Capitulo 8. "Estare bien".

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Narradora: Sarah Smith

—con amor tu abuela— termine de leer la carta que Vermont me avía pedido que leyera. Recogí las cartas y las metí en cofre rojo, lo serré y lo puse en la mesa que estaba atrás de nosotros. Mire el rostro de Vermont, estaba inexpresivo, no se veía ni triste, ni enojado, estaba totalmente en blanco. Pero era entendible, yo reaccionaría igual. ¿Como reaccionarían ustedes? Si se enteraran que su familia es una falsa, que está repleta de crimínales, y que tú vida avía sido una vil mentira, asta tú nombre.

Puse mi mano en su mejilla, acariciando la. El levantó su rostro un poco para poder mirarme, su rostro se comenzó a tornar triste, y sus ojos se comenzaba a cristalizar, pareciera que pedían ayuda. Me acerqué y lo abrase, el me devolvió el abrazo.

—aquí estoy para ti— susurre en su hombro. El rompió en llanto, y me abrazo más fuerte.

El se separó de mi, y limpio un poco su cara con la manga de la camisa, su rostro estaba empapado de lágrimas.

—ya me quiero ir— musito, note un poco de súplica en sus ojos. Yo solo me limite a asentir con la cabeza. Lo ayude a levantarse, salimos de la casa y al salir de ella, nos encontramos a Sandra en su auto, que aún nos estaba esperando. Vermont solo la ignoro y siguió su camino, y se subió al auto en el que vinimos que estaba a unos metros que el de Sandra.

Yo me acerqué al auto de Sandra. —¿todo esta bien?— ella pregunto, yo solo asentí con la mirada al suelo. No le dire a Sandra nada de lo de las cartas, no se si Vermont quiera que sepa.

—eh... nosotros ya nos vamos— me limite a decir.

—bien... vámonos. Ya faltan algunos minutos para que oscurezca por completo. Y tenemos que llegar antes de que los comiencen a buscar. — El Niño que parece ser su hijo, estaba durmiendo en el asiento de atrás, se veía muy tierno.

Yo asentí, —bueno té seguimos,— ella asiente, y yo comienzo a caminar hacia el auto.

Comenzamos a viajar, me tocó conducir a mi, ya que Vermont no podía hacerlo en esas condiciones, el se encontraba al lado mío, muy encogido, tenía las piernas arriba del asiento y con sus brazos abrazaba sus rodillas, y su mirada estaba clavada en el estrellado cielo de esta noche. Me preguntaba que   ¿en qué pensaba? Me da mucha tristeza verlo así, es una persona muy importante para mi, es como el hermanos que nunca tuve. Trate de hablar pero tenía un nudo en la garganta, no sabía que decirle, no sabía que quería escuchar y sobre todo si me quería escuchar, así que deje que aclarara sus pensamientos el solo aunque no me agradara la idea.

Llegamos a Stanford, como cosa típica que nos pasa a todos, el regreso se nos hizo más rápido que la ida. Es como que en un cerrar y abrir de ojos ya estuviéramos en el lugar destinado.

Sandra tomó dirección a su hogar, y yo me dirigí a casa de Vermont.

Me estacione al frente de la casa, detrás en auto blanco. Vermont se avía quedado dormido en el asiento, moví su hombro un poco para que se despertara, el abrió los ojos de golpe, y sacudió su cabeza para que llegar a la realidad. El me vio a mi, y luego a su casa, y creo que se acordó de todo otra ves, pero esta ves se veía furioso.

—¿como te sientes?— inquirí.

Su expresión de ira se esfumó al verme, y esta misma se volvió a tornar triste. El iso un ruido en su nariz, luego asintió con la cabeza.—estaré bien— agregó, se notaba triste y eso me ponía tristes a mi.

—bueno quiero que sepas que cuentas con migo para lo que sea— comente, el asintió con tristeza, quería romper en llanto otra ves, pero se aguantaba.—y ten mucho cuidado— le pedí con preocupación, después de aver sabido de que son capaces los papás de Vermont, me preocupaba que le vallan a hacer algo, por hacerse desaparecido toda la tarde. —cualquier cosa me llamas o me escribes.

VERMONT   Primera generación. [libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora