Inicios de atracción parte IV

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Apagué el cigarrillo y caminé a la entrada del bar.

-Hola- Saludé a la hostess -Ya me esperan.

-Claro, pase- respondió con cortesía guiándome con su mano a la entrada.

Subí al segundo piso que era donde se encontraba el bar, buscaba la mesa desde lejos hasta que la encontré. Al mismo tiempo Natalie, la compañera de trabajo de Sabrina le comentaba algo a Sabrina y ella volteó rápidamente y me saludó.

Caminé entre mesas hasta llegar a dónde Sabrina.

-Hola!- continué susurrando -ya no hay más el más tercio.- sonreí.

-Así es, que bueno que has llegado- respondió mirándome fijamente.

-Aquí está la carta- intervino Natalie -Stefan ya pidió comida.- Nos miramos y reímos.

- Perfecto, gracias!- respondí- Por cierto, me llamo Paul.

Miré a Sabrina y me sonreía tiernamente.

-Si! Sabrina nos ha hablado un poco sobre ti. -dijo traviesamente mirando a Sabrina- Él es Stefan- concluyó

-Hola!- terció Stefan- Un gusto.

-Igual- concluí

- No sabía que hablabas sobre mi...-susurré con una media sonrisa

Miré la carta y después de una revisada no muy cautelosa levanté la vista, Sabrina y Natalie compartían miradas, se reían entre ellas sin decir palabra.

- Pediré un Rusty Nail- comenté.

Sabrina puso nuevamente su atención en mi y respondió:
- Pensé que pedirías vino.- dijo.

- Bueno... Cambié de opinión.

- Bien.

No tomé muchos tragos, tenía que manejar a casa y también llevar a Sabrina. Estuvimos hablando un rato hasta que llegó la comida junto con los tragos. Sabrina me miró con atención al sorber de mi vaso.

- Es un escocés - Expliqué- ¿quieres probarlo? -hizo un gesto con la cabeza indicando que si-

Vaya! -exclamó- Es fuerte

-Reí- Si, lo es.

Hoy revisé algunos trabajos, el tuyo está muy bien. -le comenté para hablar sobre algo-

- Que bien... El otro día estuve haciendo varios cambios y me estrese un poco porque la información era confusa.

Si, claro... Pero siempre hay forma de sacar el estrés -conteste con ganas de besarla-

Sabrina me miro fijamente a los ojos por un par de segundos y contesto lentamente -Así es...-

Una voz me desvió la mirada.

¿Y te gusta dar clases, Paul? -preguntó Stefan-

Oh, claro!- respondí- A parte, tengo buenos alumnos -le dije mirando a Sabrina-

Es un buen profesor -terció Sabrina-

Después estuvimos un buen rato hablando Stefan y yo sobre lo que hacía en clases y como me convertí en profesor, parecía tener intereses en enseñar después de terminar su carrera de Psicología. Tenía que hacer muchas cosas antes, pero quería intentar dar clases de psicología en alguna universidad.

Naturalmente los 4 nos integramos a la misma conversación y reíamos como si nos conociéramos hace tiempo, Sabrina y yo nos mirábamos coquetamente de vez en cuándo. Nuestras piernas se rozaban de repente, e incluso ese mínimo estimulo me hacía pensar en más.

Stefan interrumpió la conversación para decir que tenía que irse con Natalie.

Perfecto, ¿quieren que los llevemos? -pregunté pensando en que habían llegado en taxi-

No amigo, gracias. Tengo auto -dijo amablemente- ¿Vienes con nosotros? -preguntó dirigiéndose a Sabrina-

Yo llevaré a Sabrina, no se preocupen. -contesté antes de que Sabrina lo hiciera-

Pagué la cuenta de los 4 y salimos al estacionamiento. Natalie se acercó a Sabrina para despedirse.

Nos vemos querida -le dijo-
Se abrazaron y dijeron unas palabras que no pude oír.

Adiós, nos veremos luego -dijo Stefan-

Claro, un gusto -me despedí desde lejos con un gesto de adiós con la mano-

Subimos al auto y comencé a conducir lento.

Tus amigos son muy agradables-dije-

-Si, acabo de conocer a Stefan...

- Ah, pensé que se conocían hace tiempo, de cualquier forma parece un buen chico, ¿no te parece?

-Si, harían linda pareja...

Encendí la radio y comencé a salir de aquel lugar escondido entre calles. Mientras se reproducía una canción Sabrina comenzó a bailar y cantar con libertad, movía su cabeza y seguía el ritmo con los pies, bajo el vidrio del auto mientras seguía cantando y yo bajé la velocidad para mirarla con más atención. Su cabello ondeaba hacía atrás, y sonreía de una manera contagiosa. Cuando iba terminando la canción subió el vidrio y yo me detuve.

Wow! -exclamé absorto en su belleza-

Perdón, me deje llevar... -cubrió su rostro con ambas manos-

No, no. No tengas vergüenza, me gusta -moví su mano despejando su rostro-

Me besó inesperadamente con mucha pasión, fue un beso corto y suave pero lleno de deseo...

Nos miramos a los ojos y pensé en ir a mi casa y pasar la noche ahí, pero ya era tarde y los dos habíamos tomado, así que pensé que era mejor idea llevarla después, tal vez una cena.

Paul Hart (profesor y efecto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora