Sábado por la tarde, ya podía sentirse y hasta olerse la felicidad que tenían todos por la noticia que Bill iba a darles. De esas noticias que no pasan seguido, esas noticias que solo implican una cosa: DINERO MASIVO.
Bill: Es hoy muchachos —Sonríe— ¿Saben lo que implica ir a fiestas electrónicas y ser los únicos vendedores? ¡RIQUEZA!
X: ¿Cómo hiciste para que seamos los únicos vendedores? En las fiestas electrónicas siempre hay muchas personas vendiendo
Bill: Nuestro querido Brown se encargó de eso —Encogio sus hombros— No se preocupen, ustedes serán los únicos entre cientos de drogadictos con ganas de volar esta noche. Así que ya saben lo que hay hoy, las típicas drogas de clubes electrónicos: éxtasis, LSD, ketamina, GHB, rohypnol..
Marcus, Tom y Giselle entran riendo a su oficina llegando tarde y con una compañía muy especial
Bill: ¿Que es esa cosa asquerosa en sus manos?
Marcus: Nuestro bebé —Sonríe—
Tom: Se llama pepino, y va a quedarse con nosotros hasta que alguien quiera adoptarlo
Giselle: Si, así que si alguien lo quiere, nos estarían haciendo un favor
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Bill: ¡Saquen ese puto gato de aquí! —Exclama frunciendo sus cejas—
Giselle: No, es nuestro —Niega alzandolo a su pecho mientras Tom y Marcus lo acariciaban con ternura—
Los demás compañeros se acercaron a ellos acariciandolo para luego sentarse y volver a escuchar a Bill. “Pepino” comienza a subirse por su escritorio olfateando y resfregando su cuerpo por todas las cosas de Bill.
Bill: Puto gato —Murmura con una expresión desagradable en su rostro mientras todos reían—
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Luego de pasar la tarde en la mansión de Bill, todos partieron hacia la fiesta electrónica. Tom no era demasiado amante de las fiestas a decir verdad, solo iba a ellas porque era su trabajo y era donde más dinero hacía.
