Capítulo 3

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Camus estaba molesto, eran sus días de descanso y ahora requerían de su presencia en el trabajo.
Lo que si era seguro es que debe ser algo de suma urgencia porqué no por nada interrumpen sus descansos solo porqué si.

Molesto se levantó de la cama para poder escuchar el audio que Degel le había enviado.

Kardia quien se mostraba molesto porqué interrumpieron su noche de pasión desenfrenada con su tentación escarlata; se acercó a su mueble donde guardaba una cajetilla de cigarros y sacó uno para poder relajarse después de aquella interrupción.

— Le diré a Sísifo que controle a su amor para que no interrumpa mis noches contigo — Se quejó molesto Kardia soltando lentamente el humo del cigarrillo colarse entre sus labios mientras observaba a su pareja redactar un mensaje en su celular.

— Al parecer es algo muy fuerte Kardia.

Camus dejó escapar un suspiro, dejó su celular sobre el tocador y se llevó sus manos a su larga cabellera para tratar de tranquilizarse, pero sobre todo pensar las cosas con  claridad.

— ¿Fuerte como qué?

— Eres griego Kardia... Llegaste aquí con nosotros por medio de una buena recomendación pero... Necesito saber como es la mafia de tu país.

Kardia chasqueó la lengua molesto, su noche de pasión incontrolable pasó a una simple explicación de líderes de la mafia en su antiguo país.

— Solo sé que hay rivalidades entre ellos como muchas organizaciones, pero de ahí en fuera no sé más. Llegué aquí, te conocí y ahora todo mi pensamiento gira en torno a ti.

En ese momento Kardia se levantó repentinamente de la cama y corrió hasta el tocador para poder cargar a Camus y llevárselo nuevamente con él sobre el colchón.

— Kardia...

— Es difícil controlarme cuando estás sin ropa primor.

Kardia comenzó repartiendo besos en la piel pálida de su pareja.
Camus lo envolvió con sus brazos y abrió sus piernas para darle la oportunidad de tomarlo de nuevo.

— Solo otra ronda más... — Susurró Camus cediendo a los locos impulsos de su pareja, ambos parecían haber sido hechos a la medida.

Aunque...

Kardia desde hace días atrás ya había pedido su mano y Camus portaba en su dedo anular el anillo de compromiso que el griego le obsequió como recuerdo de aquella promesa.


















Degel nuevamente le dio un sorbo a su termo que contenía café tipo americano, llevaba toda la noche tratando de buscar algún indicio sobre esa información que Deuteros le había hecho llegar pero el internet no le revelaba mucha información sobre ello.

— Degel.

El joven de cabellos verdes levantó su mirada, ahí tenía de frente al joven castaño quien lo observaba con preocupación.

— ¿Qué sucede Sísifo?

El joven de cabellos castaños se acercó al escritorio, tomó las manos del galo y lo ayudó a levantarse de la silla.
Colocó sus manos en la delgada cintura del contrario y lo acercó a su cuerpo, ambos podían sentir la respiración del contrario.

— Llevas mucho tiempo en la computadora, te hará daño.

— Llevo los lentes puestos, eso minimiza un poco la luz artificial.

Degel desvió ligeramente la mirada, Sísifo era muy atento con él, pero sobre todo aunque Degel tuviera malos momentos en su trabajo, la sonrisa del castaño le daba vida.

— Descuida, siempre estamos detrás de las pantallas.

— Ve a descansar... Mañana sin falta ideamos una estrategia para ver como ayudaremos al departamento de investigación de Grecia.

— Ese es el detalle, no sé que hacer. Ya le avisé a Camus para que pueda presentarse mañana junto con Kardia. Me van a querer matar cuando les comente la idea que se me ocurre en estos momentos.

El castaño dejó escapar una risa tierna — Era el descanso de los dos... Ten por seguro que mañana Kardia te lanzará toda una letanía porqué interrumpiste sus descansos.

Sísifo comenzó a soltar a carcajadas porqué el mejor que nadie conocía en que terminaban los descansos de Kardia.

— Lo sé, aunque a estas horas ya es muy tarde y no logro pensar con claridad alguna estrategia que nos ayude a encontrar a los "Pólux" Dicen que hace poco desviaron una fuerte cantidad de dinero de un banco muy reconocido.

Sísifo llevó una mano al rostro cansado de Degel, lentamente tomó su rostro con suavidad y fue acortando la distancia entre ellos dos.

— Sísifo — Murmuró Degel al darse cuenta de las intenciones del castaño.

— Degel, siempre velaré por ti. Déjame llevarte a descansar, haces mucho esfuerzo para que todo salga a la perfección, deja que me ocupe de ti dulzura.

El joven galo lentamente cerró sus párpados dejándose llevar por ese cálido momento, poco a poco sus labios se fueron uniendo, un beso tierno y sincero sin ningún toque de malicia.

Sísifo llevó sus manos a la espalda del contrario y levemente lo pegó aún más a su cuerpo.
Degel llevó sus manos al pecho del castaño, entre ese beso inocente podía sentir los latidos acelerados, como si su corazón quisiera revelarle todos sus sentimientos más escondidos.

— Quiero que seas esa parte fundamental de mi vida Degel — Susurró entre cada beso con el cual se deleitaba de los labios del francés — Quiero estar presente en tu vida, conforme pasen los años, si pudiera te pondría el mundo a tus pies... Quiero que seas para siempre mío.

Declaró finalmente, al menos se sentía más liberado. No pudo evitar besarlo pero es que esos labios tan suaves y delgados lo invitaban a probarlos cada vez que lo miraba pasar.
Sin mencionar que amaba el color de sus ojos y la manera descarada en la que lo miraba cuando lo veía caminar. Su contorneo de cadera lo volvía loco, sumando a ello que siempre el francés cuidaba mucho su físico y su aspecto, parecía que tenía a un mismo ángel frente a sus ojos.

— Acepto — Susurró Degel entre ese beso, colocó sus brazos sobre el cuello del contrario y ambos profundizaron ese beso donde podían sentir como sus lenguas se buscaban.

Mañana sería otro día más.

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