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Grace estaba de pie frente a la puerta. No despegaba la mirada de ahí, era más de media noche, se suponía que debía estar durmiendo pero había salido de su habitación después de que pensara que su papá ya había tardado mucho en regresar. Nadie se había dado cuenta de que no estaba en su habitación, pues todos descansaban.

Suspiró cansada, su corazón le decía que algo no andaba bien. Por la mañana no se habían despedido, durante toda la tarde no había recibido una llamada suya (Jason acostumbrada a llamar a quien fuese que estuviera cuidando de Grace para saber cómo estaba) y no regresaba. Sus ojitos azules se llenaron de lágrimas, apretó los puños de sus pequeñas manos mientras sus labios formaban un triste puchero.

Él le había prometido nunca dejarla sola, que cuando se sintiera triste estaría a su lado... pero no estaba cumpliendo nada de eso. Una lágrima recorrió su mejilla. Tal vez la había abandonado.

—¿Mocosa? ¿Qué haces aquí?

Damian llegó a su lado, lo que la hizo sobresaltar y limpiar esa lágrima.

—Espero a mi papá —respondió sin despegar la mirada de la gran puerta.

—Deberías ir a dormir... es tarde.

—Tú también deberías ir a dormir.

—Yo no tengo sueño.

—Yo tampoco.

—Pues entonces nos quedaremos aquí.

—De acuerdo.

El chico se sentó en el suelo. Sabía perfectamente lo que estaba sucediendo, por ello se quedaría ahí con ella, para cuidarla durante el tiempo en que Jason no estuviese. La verdad es que quería mucho a Grace, le tenía un cariño muy especial, ella era demasiado dulce, y con sus ocurrencias, imposible no causar una pequeña risa.

—Apuesto a que te quedarás dormida primero.

—No es verdad —replicó por fin despegando la mirada de aquella puerta, para posar su mirada azulada en él—. Tu dormirás primero.

—Si yo gano... —ladeó la cabeza y pensó un poco en lo que pediría a cambio. Una sonrisa macabra se plasmó en su rostro... con esa idea no solo ganaría él, sino también el resto de los chicos sobre protectores con la pelirroja—... no le hablarás más a Harry.

—Pero Harry es mi mejor amigo —se quejó sentándose frente a él—. No puedo dejar de hablarle.

—Entonces le dirás que es un niño feo.

—Pero si le digo eso se pondrá triste.

—Grace, los verdaderos amigos siempre se dicen la verdad.

—Ah... pero Harry no es feo y eso sería mentirle... pero está bien —aceptó pues según ella ganaría—. Pero si yo gano... me regalarás a la Bat-Cow.

—Estoy seguro de que perderás, así que acepto.

Los dos sonrieron confiados. Grace abrazó con fuerza al pequeño Ted Hood mientras intentaba no bostezar.

—Tío grinch... ¿podemos hablarle a mi papá? —sonrió emocionada de que él pudiese aceptar a su petición—. Quiero saber si llegara pronto o no.

—Será mejor que vayamos a dormir —respondió evadiendo lo anterior. Se puso de pie y extendió su mano para que la niña la tomara, pero ella no lo hizo.

—No —mencionó con firmeza—. Porque perderemos los dos.

—Pero mañana hay escuela.

—Pero tú empezaste el juego... y yo no quiero perder.

Por ella... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora