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—¡Faltan tres días para mi cumpleaños!

Grace sopló del espanta-suegras en la cara de su papá. Jason se talló los ojos con pereza, su sueño había sido muy corto, pero nada lo detenía para escuchar atentamente a su hija.

—¿Tres días?

—¡Sí!

La menor saltó de la alegría e hizo un extraño bailecito para celebrar. El chico rió y negó con la cabeza.

—De acuerdo, pequeña traviesa. Tres días para tu cumpleaños —habló sentándose en la cama con lentitud—. ¿Qué vas a querer?

—Uhm... —puso un dedo bajo su mentón pensando en lo que pediría—. ¿Pueden ser tres cosas?

—Pueden ser tres... o más... lo que desee mi sol.

—Entonces... —sonrió—. Quiero que este toda mi familia... quiero una fiesta en donde vengan las princesas... ¡y que Harry venga a mi fiesta!

—Puedo incluso traerte una estrella del cielo si así lo quieres... pero al niño feo no —arrugó la nariz y se cruzó de brazos.

—Entonces voy a estar muy triste si Harry no viene.

—No empieces con tus chantajes, que está vez no voy a caer.

Los ojos de Grace se llenaron de lágrimas, hizo un puchero de tristeza y bajó la cabeza. De inmediato, Jason sintió su corazón romperse en dos, tuvo que ceder para evitar que soltara en llanto.

—Vendrá a tu fiesta... pero... no quiero que este tan cerca de ti.

La niña asintió y lo abrazó. Sentía que tenía al mejor papá del mundo. Apostaba a que ni siquiera Hope tenía un papá tan divertido y guapo... pues claro que no lo tenía, porque Jason Todd era un papá diferente y especial.



—————***—————



—Mi tío es un hombre muy caballeroso —habló Grace mientras se acomodaba las zapatillas de ballet.

—Y muy camistatico —prosiguió Lian, alisando su tutu color coral.

—Carismático —corrigió Aria riendo por el tierno error de la pequeña Harper.

Maryam y Roy las miraban desde lo lejos. Esa tarde Jason tuvo más trabajo de lo normal, por lo que no pudo acompañar a su hija a la clase de ballet. Amber tampoco pudo, por la misma situación. Por ello, Maryam había ido en su lugar.

—Pareces un tonto viéndola de esa manera. Incluso babeas —se quejó la chica Wayne, mirando como el pelirrojo no dejaba de prestar atención a la maestra.

—Tú déjame... realmente estoy enamorado.

—Estás idiota, mejor dicho.

—Dices todas esas cosas porque estás celosa —se burló volteando a verla—. Ce-lo-sa.

—Ya te dije que no estoy celosa. ¿Cómo podría fijarme en un vago como tú?

—Yo no soy ningún vago —exclamó indignado—. Y en todo caso, Jason también lo sería.

—Pero hasta entre vagos hay niveles.

—Mejor acepta que estás celosa.

La chica negó con la cabeza y volvió su mirada a enfrente. La clase había finalizado, Aria se despedía de cada una de sus alumnas, excepto de las dos pelirrojas que seguían hablando con ella.

—Incluso sabe cocinar.

—Eso no es cierto —susurró Lian a su amiga—. La otra vez se le quemó el pan en el tostador.

Por ella... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora