Capítulo 23

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Ir a trabajar al casino se ha convertido en mi rutina, apenas salgo de la oficina y casi no coincido con Julien, en parte eso me alegra demasiado porque cada vez que nos vemos es tener que acabar discutiendo.
Escucho que alguien toca la puerta, se trata de mi secretaria la cual me dice que en una hora debo de tener una reunión y el señor Káiser me espera para hablar conmigo.
Asiento con mi cabeza y ordeno de que puede irse a casa.
Estíbaliz me agradece mucho de que la deje pasar más tiempo con su hijo. No digo nada, porque en mi interior aún sigue vivo el recuerdo de Ismael.
Nos despedimos en el pasillo y antes de tocar la puerta de la oficina de Julien sale abrirme.
Paso en silencio notando su mirada glaciar en mi nuca.

— ¿Qué tenemos que debatir señor Káiser? — Mascullo las palabras mirando al frente mientras él sigue detrás mío callado.

— No quiero hablar de negocios contigo Samira.

— Pues entonces me voy. — Me volteo y él más hábil me agarra por mi brazo para que me pare.

— No sé cuáles serán tus intereses en trabajar aquí, tampoco me explico cómo has acabado convirtiéndote en la mejor amiga de la bruja. Pero, quiero que sepas que yo no voy a ponerte las cosas tan fáciles.

— Escúchame Julien, estoy harta de tus comentarios, ve y pregunta a tú abuela porqué lo hizo. Yo simplemente estoy aceptando lo que me corresponde.

— Siempre has sido muy ambiciosa Samira y esto te gusta demasiado no lo niegues.

— Hasta aquí te aguanto tus comentarios Julien. Me tienes harta, y para que te enteres, mis padres me educaron para respetar a las personas y para no quedarme con lo que no es mío. Yo no nací en una cuna de oro, pero tuve el cariño de mi familia, mi cuna fue de madera y acabó quemándose cuando estalló la guerra en mi país y perdí todo.
Vine a este país huyendo de la miseria llegando a temer por mí vida, tuve que vivir con unas costumbres muy distintas a la de mi país y lo poco que he tenido desde que vine lo he logrado por mí misma.
Llevo una cruz muy pesa sobre mis hombros y lucho sola, jamás te he pedido nada el tiempo que vivió mi hijo, tuve que apañarmelas como pude porque jamás obtuve un céntimo de vuestro dinero.
Escogiste el dinero, tú ambición te superó niño caprichoso, no supiste valorarme y menos quererme, si es que sabes querer alguien aparte de tí.
— Julien intenta besarme pero yo soy más rápida y acabo dándole un bofetón.

— ¡Jamás vuelvas a tocarme Julien! ¡Jamás! — Salgo de su oficina descompuesta en nervios, alterada y muy enfadada.
Tanto como para irme hasta el bar del casino y pedirme una copa.

Tomo asiento en la barra y al momento un hombre algo mayor que yo toma asiento a mi lado comenzando hablarme con galantería.
Mi humor no estaba para flirtear con ese desconocido por lo que me levanto sujetando mi copa y me voy hacia otro lugar.
El desconocido me sigue y me anima apostar en la ruleta.
En un principio no quiero hacerlo, no está bien.
Pero quiero divertirme, poder olvidarme de todo y en especial de mi pasado.

— Soy Mijaíl y mi bella dama ¿Cómo se llama?

— Samira. — Le digo mi nombre observando al hombre que me mira con sus ojos marrones y una sonrisa de medio lado besando mi mano muy galante.

Le sonrio haciéndome la interesante y empezamos a jugar en la ruleta.
Apostamos durante un par de horas hasta que cansados del juego vamos hacia una mesa privada y bebemos hasta que comienzo a decir estupideces y sentir que todo me da vueltas.
Mijaíl me sujeta por mí cintura llevándome hasta su auto donde ya no recuerdo nada más.

Me voy despertando poco a poco e inmediatamente siento un fuerte dolor de cabeza y hasta la luz del sol me molesta. Miro a mi alrededor y no conozco nada del lugar. Mierda, ¿Donde estoy?
Salto de la cama viendo que estoy vestida, respiro más aliviada y me dirijo al baño cuando entro veo la silueta de un hombre detrás de los cristales  de la mampara del baño.
Me quedo quieta observando al hombre alto y complexión normal como termina de bañarse.
Siento inmediatamente un calor abrasar me, quizás sea porque no estoy acostumbrada a ver hombres desnudos y mucho menos desconocidos.

Debo Ser FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora