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       Un accidente, un culpable 
Y ese vigilante que todavía no se va.
¿Peligro?

Nuria era ex de Ian y por la reacción de él me dió la sensación de que ya había visto ese número varias veces, aunque, si acababa de llegar y estaba comenzando a estudiar ahí ¿cómo podía reconocer un número tan extenso en tan corto tiempo? algo no me encajaba.

Esa chica puede que fuera un poco tóxica y estuviese algo loca, pero digamos que no era nada que preocupase. Aunque eso de que nos estuviera espiando daba una mala vibra que te cagas.

No recordaba mucho de ella pero era una persona para nada agradable, era metiche, odiosa, saboteadora, manipuladora, insufrible, verdaderamente no era el tipo de persona con la que yo formaría una amistad y por esa misma razón no la tenía.

En lo físico era totalmente lo contrario a su personalidad, era una chica atractiva, sus rasgos no aparentaban la forma moral que tenía, parecía ser buena y afable —pero ya les digo, era como la recordaba, hacía mucho tiempo que no la veía aunque por ese acto de "vigilancia" suponía que no había cambiado mucho en cuanto a madurez —era de mi estatura, blanca casi pálida, su rostro delgado y su figura también, su pelo lacio y marrón claro casi llegando a rubio, su nariz y labios pequeños, sus ojos grandes color miel. No era nada fea a ser sinceros pero su actitud y su manera de tratar a todo el mundo era asquerosa.

Ignoramos por completo su presencia aunque todavía no la habíamos visto y continuamos hablando de temas tribales. Aproveché el momento para hacerle varias preguntas a Ian, tenía curiosidad por saber si en algún momento mintió respecto algo, fueron interrogantes sencillas y traté que no se vieran sospechosas: "¿hace cuánto estás aquí?" "¿sabías de Nuria?" "¿Dónde estás viviendo?" y muchas otras, pero sus respuestas fueron aceptables. Hacía un mes se encontraba en Estados Unidos y negó rotundamente el conocimiento de la presencia de Nuria, parecía bastante convincente su forma relajada de contarme un resumen de su vida desde que me fuí de España, no parecía dolido o algo así, parecía más bien recordando buenos momentos con sus amigos y las personas que vivían allá y tenían una buena relación con él. Pero yo lo que se dice confiar, no confiaba cien por ciento en nadie nunca, así que todavía en mí quedaba algo de dudas.

Ian no era una persona muy expresiva, podía estar emocionado y no demostrarlo, podía tener nervios o miedo y continuar neutral, cuando único podrías notar alguna expresión por su parte que denote un sentimiento es cuando algo le molestaba o le incomodaba porque se volvía frío, intimidante, callado. Y para que algo o alguien causara esas emociones en él tenía que ser muy especial, créanme, MUY especial, así que me sentí algo extrañada de sentir su nostalgia por hablar de personas de nuestro país natal.

Luego de pasar un rato en la cafetería, hablando y compartiendo, al fin terminamos de desayunar por lo que ya yo me iría a la residencia y él, pues no lo sé, a cualquier parte que quisiera ir o tuviese planificado ir, tampoco era de mi interés preguntar. Parecería acosadora.

O no

¡O sí!

—¿Quieres que te deje en tu casa? —se ofreció mientras se reacomodaba en su asiento, pasó su pierna derecha por encima de la izquierda posicionando su tobillo sobre la rodilla.

Me quedé embobada mientras lo veía, pero no me di cuenta hasta que detallé su sonrisa de extremo a extremo y sus cejas levemente levantadas.

Mira que eres pesada, se va a caer el pobre con tanto que lo miras.

Quieres que acepte que me gusta pero te molesta que demuestre que me gusta, querida conciencia, eres insufrible.

—No, muchas gracias, yo me regreso caminando, me gusta así —en un ágil movimiento tomé mi bolso que se encontraba en el espaldar de la silla y me levanté.

Vida Patas Arriba Donde viven las historias. Descúbrelo ahora