa tarde de un viernes, Louis había llamado al teléfono de su casa preguntándole a Harry -quien había atendido casi al instante- si se encontraba bien y necesitaba algo. El rizado solo negó y mencionó que todo estaba bien, que estaba por prepararse algo de comer. Louis sonrió y le mencionó que no iría a comer, sino que iría a su antigua casa a visitar a sus hermanas y -si alcanzaba- a su padre. Harry respondió con un 'okey' algo bajito y mencionó que se cuidará. Louis sonrió y colgó.

En cuanto el timbre de salida sonó, se despidió de sus niños y recogió sus cosas para guardarlas en su mochila y salir de la escuela. Entró a su auto y condujo hasta la casa de su padre y hermanas, algo fastidiado ya que tuvo que parar en muchos semáforos en rojos.

Cuando se estacionó fuera, se quedó unos minutos dentro observando aquella casa blanca de dos pisos, con un pequeño jardín y un camino de piedra hacia la puerta de entrada. De inmediato pudo escuchar las peleas de sus pequeñas hermanas por una muñeca, la música alta proveniente de la habitación de Lottie, las risas de sus hermanas y la suya junto a la de su madre, los siete en la sala mirando una película, esperando por la llegada de Mark, el ir a acostar a los mellizos junto a su madre, el darles un besito de buenas noches en la frente y uno a su madre cuando iban a dormir.

Lost Omega |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora