Segundo Encuentro

17 3 0
                                    

La alarma sonó a las seis con treinta minutos, era temprano, tomé un baño y escogí un traje del closet, iba muy formal porque era un día importante, me puse un poco de perfume y sonreí, estaba emocionado, sería mi primer día como profesor en la universidad. Baje a mi cocina para desayunar. Mientras lo hacía sentía mucha ausencia y pensé "debería adoptar un perro", claro eso haré, por un momento me pareció una buena idea pero después pensé en que podría romper alguna de mis esculturas y eso me asustó un poco así que quité esa idea de mi cabeza.

Cuando llegué a la universidad me presenté con algunos maestros, conocí a un par de alumnos muy agradables y mientras conversaba con un grupo de alumnos noté a alguien que se me hacía familiar, ¡era la chica de la florería!
Me despedí de los otros alumnos para ir a saludar, me acerqué y murmuré "Disculpen" todos me quedaron viendo y la chica sonrió, "Buenos días" -continue- Usted, ¿Sabrina, no es así? ¿Cómo está? Ella sonrió y pude notar como sus mejillas se tornaban de color rojo.
-Igual de sorprendida que usted -respondió- Su voz no era aguda, eso llamaba mi atención, me gustaba.
-¿Cómo le fue con el ramo? -preguntó-
Me sorprendí cuando preguntó eso, hasta yo ya lo había olvidado.
Bien! -respondí- A mi madre le encantaron, incluso me pidió la dirección para poder encargas más orquídeas después, a ella le encanta la decoración.
Me miraba con atención, sus ojos eran grandes y me sentía atraído por ellos... ¿Pero qué estoy pensando? Ahora es mi alumna, tengo que tener más respeto.
Pero bueno, es suficiente -agregué-
Metí mis manos en mis bolsillos del pantalón y la miré a los ojos rápidamente, me correspondió la mirada y sonreímos.
La jornada en realidad no fue muy pesada, conocí a algunos alumnos y madres que nada estuve ahí para irme integrando un poco y ver el ambiente de la universidad y todo eso. Estaba ansioso, el lunes comenzaría a impartir clases y una de mis alumnas sería una persona que conocí con migajas en la cara, que coincidencia!
Estaba hablando con mi madre mientras conducía -¿estás segura? -pregunté- Vale pasaré a comprar orquídeas, estoy llegando, no estoy seguro de que siga abierto -agregué- vale mamá, te quiero, iré a ver si aún sigue abierto, besos.
Corte la llamada y estacione mi auto lo más rápido que pude, baje del auto y corrí hasta la tienda, cuando llegué la chica de cabello rojo estaba cerrando la puerta, estaban riendo. Rayos! -dije- llegué tarde.
La chica, Sabrina. Me miró y dijo "Profesor! ¿qué sucede?".
Estaba recuperando el aliento y tomé un segundo para responder -Quería comprar orquídeas pero he llegado tarde- mientras seguía recobrando el aliento dije -me he cansado más que en el gimnasio, siento que corrí una hectárea -burlé-. Las chicas rieron.
- Podemos abrir la tienda si gusta -dijo la chica de cabello castaño- ¿en serio, harían eso? -pregunté-
Claro! -dijo mientras giraba la llave para abrir la puerta- Ella sonrió, no me había dado cuenta de lo linda que era cuando sonreía...
Llegó justo -dijo- Te diría que no me tutees pero ahora soy tu profesor, ¿quién lo diría? -dije y ella sonrió-
Tendrá que hacer un gran esfuerzo para reemplazar al profesor Martinez, pero por venir a comprar aquí suma puntos como buen profesor! -dijo riendo y asentí-
Vaya humos el de esta chica, la había visto tres veces y ya captaba mi atención de inmediato.
Mientras me mostraba las flores sonó mi teléfono y retrocedí unos pasos para contestar, seguía viendo las flores mientras contestaba. Escuché como la chica de cabello castaño le murmuraba a su amiga algo como: "Oh señor con ojos de cristal! Cuyo don natural es fijarse en las migajas que están en las bocas de las mujeres que se intimidan ante ti! Oh! Señor de las orquídeas, escapemos juntos!" -exclamaba para hacer reír a su amiga- cuando volteó noto que había escuchado todo, puse una cara de impresión al escuchar todo eso, que espectáculo.
Bien, te amo. Nos vemos luego. -terminé la llamada y me dirigí a la chica-
Bonita reseña -dije con un tono burlón- Su cara era digna de fotografiar, tenía vergüenza pero se veía confiada y poderosa al mismo tiempo.
Estaba interpretando una obra -dijo muy confiada- me hizo reír y agregó -el semestre pasado hice un curso de teatro-
¡Vaya chica! Pareciera que no le teme a nada.
Me gustaría saber que pensaba en esa su mente misteriosa, me sentía atraído pero no sabía por qué, tal vez era su humor, o su lindo cuerpo, tal vez era su sonrisa. Sabrina, era su nombre, me gustaba, misterioso como ella. Iba a averiguar más sobre ella ya que ahora era mi alumna. Sabía que esa noche iría a tomar algo con su amiga, eso me lo había dicho.
¿Sería una locura invitarla a cenar? Tal vez pensaría que era el típico señor rico que quiere salir con una chica joven, no me gustaba pensar eso.
Buenas noches, Sabrina. Nos vemos el lunes -dije para despedirme-
Sentí una sensación extraña y linda al pronunciar su nombre, Sabrina.

Mi viernes consistía en ir a cenar con amigos al Gold Palm's, regresaría a dormir porque el sábado por la mañana iría a hacer ejercicio.
Mis amigos me preguntaban sobre mi situación actual, por mi trabajo y por Elisa. No les sorprendía cuando dije que llamaría a la policía. Siempre ha sido una persona muy intensa.

Por la noche, mientras dormía... Sabrina apareció en mi sueño, yo entraba a la florería y ahí estaba ella, con orquídeas sobre su cuerpo, con los labios pintados de un color rojo sangre y con sus ojos puestos en los míos, se veía muy sexy, fue un sueño placentero pero me sentía irrespetuoso con ella ahí sin su permiso.
Dije "Sabrina, ¿ese es tu nombre?"
Ahí estaba ella, acercándose en cámara lenta mientras decía de una manera suave y provocadora -Paul... Debes levantarte -susurraba- Levántate
De pronto escuché mi alarma, desperté agitado y sin saber que pensar respecto al sueño, ¿por qué había soñado con esa chica? ¿y por qué de esa manera? Acabo de conocerla y será mi alumna, que locura!
Me levanté de la cama y me puse ropa deportiva, salí a correr e hice toda mi rutina de ejercicios después.

El día siguiente fue a comer con mi madre y mis hermanos.
"¿cómo estás hijo?"-preguntaba con una sonrisa en su cara.
Excelente, todo va perfecto -dije con una voz suave y mi madre sonrió-
"Espero no pierdas la paciencia" dijo mi hermano menor con una risa de oreja a oreja.
No, claro que no -respondí- es lo que me gusta hacer y los alumnos ya son lo suficientemente mayores para no causar problemas. -dije sonriendo-
No sé cómo podrás aguantar hermano -dijo- Una vez salí con una chica que era maestra de jardín de niños y de tan sólo contarme sus cosas me daban ganas de sacarme los ojos- mi mamá lo miró con desagrado y reímos-

Eran niños! -dijo mi hermana Jess- seguro Paul tampoco podía soportarte cuando eras pequeño -dijo riéndose-
Mamá nos miró y también río.
Siempre seremos tus pequeños -dijo David con tono tierno
-Mi mamá puso los ojos en blanco y mi padre no pudo aguantar la risa-

Tendrás que hablarme de tus alumnas-dijo mientras me guiñaba un ojo- mi hermano era conocido por ser el Don Juan de la familia.
Ya es suficiente, ¿no crees? - dije con burla-
En realidad eso me hizo acordar el sueño que había tenido, aunque fue un pequeño instante sentí como mi pantalón se ajustaba, por Dios, ¿Qué me está haciendo esta chica? Sólo son mis pensamientos sucios.

Los demás sólo rieron y seguían comiendo, me gustaba ver a Jess comiendo, había tenido problemas con su peso, es delgada pero quiso bajar más de peso cuando empezó a estudiar diseño de modas, nos preocupaba mucho pero ahora estaba bien, con sus ojos claros y si cabello largo y fuerte. Somos muy protectores con ella porque es la única mujer de los hermanos, no podíamos permitir que algo le pasará.
Me gusta pasar tiempo con mi familia, aunque ahí faltaba nuestro hermano mayor, había ido a Canadá con su esposa. Estabamos en la mesa de afuera, estaba cubierta por un mantel blanco y las copas que reflejaban la luz del sol. Era lindo.

Paul Hart (profesor y efecto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora