Jungmo se soltó presuroso, desplazándose a gran velocidad a lo largo de aquel espeso bosque, atestado de grandes árboles, repleto de frutos y vegetación.
En su forma animal, se vulneraba a sí mismo. Aún más cuando, cegado por sus propios instintos y la oscuridad de la noche, seguía con fervor aquel aroma que le tenía desesperado y curioso, una mezcla sofocante que le llevaba hasta aquellos rincones prohibidos del bosque.
Llevaba horas sintiéndose caliente debido a ese aroma tan malditamente delicioso. Lo había atribuido a que se aproximaba su celo.La excitación y exasperación creaban un remolino de anticipación en su interior. El no saber que era lo que buscaba le enfurecía de sobre manera. Sus pasos acelerados no le daban tiempo de respirar correctamente y estuvo a punto de darse por vencido.
Hasta que lo vio, en un arroyo de aguas cristalinas, escondido naturalmente entre los arbustos, la sensación de deja vu lo invadió y es que de hecho había estado antes en aquel lugar.
Recordó alguna ocasión en el pasado. Cuando aún era un cachorro y solía escapar con los miembros de la manada de su generación, llegando finalmente a este paraíso oculto. En ese entonces no estaba prohibido merodear por aquellos rincones lejanos del bosque.
Lo había olvidado y aún luego de algunos años, Jungmo salió desde su escondite como si se hubiera proclamado a si mismo dueño de ese territorio. El castaño volvió a su forma humana y con cautela avanzó ansioso con su mirada puesta en el cuerpo pálido y suave a sus ojos. El dueño de aquel aroma encantador.
El muchacho, omega sin duda, levantó la cabeza y sus miradas chocaron. Jungmo contuvo el aliento extasiado por la belleza salvaje de aquel rostro impuro.
Sus pupilas se dilataron ante tal perfecta figura del joven que tanto había llamado su atención. El aroma a cerezas inundaba sus fosas nasales y su cuerpo comenzaba a moverse por si solo.
El muchacho estaba desnudo y tenia los pezones rosados endurecidos, a causa de la brisa fresca que corría al atardecer. La luna se dejaba ver, resplandeciente, y Jungmo tenía la sensación de que el tiempo fluía demasiado lento en aquel paisaje secreto. Por ello no pudo esperar.
Su garganta se secó, su erección se acentuó y lo obligó a acercarse. El omega adivinó sus intenciones e intentó escapar. Corrió desnudo hacia la piedra donde había dejado su ropa e intentó tomarla.
Sin embargo el alfa fue mas rápido. Se abalanzó sobre la piedra y tomó la ropa hábil mente. La agitó en el aire, El joven de tez pálida, al tiempo que intentaba torpemente cubrir su intimidad con una mano, con la otra pugnaba por arrebatar su ropa de las manos ajenas comenzando un juego de niños con el mayor.
Jungmo reía con malicia, mientras una euforia que pocas veces había experimentado se apoderaba de su cuerpo. La excitación y la adrenalina nuevamente se hicieron presente y solo la aplacaría fallándose a ese joven que descaradamente se plantaba ante sus ojos sin una pisca de vergüenza en su rostro angelical.
La euforia que le había invadido hasta ese entonces desapareció en el instante en que notó que, un destello de sonrisa elevó las comisuras de los labios tersos y carnosos del muchacho ¿el sonreía? Su erección se acentuó provocándole un leve dolor en la zona de la cabeza, rápidamente se detuvo.
Arrojó la ropa a un costado y cuando el joven se agachó a recogerla, rodeó sin pudor la cintura del mas bajo y lo elevó en el aire. Le sorprendía que no gritase, que no pusiera resistencia. Esto lo incito a seguir.
Le excitaba que el niño guardase silencio. Lo aferró por los brazos con brutalidad y lo miró a los ojos. El pecho desnudo de aquel omega se elevaba junto con su respiración agitada. Sus labios entreabiertos y su mirada repleta de lujuria le enviaron una corriente de placer a su ingle y sin pensarlo se abalanzó a sus labios.
Olía y sabía delicioso. Se permitió besarlo nuevamente porque aquella boca era la mas hermosa que había visto.
El más bajo se resistió al principio y luchó. Aumentando la excitación del mayor. Sin embargo minutos después se relajó, tal vez para evitar que lo dañase con el forcejeo. Por último lo disfrutó al igual que el. Y se entregó con tal confianza que dejo atónito al mas alto.
Cuando acabaron, el omega se puso de pie en un salto y sin importar que tuviera el cuerpo lleno de lodo se colocó rápida mente sus prendas y corrió en dirección al bosque. Aprovechándose del estado casi inconsciente del mayor.
Al día siguiente Jungmo regresó al mismo sitio en el arroyo. A la misma hora del atardecer. Se le secó la boca y su corazón saltó acelerado en cuanto lo avistó sobre aquella piedra jugando con un palito sobre la tierra.
Lucía tan sereno que Jungmo sintió su pulso acelerarse ante la imagen sumisa e indefensa. El alto se acercó a paso firme. Lo desconcertó que el niño, al elevar su vista, lo contemplara con calma; pues generalmente todos le temían debido a su imagen fría e imponente.
Se quedó mirándolo. El día anterior no había tenido la oportunidad de estudiarlo. Su rostro era pálido y sus mejillas regordetas, sus pómulos, ligeramente marcados. Sus ojos gatunos lucían desinteresados, de un color indescifrable a la luz de la luna, Jungmo podría jurar que jamás había visto unos ojos tan hermosos. Su piel lechosa lucia suave y delicada. No era ni muy alto ni muy bajo. Era perfecto.
Le habló en coreano, que manejaba tan bien como el chino. Sin embargo el joven no respondió. En su lugar se puso de pie, se acerco a el y estiró sus manos para desvestirlo. Jungmo no opuso resistencia.
Dejó que el cuerpo más pequeño bajara y atendiera su creciente erección con aquellos deseosos labios que la noche anterior habia besado y al terminar el alto le devolvió el favor. Al final de la noche habían tenido sexo dos veces.
La rutina se repitió día tras día, durante varias semanas. Jungmo pasaba su día inquieto y desesperado, aún así aguardaba que llegase la hora en que se encontraría con su omega. Por que era su omega.
- ¿eres mudo?.- preguntó en una ocasión y el joven sacudió la cabeza que todavía descansaba en el brazo del alfa. Jungmo se acomodó mejor, fijando su vista en el más bajo, volvió a preguntar- ¿Por que no hablas?
- No tengo nada que decir.
Jungmo nunca olvidaría la impresión que le causaron esas pocas palabras, dichas en un tono profundo, firme y aún así suave. El alfa se excitó y volvieron a juntarse en una danza de placer que los hacía sentir unidos pese a no haber intercambiado siquiera sus nombres.
Fue el omega el que dejó de ir a aquél arroyo donde sus encuentros surgían llenos de lujuria y desenfreno. Jungmo creyó que nada llenaría el vacío de su ausencia.
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Perdonar errores 😔😔💜 porfa no insulten. No quise ofender a nadie.
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Luna ~ Moguham.
Cerita Pendek🍅 Historias cortitas Moguham para los que amamos esta shipp. 🍅 🍅 Ham Wonjin x Koo Jungmo. 🍅 Posible mención de otras shipps. 🍅 Capitulos cortos. 🍅 Contenido explicito. 🍅 Porfa no se ofendan. 🍅 Portada de google 😎 🍅 Terminado. 🍅 Alguno es...