13 [EDITADO]

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Había pasado un mes desde que perdí al bebé; han sido días difíciles tanto para Bruno cómo para mí pero juntos lo hemos ido sobrellevando.

Abrazo a mi pequeño Benjamín y él ríe contento.

—Te amo, mami —acaricio su mejilla.

—Yo a ti, pequeño —me sonríe con ternura.

Bruno ingresa con Naim, quién venía del colegio y viene corriendo para unirse al abrazo.

—Hola, mamá —remuevo sus cabellos.


—¿Cómo te fue, cariño?

—Muy bien —sonríe—. Voy a la habitación para dejar mi mochila —asiento—. ¿Vamos, Benja? —extiende la mano hacia su hermano y los dos suben las escaleras.

El italiano se acerca hacia mí con pasos lentos y cuando estamos a escasos centímetros saca de sus espaldas un ramo de girasoles hermosos.

—Están muy lindos, italiano —él sonríe.

—No tanto como tú, mi dea —coloca su mano en mi nuca y planta un beso sobre mis labios—. ¿Cómo fue tu día? —lo observo extrañada.

—Me viste hace una hora atrás, Bruno —ambos reímos—. Deja de preocuparte por mí, estoy bien —coloco mi mano sobre su pecho y me analiza con su mirada.

—Estoy tanteando si tu enojo de tiempo atrás se esfumó y lograste perdonar a este idiota —me acerco a sus labios y dejo una suave mordida en su labio inferior.

—Voy a buscar un jarrón para los girasoles —balbuceo y voy a la cocina.

Consigo un jarrón donde los tenía guardados Rita, le pongo agua y dejo el ramo allí dentro. Tomo el jarrón para luego llevarlo al centro de la mesa del comedor.

Naim baja corriendo las escaleras y se acerca a mí.

—¿Sucede algo, pequeño?

—Es el cumpleaños de Andrew hoy —asiento—. ¿Nos viene a buscar el tío Dustin?

—Sí, cariño —él salta feliz—. El regalo para Andrew lo tiene papá en el despacho —se va corriendo.

Subo a la habitación de Benjamín y le encuentro frente a su armario.

—¿Qué sucede que miras allí? —se voltea y me observa.

—¿Me ayudas a elegir la ropa para el cumpleaños del primo Andrew? —asiento sonriendo.

Busco entre su ropa y le muestro la primera opción: un jean oscuro, camiseta roja y una chaqueta de cuero.

—Esto y esto si —toma la chaqueta y el pantalón.

—Entonces —vuelvo a analizar su ropa—. ¿Te gusta esta? —saco una camiseta blanca.

—¡Sí! —exclama contento.

—¿Te ayudo a cambiarte? —niega con seguridad—. ¿Estás seguro? —asiente.

PERDICIÓN © #3 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora