Capítulo 10

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La situación comenzaba a ponerse demasiado peligrosa, Milo sacó la pistola que guardaba en el interior de su saco para hacerle frente al banco enemigo.
Camus intentaba buscar con la mirada a Shura pero entre tanto disturbio no lograba divisarlo.

- Maldita sea - Murmuró el francés llevándose una mano a su cabeza, tal y como lo tenía, aquella bebida que Milo le ofreció al principio era una droga, cayó demasiado fácil.

Ahora se reprendía internamente ¿Como un simple detalle se le fue de las manos?
Solo sintió como la mano de Milo se colocó sobre su cintura mientras se daba paso entre las personas que corrían para poder resguardarse.

- Te llevaré a un lugar seguro Camus, solo confía en mí.

Le susurró ayudando caminar al francés a sabiendas de lo que le había dado en la bebida. Entre aquel enfrentamiento lo único que lograría es poner en peligro al galo.

- Yo... - Titubeo nervioso mientras veía imágenes borrosas de las personas corriendo por todo ese lugar, el sonido de las armas de fuego atacando a los bandos contrarios, no era algo nuevo para él, sin embargo solo esperaba encontrarse a Shura para que salieran los dos de esa terrible situación.

No supo en que momento perdió los auriculares que usaba para mantenerse en contacto con el español, quizá fue en el momento cuando la gente comenzó a huir para resguardarse.

Al llegar a un largo pasillo Milo tomó entre sus brazos a Camus para huir, sabía que aquel enfrentamiento lo podría manejar Saga, después de todo era el bando enemigo del que alguna vez fue su gran amor.

- ¡Demonios! - Bufó molesto Milo al ver su auto totalmente en llamas - Esto seguramente fue causado por las personas que trabajan para Aioros.

El joven francés sentía sus párpados cansados, poco a poco los fue cerrando hasta quedar inconsciente en los brazos de aquel hombre que según él tenía que atrapar y ahora la presa resultaba ser el mismo.







Dentro de aquel bar, Shura intentaba inútilmente de comunicarse con Camus pero este no respondía los llamados. Seguía escondido detrás de la barra de servicio buscando alguna pista de su compañero de cabellos rojizos.
Si tan solo su tío se entera de que perdió a uno de sus mejores empleados seguramente Shura se ganaría una buena despedida por no saber cuidar a uno de sus elementos.

- Maldita sea Camus contesta.

Nuevamente intentaba llamar por medio del micrófono que conectaba a los auriculares del francés pero este seguía sin responder el llamado.

Fue entonces que se decidió a tomar una precipitada decisión, sacó el arma que llevaba dentro del bolsillo y comenzó arrastrarse en el suelo para evitar ser alcanzando por alguno de los disparos de los bandos enemigos.

Avanzó escasos metros, se giró a su derecha para seguir con la búsqueda de Camus pero no contaba que un arma apuntaba directamente en su cabeza; cuando escuchó el sonido del cartucho listo para ser accionado detuvo su andar y de manera inmediata dejó su arma sobre el suelo.

- ¡Levántate!

Para Shura esa voz era nueva, jamás la había escuchado, ahora con mayor razón debía salir de ese lugar sea con Camus pero ahora temía lo peor.

- ¡Te dije que te levantes!

Tomó un poco de aire, colocó sus palmas sobre el suelo y se fue incorporando lentamente hasta quedar de pie aún sin mirar a la persona que estaba dispuesto a matarlo.

- Que mal genio el tuyo - Respondió Shura intentando molestar a esa persona, sin embargo cuando se dió la media vuelta para conocer por fin al dueño de aquella voz, enarcó una ceja al ver de quién se trataba.

- ¿Es usted Aioros? - Cuestionó el español asombrado al ver esa cabellera castaña, al menos fue lo primero que se le ocurrió.

- Yo no estoy aquí para hablar con extraños, espero que no sea miembro de la organización de Saga por qué entonces tendría que acabar con tu vida.

- P... Pero, yo - Se quedó callado unos momentos, no podía decir que era parte de una agencia de detectives y policías que se encontraban tras las pistas de ambos bandos, principalmente la de Saga, aunque al hacerlo seguramente se metería en un problema mucho mayor.

- Habla antes de que pierda la paciencia.

- Yo, solo era un comensal que se encontraba tomando un buen trago aquí en la barra.

- ¡Eso no explica el arma que llevabas en la mano!

Sentencio aquel hombre de cabellos castaños aún señalando con el arma a Shura quien intentaba no perder la  paciencia ante ese hombre armado.

- Yo... Yo lo tomé del sueño si en dado caso necesitaba defenderme.

- Bien, entonces largo de aqui antes de que cambie de opinión.

El joven de cabellos castaños se dió la media vuelta para dejar que ese hombre de cabellos azabache se fuera de una buena vez.

Shura dió unos cuantos pasos pero al ver que aquel hombre que estuvo a punto de matarlo se dirigía a otro hombre similar a él se acercaba con pasos firmes hasta su atacante.

- Aioria ¿Traes la granada?

- Si hermano, vamos a dejar este lugar hecho ruinas, dejaremos este lugar deshecho. Saga lamentará el día que te traicionó hermano.

Cuando Shura escuchó la palabra "hermano" se dió cuenta que aquellos dos castaños poseían un vínculo familiar, se llevó sus manos a la boca asombrado.

- Con que son hermanos.

Susurró Shura al verlos juntos, eran muy similares... Aunque al ser hermanos esto lo convertía en una pista nueva puesto que Aioros jamás usaba alguna mano derecha a diferencia de Saga quien usaba al principal sospechoso Milo.

- Les dejamos  ese pequeño regalo esperando que Saga lo reciba... Está ciudad no puede tener dos líderes haremos que Saga sufra al ver su negocio perdido.

- En la ciudad puede estar solo un encargado... Antes de dejarles esa oportunidad los prefiero muertos.

- Andando Aioros,

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