Capítulo 1

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En la actualidad:

Termino de darme una ducha porque hoy me espera la respuesta de mi jefa la señorita Xenedis para comunicarme si he conseguido mi puesto como cocinera en uno de los más prestigiosos casinos de la ciudad.
Estoy emocionada y nerviosa, es mi primer trabajo y me he esforzado mucho para lograr un empleo que me permita obtener la vida con la que siempre he soñado solo espero conseguirlo, como he podido conseguir todo lo que obtengo hasta ahora.
Con mi cuerpo desnudo me miro en el espejo apreciando como ha cambiado mi figura y todo de mí.
Hay cosas que he cambiado a lo largo de estos años, otras no he podido hacerlo debido a esos fantasmas  los cuales me hacen de recordar aquello que me sucedió siendo aquella jovencita que salió de mi país huyendo de la muerte.
Cierro mis ojos apoyando mi frente en el espejo, respiro hondo, pongo mi mano en el espejo recordando cómo vine a este país y todo lo que tuve que pasar hasta verme lejos de la inmundicia y atrocidades que se cometen dejando que sea mi mente que me devuelva  aquellas imágenes fotográficas recordando la última palabra que pronunció mi madre. «DEBES DE SER FUERTE».

(....)

Febrero 2006:

Los disparos no habían dejado de sonar en todo el día. Era de noche y aún se podía ver el reflejo del fuego de los disparos en el cielo llegando a escuchar las voces de esos hombres como daban sus vidas por un conflicto.
¿Cuándo se acabará esto? ¿Cuántas personas deben morir para que cuatro políticos cierren un pacto que se ha cobrado la vida de miles de personas?

-–Samira hija, ¿En qué piensas?-–Me pregunta mi madre abrazándome.

-–En todo madre. En cuándo se acabará esta atrocidad y así podremos salir del país para tener una mejor vida lejos de toda esta catástrofe.

-–Sé optimista. Tú padre ha ido hablar para que nos ayuden a escapar. Si no, sabes que nos quedará recoger nuestras pocas ropas y ser unos refugiados hasta que todo esto se acabe.

-–Madre, debemos ser fuertes. Esperemos a padre y verá como nuestras vidas cambiaran a mejor.

-–Dios nos va ayudar cariño. Ahora vamos a dormir mañana nos espera un día muy largo.

Mi madre se refería a que debíamos de seguir esperando a mi padre para poder salir huyendo como fugitivos, cómo si hubiéramos hecho algo malo cuando en realidad tenemos mucho miedo, terror de que los terroristas asalten nuestras casas llegando hacer lo que quieran con nosotras: violación, raptar, vendernos como esclavas o simplemente matarnos.
Vivimos en un pueblo de la región de Jammu, una de las más afectadas por la guerra y según los datos
ya van más de 550 personas capturadas y 800 muertas. Pánico me da de pensar que nos pueda tocar a nosotras.

A primera hora de la mañana el ejército vuelve atacar pero esta vez con tanques y disparando con sus armas de fuego.
Alarmadas, mi madre y yo salimos a la calle viendo cómo la gente ha comenzado a salir huyendo de sus hogares.
Presa del pánico agarro a mi madre de su mano y salimos corriendo, de pronto una bomba estalla a unos pocos metros donde nos encontrábamos. Nos vamos al suelo mis oídos me pitan e intentamos levantarnos para seguir huyendo. La voz de varios hombres apuntando con metralletas nos alertan del peligro. Doy gracias a Dios por llevar el burka para que no puedan verme el rostro y el miedo constante que recorre por mi cuerpo.
De malos modos nos cogen a mí y a mi madre llevándonos hacia una camioneta apuntando con sus armas giro mi cabeza gritando en silencio que no nos hagan daño resbalándose lágrimas dolorosas por mis mejillas. Sentadas con más mujeres, niños y ancianos empiezan a conducir pegando tiros al aire los terroristas.
Abrazo muy fuerte a mi madre sintiendo su miedo mezclado con el mío. De pronto paramos y varios terroristas empiezan a disparar a los hombres del ejército americano, entre el revuelo agarro a mi madre de su mano y salto como puedo de esa camioneta comenzando a correr presas del pánico hasta que escucho varios disparos, caigo al suelo y entre la rendija de mi burka veo a mi madre de rodillas en el suelo desangrando se.

-—Madre, madre -— grito de ver como sus ojos se clavan en mi.

-—Samira, sé fuerte. Hu..ye...

Mis ojos se movían de un lado a otro rápidos viendo como un terrorista venía hacia mí. Miré por última vez a mi madre sin poder hacer otra cosa que correr todo lo deprisa que podía intentando  huir de aquellos hombres que dicen ser nuestros aliados cuando para mí son terroristas.
Me escondo en un cubo de basura temblando de miedo hasta que al fin los terroristas han desaparecido.
Al no escuchar nada salvo la gente llorar inicio de nuevo mi huida escuchando disparos de las armas de aquellos hombres que no se conforman con obtener el control del país, si no las vidas de las personas que vivimos en él.

No sé cuanto tiempo llevo corriendo. Estoy sudada y agotada por lo que decido de sentarme encima de una piedra para llorar por la muerte de mi madre.
Mi madre, mi única familia me la han matado. Primero fueron mis tres hermanos junto a mis abuelos y ahora mi madre. Y mi padre seguramente  estará muerto sino no me explico cómo han pasado tantos días y aún no tenemos noticias sobre él.
Lloro desconsoladamente hasta que un hombre mayor llama mi atención.

-–Váyase señora o quiere morir. — me grita el hombre montado en su mula tirando un carro llevando a su familia.

-–Me da igual señor ya han matado a mi familia. Estoy sola. Ya no temo a la muerte.

-–Ven. Móntate y vente con nosotros vamos hacia los campamentos de los refugiados. — El anciano se apiada de mí y me ayuda a subir en el poco espacio que había en el carro , bebí algo de agua y comí sobras. Eché mi cabeza hacia atrás para intentar borrar esa imagen de mi cabeza e intentar dormir ya que tardaríamos seis días en llegar al campamento.

Los tres primeros días fueron normales. El cuarto, nos pararon hombres del ejército arrestándonos
nos llevaron a un edificio en ruinas, allí estuvimos encerrados catorce días.
Pude salir con la ayuda de una mujer soldado estadunidense y gracias a ella pude llegar al campamento de los refugiados.
Al llegar todo estaba lleno, apenas había alimentos para dar de comer a tanta gente. abía que dormir en el suelo, beber muy poca agua y comer lo justo.
Comenzaba a desesperarme llevaba allí un mes y aún no tenía noticias de mi padre, entonces vi a un hombre que me resultaba familiar. No debía acercarme porque tenemos prohibido acercarnos a otros hombres solas pero tampoco podía quedarme con los brazos cruzados.

-—Señor, dije con voz temblorosa y muerta de miedo escondida detrás de una pared.-— ¿Usted conocía a Azuz Salem?

-—Sí. ¿Quién eres su hija?

-—Sí. Lo busco desde hace semanas porque no sé nada de él.

-–Lo siento mucho muchacha pero a tu padre  lo arrestaron antes de cruzar la frontera y lo fusilaron.
Me pidió antes de morir de buscarte  a ti y tu madre pero cuando llegué al lugar me dijeron que habían muerto ahora que te encontrado te ayudaré a escapar en patera hacia Europa.

-— Le di mi mano sin pararme a pensar si me estaría engañando. Él me dió una sonrisa algo extraña.
¿Cuántos años tienes?

— Quince. —Respondo tímida observándole bajo la tela de mi burka.

—Muy bien. Muy bien. Déjame unos días y arreglaré todo y saldrás de este país hacia Europa donde al menos allí estarás a salvo de toda esta guerra.

Sentí una pequeña alegría en mi interior sabía que ese buen hombre me ayudaría a escapar.
Ahora comenzaré a  contar los días para poder salir de este país y hacer mi vida.
Solo me queda rezar pidiendo a Dios que me dé las fuerzas suficientes para poder salir del país y no morir en el intento.

Fecha de publicación 1 de febrero de 2017.

Debo Ser FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora